Recuperar el centro de Santiago



SEÑOR DIRECTOR:

Como habitante de Santiago con cierto sentido cívico y cultural, el domingo llevé a mis nietos entre 4 y 10 años a conocer el centro de la ciudad.

Sería el primero de varios paseos por el centro. Les mostré antiguos barrios residenciales; la calle I. Valdés V. y calle Esmeralda. Luego, nos encontramos con la notable Iglesia de Santo Domingo, con sus puertas clausuradas con planchas metálicas. En la Plaza de Armas, que se encontraba limpia y ordenada, recorrimos los portales con el anzuelo de tomar helados, donde la mayoría de las tiendas y restoranes estaban cerrados.

Luego llegamos a las puertas de la Catedral. Cerrada. Solo se abrió para misa temprano y se cerró con una reja y un par de guardias. Una turista alemana se tomaba la cabeza diciendo que le parecía increíble que la Catedral estuviera cerrada un domingo en la mañana. Estamos en Chile señora, le dije. Luego salió el obispo auxiliar de la catedral quien, muy amable, me explicó que nos encontraba razón, pero no estaba en sus manos hacer nada. El Museo Histórico estaba abierto y entramos a su bonito patio sombreado. Aquí terminó esta primera visita que, espero, sea inolvidable para los nietos a pesar de los inconvenientes descritos.

El centro de Santiago es un lindo lugar, imperdible especialmente para los niños de todos los rincones de la ciudad, que por diferentes razones no lo conocen. Tiene que ser posible tenerlo vivo y funcionando los fines de semana, cuando tenemos el tiempo y la energía para dedicarle a los espacios urbanos más bonitos y cargados de historia de nuestro país.

José Domingo Peñafiel

Arquitecto, Asociación de Oficinas de Arquitectos

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