Sistema de salud



SEÑOR DIRECTOR:

“¿Para qué inventar la rueda?”, así se tituló una reciente columna del exministro de Salud Jaime Mañalich en este mismo medio, donde destacó los principales atributos del sistema de salud laboral chileno, como ejemplo positivo a la hora de modificar el sistema de salud común.

El sistema de salud laboral en Chile es parte integral de la Seguridad Social, financiado por cotizaciones de empleadores, administrado por entidades sin fines de lucro (mutualidades e ISL), con cobertura universal y total sin copago, sin preexistencias y ha operado de forma solidaria por más de 60 años. Por lo anterior, llama la atención que existan propuestas de cambiar parte sustancial del sistema de salud laboral con la externalización del proceso de calificación de enfermedades profesionales, que constituye más bien un paso en dirección a fragmentar un sistema que opera de manera integrada y con incentivos alineados entre trabajadores, empleadores y aseguradores.

El actual sistema garantiza el acceso a beneficios de salud laboral cuando el accidente o enfermedad se origina en el trabajo, activando un ciclo virtuoso donde investigan las causas, para así generar cambios a través de mejores prácticas preventivas y prescripciones de medidas de corrección a los empleadores para que se evite la nueva ocurrencia de estos indeseables siniestros y además del eventual impacto en las cotizaciones, según la siniestralidad que presente el mismo empleador.

Este cambio podría generar incentivos perversos y distorsiones, similares a las observadas en la salud común, donde el aumento de costos y la ineficiencia perjudican a los usuarios finales. Las reformas deben enfocarse en mejorar lo que ya funciona, no en fragmentarlo, asegurando siempre el bienestar de trabajadores y ciudadanos.

Héctor Jaramillo G.

Médico especialista en Salud Ocupacional

Gerente Corporativo de Seguridad y Salud en el Trabajo

Mutual de Seguridad

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