SEÑOR DIRECTOR:
El reciente incidente en Arica, relacionado con la implementación de un programa de educación en sexualidad, afectividad y género, subraya la urgencia de implementar estos programas con la máxima calidad y seriedad. Los errores no solo disminuyen la confianza en nuestro sistema educativo para apoyar el desarrollo integral del estudiantado, sino que también pueden incrementar los problemas de salud mental, las divisiones entre la familia y la escuela, profundizando las divisiones de nuestra sociedad.
Es crucial mejorar la colaboración intersectorial y potenciar el protagonismo de los docentes, los adolescentes y sus familias para asegurar que estos programas sean culturalmente sensibles y respeten las características de cada comunidad educativa y los ciclos vitales de los estudiantes. Aprender de los errores y comprometerse con la mejora constante es más que nunca un deber ético, político, técnico y social.
Debemos trabajar juntos para implementar estos programas correctamente, reduciendo los riesgos y maximizando los beneficios para todo el país, los que no solo tienen que ver con la reducción de embarazos adolescentes y la prevención de enfermedades de transmisión sexual, sino que por sobre todo con fortalecer la convivencia para la ciudadanía.
Rodrigo Rojas-Andrade
Escuela de Psicología, Usach
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