Probablemente, todos y todas hemos vivido esa situación, a veces incómoda, de tener que desabrocharnos el primer botón del pantalón después de una comida abundante cuando nos sentimos satisfechos y no nos entra ni un bocado más en el estómago.

En Tik Tok, esto se ha vuelto un tema de conversación recurrente. Sin embargo, no se habla del simple hecho de hincharse después de comer mucho o de probar cosas nuevas, algo que nos pasa a todos a raíz del proceso de digestión de los alimentos.

Lo que muchas personas jóvenes, especialmente mujeres, han empezado a compartir, es el otro extremo: el vivir hinchadas de manera frecuente. Es decir, con una inflamación abdominal no provocada por una ingesta excesiva, sino solo por el hecho de comer algo en la mañana o incluso, tomar agua.

Si se busca en las etiquetas o títulos de estos videos, una de las razones que los y las usuarias atribuyen a este problema es el famoso sobrecrecimiento bacteriano intestinal o más conocido, por sus siglas en inglés, como SIBO: Small Intestine Bacterial Overgrowth. Una afección que se produce cuando las bacterias que normalmente se encuentran en el intestino grueso, colonizan en exceso al intestino delgado generando un desbalance en la microbiota intestinal.

Si bien los síntomas del SIBO son variados, en general, se caracterizan por ir desde hinchazón abdominal hasta estreñimiento, diarrea o gases. Así lo explica la usuaria argentina Mía Martínez (@michumartinez99): “No estaba embarazada de 9 meses, sino que tenía gases. De repente no comía y tenía la panza inflada como sapo. Estaba muy constipada y siempre tenía problemas de estómago. Y lo dejé estar mucho tiempo porque consideraba que era porque estaba nerviosa, y es verdad, pero claramente había algo más: una sensación de pesadez incluso estando en ayunas”.

La nutricionista Belén Sánchez (@nutricion.bs), especialista en patologías digestivas; cuenta que, de los más de 1.000 pacientes que ve al año, más de un 80% es diagnosticado con SIBO. Es por eso que explica que, si bien esta patología siempre ha existido, su conocimiento se ha masificado ahora gracias al estudio de la microbiota. “Antes se diagnosticaba mucho colon irritable a la gente que tenía estreñimiento o diarrea, sin explicación fisiológica. Y hoy en día se sabe que, detrás de ese diagnóstico, puede haber SIBO. Hay estudios que hablan hasta de un 80% en esa prevalencia. En España, de hecho, recién hace unos años empezamos a hablar de microbiota, entonces todavía muchos médicos digestivos o especialistas no se han dado el tiempo para estudiarlo”.

Si bien todavía no se conocen las razones que generan este desequilibrio en las bacterias intestinales, se cree que hay ciertos factores que podrían propiciarlo, como por ejemplo, el uso prolongado de antibióticos, las alteraciones anatómicas generadas luego de una cirugía bariátrica o los trastornos que afectan la motilidad intestinal, como la diabetes mellitus, el hipotiroidismo, la enfermedad de Crohn, entre otros.

De los más de 1.000 pacientes que ve al año, más de un 80% es diagnosticado con SIBO. Es por eso que explica que, si bien esta patología siempre ha existido, su conocimiento se ha masificado ahora gracias al estudio de la microbiota.

La gastroenteróloga de la Red de Salud UC Christus, Paula Rey, también ha visto un aumento en las personas que llegan por sospechas de SIBO a su consulta. Para poder detectar esta patología, dice, el método más utilizado es el test de aire espirado con lactulosa, un examen que mide, a través de muestras respiratorias, los niveles de hidrógeno y metano en el aire exhalado; los cuales, en condiciones normales, solo deberían encontrarse en cantidades mínimas. Cuando hay SIBO, esos gases se disparan. “El tratamiento, por otro lado, es en base a antibióticos y si es posible, manejar la o las condiciones predisponentes para disminuir la posibilidad de recurrencia”, puntualiza.

Además de dicho manejo farmacológico, otra de las intervenciones más efectivas en el tratamiento del SIBO es la prescripción de una dieta baja en carbohidratos fermentables o FODMAP, por sus siglas en inglés. Dichos carbohidratos -de cadena corta: azúcares, almidones y fibra- se encuentran en una amplia variedad de alimentos y pueden ser mal absorbidos en el intestino delgado, especialmente en los casos de personas que ya tienen estos problemas gastrointestinales. “Esta pauta tiene el objetivo de disminuir el malestar mientras se está tratando el problema”, dice Belén Sánchez.

Aunque alivia los síntomas de manera efectiva, la especialista indica que la dieta baja en FODMAPs debe ser realizada bajo supervisión de un/a nutricionista al ser altamente restrictiva. “De hecho, no se aconseja por más de seis semanas. Esto se hace en tres etapas. Inicialmente, se eliminan los alimentos con contenido elevado o moderado en FODMAPs, y luego de eso se reintroducen poco a poco dependiendo de la tolerancia de cada paciente. En este proceso, muchos se asustan y quieren eliminar alimentos para siempre porque les generan hinchazón. Como profesional, uno tiene que estar ahí, acompañándolos para seguir de otra manera y lograr reintroducir el 100% de los alimentos, porque eso es lo que necesita la microbiota: variedad en la alimentación”, concluye.