¿Por qué hincharse nunca fue normal?
Me llama la atención que muy seguido escucho a pacientes en la consulta realizar afirmaciones y comentarios sobre síntomas como si estos fueran normales. Síntomas que se han quedado instalados por tanto tiempo en sus cuerpos, que quienes los sufren han aprendido a vivir con ellos con total normalidad y naturalidad. Uno de estos síntomas es la hinchazón. “Vivo hinchada” suelen decirme. Y, si bien hay personas que efectivamente viven llenas de gases o con algún síntoma gastrointestinal, viven con esto como si fuese parte del funcionamiento de su cuerpo cuando en realidad muchas veces puede ser un síntoma limitante. Y es que vivir hinchado es vivir con incomodidad, con dificultad para poder disfrutar de un evento social, es estar constantemente alerta de lo que se puede o no comer. Es no poder estar cómoda en unos pantalones o, peor aún, no poder cerrarlos.
Existe la errada creencia popular de que hincharse es normal. Y la verdad es que no lo es: la hinchazón crónica no es normal, y habla de mucho más alteraciones que solo gases. Hincharse nunca fue normal, es más bien un síntoma silencioso de que tu intestino no está lo suficientemente sano y de que seguramente hay repercusiones en otros sistemas de nuestro cuerpo.
Hay diferencias en lo que podría ser esperable y otras situaciones en la que existe una base que hay que ir a sanar para poder gozar de salud. Y es que detrás de esa hinchazón muchas veces existe una mala absorción, una inadecuada síntesis de vitaminas, macronutrientes y neurotransmisores. Despertarse en las mañanas inflado o bien comer cualquier alimento y que este genere hinchazón y gases es muy diferente a no tener el hábito de consumir mucha fibra, y comer legumbres e hincharse. Porque una flora intestinal sana digiere perfectamente la fibra sin generar molestias, ni hinchazón ni gases.
Aunque resulte extraño, la flora intestinal es la base de importantes sistemas y tiene un rol muy importante en nuestro sistema inmune, porque es en nuestro intestino donde hay una de las primeras barreras de virus y bacterias, lo que desencadena una cascada inflamatoria para defendernos y también la formación de células inmunes. Ahí se produce la síntesis de importantes biomoléculas indispensables para nuestras salud mental: serotonina y dopamina; y a partir de las bacterias que habitan en él se producen vitaminas y ácidos grasos de cadena corta, siendo estos mismos nutrientes para la barrera intestinal.
¿Qué otros síntomas podrían estar asociados a tener una alteración en tu flora intestinal y que jamás pensarías que su raíz esta en tu intestino? Cansancio, letargo, desanimo, incluso depresión por falta de neurotransmisores. Podría existir deficiencias nutricionales aún teniendo una alimentación variada en alimentos de alta calidad nutricional. Si se mantiene y se vuelve una constante, se podría desarrollar un estado inflamatorio crónico, el cual es la puerta al desarrollo de alteraciones cardiovasculares.
¿Cómo podríamos mejorar este síntoma? Modificando nuestra flora intestinal, priorizando el crecimiento de bacterias beneficiosas. Para ello, hay una seria de acciones que todos podemos hacer. Y aunque funcionan, también hay casos en que es necesario hacerlo con la ayuda de una especialista.
Acá dejo algunos consejos:
- Disminuir azúcares y endulzantes.
- Hacer un ayuno de mínimo 12 hrs.
- Priorizar fibra procedente de verduras, raíces y tubérculos.
- Disminuir la lactosa y gluten, simplemente para bajar la inflamación, después lo puedes reintroducir.
- Consultar con un especialista para evaluar qué cepa de bacterias (probióticos) es importante consumir.
Camila es Nutricionista – Health Coach. Instagram: @camilaquevedot
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