La Universidad de Chile en problemas

La decisión de la rectora de “pernoctar” en la Casa Central para evitar una toma, y el bochornoso epílogo de las elecciones en la Fech, dan cuenta de los serios problemas que arrastra el principal plantel público del país.



Ha resultado ciertamente insólito que la rectora de la Universidad de Chile se haya visto en la necesidad de “pernoctar” en la Casa Central junto a parte de su equipo directivo con el fin de evitar que el recinto fuese objeto de una toma por parte de los estudiantes.

La Universidad está enfrentando una serie de movilizaciones por las más diversas razones. Por de pronto, una serie de facultades se encuentran en paro enarbolando una serie de petitorios, en tanto que sectores del estudiantado presionan para que la universidad corte todo tipo de vínculos con universidades israelíes, en protesta por la invasión de Israel a Gaza. Hay grupos que también se han hecho eco de las protestas que se han visto en universidades de Estados Unidos, montando campamentos en forma de protesta en algunos patios de la universidad.

La rectoría justificó su decisión de “pernoctar” en el recinto porque es una forma de “estar presentes (…) Desde el momento en que estamos ahí, la Casa está habitada por quienes son responsables de la universidad”, señaló la rectora. Esta forma de proceder ciertamente llama a perplejidad, no solo porque trasluce una forma muy extraña de entender la dinámica de una “toma”, sino además porque expone en toda su crudeza las dificultades con que se encuentra la autoridad universitaria para poder ejercer un mínimo de disciplina y control sobre el plantel, prefiriendo estas singulares fórmulas que, aunque quizás efectivas para efectos de no amplificar un conflicto con los estudiantes, suponen a la vez una evidente cesión de autoridad ante las presiones.

Algo similar ocurrió con el frustrado homenaje que se había organizado a la vice primera ministra de Ucrania, que producto de las protestas de algunos estudiantes en el salón de honor finalmente tuvo que llevarse a cabo en las oficinas de la rectoría, lo cual es otra señal de cómo las actividades de la universidad se están viendo alteradas. Cabe valorar en todo caso la claridad de la rectora para hacer ver la inconveniencia de cortar vínculos con universidades israelíes -reivindicando la importancia de mantener instancias de diálogo-, tal como solicitan sectores radicalizados de la universidad, pero queda por ver hasta dónde la autoridad podrá mantener en pie esta decisión.

En paralelo a estas situaciones, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) acaba de vivir un proceso eleccionario que ha terminado en un completo bochorno, donde además de acusaciones cruzadas de fraude y la bajada de una de las listas en competencia, el Tricel Fech tuvo que “descartar” los comicios ante la bajísima participación electoral, que en la segunda vuelta alcanzó apenas al 9% del padrón. El estado en que queda la Fech es de total incertidumbre, considerando que hace apenas un año la entidad vivió un proceso refundacional, justamente por la falta de participación estudiantil.

Queda a la vista que las voces altamente radicalizadas que han cooptado a la Fech carecen de la más mínima representatividad entre la mayoría del estudiantado. Aun así, es preocupante que una entidad que en el pasado fue semillero de grandes liderazgos políticos termine sumida en la irrelevancia y envuelta en disputas de baja categoría, lo que al final es otra señal más de la erosión de las instituciones.

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