La educación escolar ante el Covid

FOTO: LUKAS SOLIS/AGENCIAUNO

Las medidas anunciadas por el Minsal y el Mineduc deben estar encaminadas en asegurar las condiciones para garantizar la educación presencial. Volver a la enseñanza remota no es una opción.


El gran desafío que tiene el Ministerio de Educación es poder normalizar las clases en las escuelas y colegios luego de lo experimentado en los últimos dos años. Y es en ese sentido que a fines del año pasado se estableció que la presencialidad sería obligatoria a partir del marzo, con claros protocolos de operación que permitieran observar las medidas sanitarias para prevenir que casos de Covid en la comunidad escolar se transformaran en brotes. La gradualidad del retorno a clases durante el año anterior también permitió ir validando las mejores prácticas e ir avanzando en la implementación de medidas en los establecimientos para poder enfrentar el desafío, algo no exento de polémicas por las diferencias entre la autoridad, alcaldes y el gremio de los profesores.

Por ello, es positivo el acuerdo de la Comisión Nacional de Respuesta Pandémica de continuar con el proceso, atendida “la suma urgencia y necesidad para la salud mental y desarrollo psicoafectivo de los niños y niñas de volver a clases”, sin embargo, el anuncio del ministro de Educación de flexibilizar la jornada escolar completa por un plazo de cuatro semanas será conveniente en la medida que ello permita a los colegios, que aún no lo hacen, avanzar rápidamente para que no exista una respuesta dispar entre los distintos establecimientos educacionales, como ha sido en estas primeras semanas, otorgando un servicio de educación de calidad, presencial y que dé seguridad a las comunidades escolares.

Las medidas que se adopten deben ir precisamente en esa dirección. Si eventualmente se determinan aforos atendiendo a la superficie de las salas, el número de alumnos y la tasa de vacunación contra el coronavirus -que se mantendrá en 80% por sala hasta mayo-, no puede ser para volver a la enseñanza remota o alterar la regularidad con que los alumnos deben asistir, sino para avanzar en que se disponga de lo necesario para garantizar una educación presencial. Una gestión que compete a la autoridad, pero también a los mismos colegios, municipalidades, sostenedores y servicios locales de educación.

Por otra parte, la inmunización de los alumnos, profesores y quienes prestan servicio en los colegios es fundamental para acotar los riesgos, por lo que es positivo el compromiso del ministro de Educación de contribuir en la promoción de la campaña de vacunación. Y si el programa de vacunación contra el Covid tiene una amplia cobertura etaria en escolares, y ya el 83% de los menores entre 3 y 17 años cuenta con su segunda dosis, sería importante poder focalizar los esfuerzos, facilitando el proceso de vacunación en los mismos establecimientos escolares, como se hace con los programas obligatorios del Ministerio de Salud, para avanzar rápidamente en alcanzar no solo una mayor amplitud en la inmunización, sino también una más homogénea en cada establecimiento y a nivel general.

La evidencia nacional e internacional es contundente sobre lo perjudicial de las condiciones anómalas impuestas por la pandemia durante dos años, en la educación y desarrollo de los escolares. Por ello, volver atrás no es una opción. Se debe seguir el camino que otros países ya iniciaron hace bastante tiempo, atendido que los menores más vulnerables son los que sufren el mayor perjuicio.

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