¿Qué esperar de Boric?



Por Sergio Muñoz Riveros, analista político

El nuevo Mandatario y su grupo de confianza desean llevar a Chile hacia otra parte, pero no se ve claro hacia dónde. Los errores acumulados en los primeros días dejaron en evidencia que no hay un verdadero proyecto de gobierno, con metas vertebradas y sustentables, sino enunciados generales y gestos para la barra. Lo que predomina es la exaltación de las pasiones identitarias, aunque de eso no se deriva nada coherente. La yuxtaposición de los lemas feministas, indigenistas y ecologistas, más una especie de talante anticapitalista de hace medio siglo, no alcanza para armar algo parecido a un proyecto nacional. Por si fuera poco, Boric se muestra como heredero de Salvador Allende, lo cual no le ayuda en absoluto a despejar el horizonte.

¿Prioridades al inicio? Retiro de las querellas por Ley de Seguridad Interior del Estado a los presos de la revuelta, y suma urgencia al proyecto de ley que los indulta. Queda a la vista el temor que Boric y su gente sienten por los grupos de acción directa del anarco/octubrismo, que no cesarán de presionar en las calles para liberar a los guerreros del 2019. El 29 de marzo, “día del joven combatiente”, planteará seguramente un duro reto en materia de orden público.

El nuevo gobierno carece de real cohesión política. Se ha hecho evidente que el pacto entre el Frente Amplio y el Partido Comunista fue en realidad un arreglo electoral. Y está claro que la integración del PS y el PPD se encuentra en un nivel inferior. Capítulo aparte han sido las gestiones de la expresidenta Michelle Bachelet para lograr la designación de personas cercanas en puestos destacados, como Paula Narváez en la ONU.

El nombramiento de Mario Marcel como ministro de Hacienda fue interpretado como una opción por la responsabilidad fiscal y el crecimiento económico, pero su gestión estará fuertemente condicionada por lo que pase en la Convención, frente a cuyo rumbo Boric dijo el lunes 14: “Cualquier resultado será mejor que una Constitución escrita por cuatro generales”. Decir “cualquier resultado” es la imprudencia completa, y definir la reformada Constitución vigente del modo que lo hace implica socavar su propia legitimidad, puesto que fue elegido Presidente dentro de sus normas.

Boric pudo haber manifestado respeto por la autonomía de la Convención, pero sin comprometerse con sus resultados. Su mandato es gobernar, y eso ya es más que suficiente. Lo que menos le convenía era unir su propia suerte a los resultados de la Convención y, sin embargo, es precisamente lo que ha hecho. Paso en falso de alto costo.

Cuesta visualizar el futuro con alguna tranquilidad. El país necesita orden y estabilidad en todos los ámbitos, pero el nuevo gobierno parece no darse cuenta de ello. Se notan demasiado la inexperiencia y la ineptitud. La duda mayor se refiere, forzosamente, a la capacidad de Boric para estar a la altura de las exigencias.

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