Más planificación urbana para una movilidad sustentable



Por Juan Carlos Muñoz, director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)

El gobierno presentó recientemente la primera Estrategia Nacional de Movilidad Sustentable, cubriendo un espacio muy necesario. Chile carecía de un documento que promoviera la movilidad sustentable en nuestras ciudades.

La propuesta integra la movilidad a la planificación territorial, y fomenta modos sustentables como el transporte activo y el transporte público. Esto es especialmente relevante en un contexto nacional donde el uso indiscriminado del automóvil y las motocicletas aumenta sistemáticamente.

Un primer elemento crítico para promover la movilidad sustentable es quitar el foco del transporte y ponerlo en la planificación territorial. Las ciudades extensas son difícilmente sustentables. Por eso, un objetivo primordial es acercar las actividades de las personas a sus domicilios. Cuando las distancias a recorrer son cortas, instantáneamente los modos de transporte sustentables se hacen más atractivos. Cuando la caminata y la bicicleta son convenientes, el transporte colectivo reduce sus aglomeraciones y el auto se transforma en una molestia. El sistema de transporte no puede seguir luchando con ciudades que crecen en extensión y que mantienen nuestros inaceptables patrones de segregación. Así, celebro que la primera medida de esta estrategia sea impulsar el desarrollo de instrumentos de planificación territorial.

Propuestas que suelen capturar la atención, como promover la electromovilidad, deben someterse a esta mirada más amplia. Solo así disminuiremos también la congestión vehicular, la obesidad y la segregación social.

¿Cómo lograr que se implemente con éxito esta estrategia? Cinco desafíos:

(i) Integrar distintas disciplinas, como ingeniería y economía de transporte, planificación urbana, arquitectura, salud pública, sociología, psicología, y geografía. Y abordarla en profundo diálogo con las autoridades territoriales y la sociedad civil.

(ii) Establecer metas que incluyan avances tecnológicos, pero que también propongan reducir, por ejemplo, la distancia media de viaje. Si se mantienen los patrones de crecimiento y segregación, perderemos estrepitosamente el desafío de la sustentabilidad urbana.

(iii) Disminuir la fragmentación de nuestra gobernanza que dificulta la correcta planificación de la movilidad. Tenemos ejemplos tristemente emblemáticos que ilustran esta necesidad como ciclovías que pierden su continuidad al cambiar de comuna, sistemas de bicis públicas que no se pueden usar para viajes intercomunales, o la decisión de instalar un hospital en la zona norte de Santiago donde no se puede llegar más que en automóvil.

(iv) Evitar que la ejecución de esta estrategia dependa de presupuestos comunales dramáticamente diferentes.

(v) Recordar que la infraestructura de nuestras ciudades no es solo para desplazarse. Las calles son ejes de movilidad, pero también puntos de encuentro.

Estos exigen una gobernanza metropolitana adecuada, que cubra todo el territorio urbano, coordine distintos sectores del gobierno e integre los diversos modos de transporte. La conformación de los Gobiernos Regionales ofrece una luz de esperanza para ayudar a resolverlos en mejor forma.

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