En sus años de adolescencia, Francisco Pozo Núñez descubrió el inmenso mundo de la física y los fenómenos del Universo. Esa pasión lo llevó en 2004 a empezar sus estudios de Ciencia en la Universidad Católica del Norte. Tras obtener la Maestría, y con el anhelo de seguir creciendo y  encontrar fuentes de financiamiento para sus proyectos, emigró a Europa en 2012.

Hoy, con 32 años, y radicado hace cinco en Heidelberg, Alemania, Francisco logró despertar el interés de Nature, una de las revistas científicas más reconocidas a nivel mundial. El medio publicó en su última edición los avances del Dr. Pozo sobre un tema que desvela a la humanidad desde hace siglos: los agujeros negros supermasivos. ¿Qué son, exactamente? ¿Cómo funcionan? ¿Pueden verse desde la Tierra?

En conversación con Qué Pasa, el astrónomo brindó detalles sobre su investigación y explicó el valor de los resultados obtenidos:

¿Cómo se conformó el grupo de investigación para estudiar los agujeros negros supermasivos?

Este proyecto lo llevamos a cabo en la Universidad de Haifa, Israel, junto a otros dos astrónomos. Contamos con la colaboración de la Universidad de Tel Aviv y la Universidad de Bochum en Alemania, y financiamos la investigación con fondos de un convenio alemán/israelí. El objetivo principal era estudiar el interior de las galaxias activas que tienen los agujeros negros supermasivos. Un análisis de este tipo debe hacerse durante un largo periodo de tiempo, por eso tardamos alrededor de tres años en llegar a las conclusiones.

¿Cómo se detectan los agujeros negros supermasivos desde la Tierra? ¿Es fácil localizarlos?

No pueden observarse directamente, ni siquiera con telescopios de ocho o diez metros de diámetro en su espejo. Los investigadores aplicamos técnicas indirectas como la medición de la energía del agujero negro que aparece a causa de las explosiones y las estrellas que caen en él. Los agujeros negros están rodeados por un disco de acreción compuesto de gas y polvo interestelar. Cuando ese polvo está sometido a mucha presión, se produce un material de alta densidad, foto ionizado. Y ese material puede apreciarse a través del telescopio.

¿Qué aportes realiza esta investigación a la Astronomía? ¿Por qué la revista Nature se interesó?

Nuestro estudio tiene un impacto directo sobre la medición de las propiedades físicas fundamentales de los agujeros negros supermasivos y su evolución en el Universo.

Durante los últimos 30 años se ha intentado estudiar la energía procedente de estos agujeros. Lo novedoso de nuestro estudio es que utilizamos un sistema de observación que nos permite distinguir no solamente la energía del disco de acreción, sino también la que existe en sus alrededores. Pudimos detectar el material que se ubica en las proximidades del disco de acreción. Para ello aplicamos una serie de filtros astronómicos, elegidos específicamente para este trabajo, que dejan pasar solamente una cierta cantidad de radiación y que permiten ver las emisiones que vienen de las proximidades del disco de acreción.

La revista Nature también valoró nuestro estudio porque trabajamos con telescopios chicos (de 46 centímetros, pertenecientes al observatorio Wise de la Universidad de Tel-Aviv). Esto abre la puerta a que otros investigadores, con los mismos recursos, puedan hacer exploraciones como las que hicimos nosotros.

¿Cómo podría explicar, al público general, en que consiste un agujero negro?

Aunque hay de diferentes tipos, podemos definirlo como una fuente muy grande de gravedad que atrae a todo lo que se acerque, incluida la luz. Todo lo que entra en un agujero negro, no sale.

Los agujeros negros supermasivos son los que se encuentran en los centros de las galaxias. Cada galaxia del universo tiene un agujero negro supermasivo que la mantiene equilibrada y unida. La pregunta que todavía queda sin responder es: ¿Qué se creó primero, la galaxia o el agujero negro?

La Vía Láctea, por ejemplo, tiene un agujero negro que no es extremadamente activo. No devora tantas estrellas por año, en comparación con otros agujeros negros. Otras galaxias, mucho más lejanas, tienen agujeros negros muy activos, devorando muchas estrellas por año, generando grandes cantidades de masa y gravedad. Son agujeros poderosos, luminosos, y es posible conocer su existencia a distancias muy lejanas. La gran luminosidad que generan los hacen observables con telescopios muy pequeños.

¿Cuáles son sus planes para el futuro? Le gustaría volver a Chile?

Si, claro. Quisiera volver a Chile para continuar con mis investigaciones. Por el momento tengo un contrato de post doctorado (investigador) y me gustaría seguir estudiando los agujeros negros supermasivos, hacer un monitoreo más grande e involucrar a nuevos observatorios que nos permitan obtener más y mejores estadísticas.

El artículo publicado en Revista Nature está disponible en el siguiente link: