Columna de Diego Aravena y Juan Pedro Pinochet: “Perdimos todos. Sobre la Constitución y la necesidad una visión compartida”

La propuesta de Nueva Constitución

"El camino constitucional ha sido un intento de dar una respuesta institucional a una inquietud social de proporciones. Pasamos de la calle al escaño, pero faltó un espacio para ponernos de acuerdo, a menor escala".


En diciembre del 2023, Chile nuevamente se encontrará en las urnas para definir su futuro constitucional. En un segundo intento, se espera cerrar el proceso constitucional que surgió como respuesta al estallido y las demandas sociales. El escenario actual es distinto al que vivimos el 2022, no solo la propuesta es radicalmente opuesta, sino que además -a días de las elecciones- contamos con un 46% de interés ciudadano respecto a estas elecciones, el cual alcanzaba un 76% en el proceso anterior.

El camino constitucional ha sido un intento de dar una respuesta institucional a una inquietud social de proporciones. Pasamos de la calle al escaño, pero faltó un espacio para ponernos de acuerdo, a menor escala. Perdimos la oportunidad de llegar a grandes acuerdos, entre las personas, organizaciones, el Estado y las empresas. Los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como país y sociedad, -el cambio climático, crisis de legitimidad ciudadana, cohesión social- requieren de negociar, de comprenderse, para así construir una visión compartida de lo que esperamos para el futuro.

El año 2011 Porter y Kramer acuñaron el concepto de “valor compartido” como un mecanismo para que las empresas junto con generar valor económico contribuyeran por medio del desarrollo de valor social. El desafío de las empresas es avanzar en modelos de creación de valor que contribuyan al negocio y a la sociedad; y eso no se alcanza mitigando impactos o haciendo donaciones a instituciones benéficas.

La creación de valor compartido no es sencilla y se dificulta aún más cuando no se comienza por una “visión compartida”, lo cual aplica tanto para el desarrollo de una empresa, como el desarrollo de nuestro país. No existe otra vía para el desarrollo de largo plazo, sino es a través de espacios de negociación reales entre las empresas y sus grupos de interés -ciudadanía y el mundo público-.

Las empresas han observado de cerca el proceso constitucional, pero deben comprender que no son parte del “público”, sino que actores protagónicos en la búsqueda de una visión común. Solo de esa forma podrán responder a los desafíos del contexto, comprendiéndolo y diagnosticándolo con otros.

Para poder avanzar en esta visión compartida es esencial disminuir las asimetrías de información para poder así tener un diálogo horizontal entre pares. Solo de esta forma, las empresas se entenderán como vecinos con los cuales se convive y se dialoga por el hecho de compartir un espacio común. Por último, como en todo espacio de diálogo, todos tienen que estar dispuestos a ceder, lo cual es más sencillo, si se comienza con escalas locales, para luego ir ampliando y creciendo.

La invitación es impulsar un modelo de negociación empresa-ciudadanía a nivel local, escalable y replicable. Tal vez así superemos la derrota de no encontrarnos, y aunque no sea por una carta magna, construyamos finalmente una visión común.

* Diego Aravena es consultor senior en Gestión Social y Juan Pedro Pinochet, es socio en Gestión Social

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