Los costos los paga Moya

Desempleo completa décima alza y alcanza su mayor nivel desde el segundo trimestre de 2021


SEÑOR DIRECTOR:

Está lista la Ley de las 40 horas. Mientras algunos aplauden, es importante sentar cabeza y analizar con frialdad el escenario.

El primer elemento que es evidente -aunque no se quiera reconocer- es que, a falta de un aumento muy significativo de productividad que nadie sabe de dónde saldrá, la medida impone un gran costo a las empresas, adicional a todos los costos que ya enfrentan y a los que vendrán. La situación es que la medida va en contra del buen funcionamiento del mercado laboral, golpeando a aquellas personas que tienen menos capacidades, haciéndoles más difícil la posibilidad de encontrar trabajo, en un contexto donde además la economía está en muy mal pie como para al menos absorber mejor el costo.

Se argumenta que la reducción laboral beneficiará a las personas con más horas de ocio y vida familiar. Esto más bien parece un eslogan, sin siquiera pasar la prueba del sentido común. Es obvio que todos deseamos una vida con más tiempo libre para desarrollar nuestras inquietudes personales, pero de ahí a pensar que eso se logrará por medio de una ley, demuestra que -por conveniencia política, ceguera, o simple ignorancia-, los promotores de esta medida cuentan solo una parte de la historia, escondiendo por completo los efectos negativos que sin lugar a duda golpearán.

Sabemos que la economía en muchas ocasiones se demora un poco en reflejar las malas políticas que se adoptan. Lo vimos con el IFE y los retiros, también lo vimos algunos años atrás con la reforma tributaria del año 2014, y su enorme efecto negativo que se manifestó con posterioridad sobre la inversión y el crecimiento del país. Seguir rigidizando el mercado laboral no es inocuo, y lamentablemente los más vulnerables serán los más afectados, incluso si lo prohibimos por otra ley.

Félix Berríos Theoduloz

Economista

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