Una de las cosas entretenidas de ser coach ejecutivo es lo inesperado, pues trabajar en organizaciones y en equipos humanos limita nuestro control.

En las empresas los coach no solo estamos en la tranquilidad de nuestra consulta u oficina, sino que tenemos que navegar en todo tipo de peceras.

Y cuando ya me estaba aclimatando a las aguas de la consultora que gerenciaba Miguel Ángel, apareció una nueva actriz en la escena.

Una socia que quería conocerme y hablar de Hans y Sergio.

Hasta aquí, todo bien, pero fue el mismo Miguel Ángel el que encendió las alarmas y me citó de urgencia en su oficina.

Si puedes… veámonos en la tarde…

Esa tarde llegué a la oficina de Miguel Ángel, quien me recibió con su clásica amabilidad. La reunión empezó con ritmo calmo, pero al poco andar sentí que mi interlocutor aceleraba las palabras, estrechaba los movimientos de sus brazos y no pestañeaba.

"Sebastián, en la última reunión de directorio, María Cristina, una de las socias más antiguas e hija mayor de nuestro socio-fundador, puso sobre la mesa su indignación por los casos de Hans y Sergio. Te explico. Ella es la defensora número uno de Hans y encuentra que es una pésima señal que uno de los ejecutivos más íntegros de la empresa, esté en un proceso de coaching. Peor aún, encuentra insólito que Sergio esté en otro proceso, con el mismo coach. Te explico. María Cristina es la que puso el grito en el cielo con la situación del Ruso, a quien ya antes del matrimonio lo tenía en capilla. Ella estaba en el matrimonio, vio todo y no puede creer que no solo no lo hayamos desvinculado, sino que además le contratemos un coach… el mismo de su protegido.

Mira Sebastián, pese a mis canas y a lo mucho que la conozco, a mí se me apretó la guata, pues en esa misma mesa estaba el suegro de Sergio y el padre de la novia. El aire se cortaba en la reunión y en un momento era tanta la tensión que me levanté para abrir las ventanas, lo que es bastante ridículo, pues estas nunca se han podido abrir. Por suerte mi torpeza dio paso a todo tipo de bromas que distendió el aire y varios socios aprovecharon ese momento para irse. Y ahí quedé a solas con María Cristina, quien me exigió "hablar contigo".

Dicho esto, Miguel Ángel me acompañó donde su secretaria y le pidió a ella que me ayudara con la agenda de María Cristina. La secretaria sonrío y me dijo que me estaban esperando en la sala de reuniones dos.

Te acompaño.

Miguel Ángel me dejó en la puerta de madera, tocó, abrió y la vi sentada.

Acto seguido mi anfitrión desapareció y la mujer, de impecable azul, me indicó con la mano que entrara y tomara asiento, sin levantar la mirada de la pantalla de su laptop.

Me senté y por el rabillo del ojo vi que estaba revisando la propuesta de coaching que le había enviado a Miguel Ángel.

Hasta ese momento pensé que era incómodo estar sentado frente a una mujer que no me miraba, pero cuando segundos después se sacó los anteojos y me miró a la cara, deseé que volviera a sus asuntos.

Quería desaparecer.

"Hola Sebastián, estaba revisando tu propuesta. Me parece bien completa, pero me surgió una duda… o varias… La primera… y perdona que sea tan directa… ¿qué se necesita para ser coach? ¿Cualquiera puede serlo? ¿O hay que estudiar algo en particular? ¿Hay una edad aconsejable?

Quedé en blanco, pero dio igual, pues María Cristina juntó las manos… manos largas, fuertes y bien cuidadas… y de forma muy pausada… siguió hablando…

"Y me pregunto estas cosas pues no logro entender como alguien más joven que Hans puede asesorarlo, sobretodo si tu formación es totalmente ajena a este negocio. Por lo que yo entiendo los coach de fútbol han sido futbolistas y lo mismo los tenistas.

¿O me equivoco?"

Iba a responder… o al menos… lo iba a intentar… cuando María Cristina dirigió su mirada a la pantalla y me pidió la esperara con un gesto de mano.

Segundos… o minutos después… la mujer de impecable azul me mira y me dice:

"Mira Sebastián, disculpa que sea tan entrometida, tal vez no corresponda, pero como Miguel Ángel no me pasó tu curriculum, revisé tu Linkedin. Interesante carrera. Algo sui generis. Trabajaste en buenas consultoras y has tenido buenos clientes, muchos proyectos, pero dime una cosa… ¿qué haces con tanto tiempo libre?

Silencio…

"Espero no te ofendas, pero una de mis tareas habituales es revisar los curriculum de todos los postulantes. Podríamos decir que soy una caza talentos o una head hunter innata. Tengo buen ojo y yo misma los entrevisto. Si sobreviven es un éxito asegurado. El problema aquí, aunque se enojen conmigo, es que mezclamos excelentes ejecutivos como Hans, con los "hijos de" y siendo bien honesta, el talento no se hereda necesariamente. Estas cosas no se pueden decir ahora, porque todos se ofenden, pero si Sergio no estuviera casado con la hija de Ricardo, otro gallo cantaría para ese atorrante".

Silencio… incómodo silencio… y de repente… como si la película hiciese un vertiginoso giro, María Cristina me sonríe y contra-ataca:

" ¿Y? Me tienes metida. ¿Qué haces con tanto tiempo libre?"

Intenté balbucear una respuesta… cuyo contenido no recuerdo… pero sí tengo claro que le enumeré las clases que hacía, las horas de consulta, algunas consultorías … y ella… inmutable… me dejaba hablar.

"¿Eso es todo? Bueno, ahora dime, para calcular, ¿cuántos clientes ves a la semana en tu consulta y a cuántos visitas en empresas?"

Tras un breve silencio, María Cristina sugirió un número muy certero con cara de interrogación… lo pensé… y antes de que respondiera me dijo que tenía que tener claro este tipo de cosas.

"Mira Sebastián, yo tengo buen ojo y aunque suene pedante, raramente me equivoco. Yo no entiendo lo que haces, pero me pareces un tipo inteligente y creo que estás perdiendo mucho tiempo. Y entiéndeme bien, no creo que pierdas tiempo con tu consulta, ni con tus lecturas, ni con las clases o las cosas que escribes. Yo creo que te estás perdiendo en este mundo tan superficial del coaching, en sujetos tan siúticos como Miguel Ángel, que aunque lo adoro, lo único que quiere es agradar y seguir la última moda. Y ese eres tú y tu coaching…"

Gracias a Dios, pues en ese momento lo único que me quedaba era la esperanza de que esta reunión en algún momento se acabara, apareció la secretaria con dos cafés, una elegante jarra de cristal y dos vasos de agua.

Finalizada la interrupción, María Cristina siguió hablando y ya a esta altura sentía los labios pegados por el miedo.

"Me alegra que escuches Sebastián. Es algo muy raro en los hombres… y bueno, me imagino que ser coach y hacer las cosas que haces te hacen un poco distinto, pero en el fondo eres como cualquier hombre y entiendo el juego de Miguel Ángel, pues es el juego de todos los hombres. Ustedes son solidarios entre ustedes y nuestro gerente general quiere salvar al Ruso contratándote a ti para hacerle un favor a su amigo, el padre de esa chica que no sé con que ojo se fue a casar con ese cosaco. Pobrecita".

Como si mi sobrevivencia emocional dependiera de ello, tomé la taza de café y agarré una media luna que no me pude comer… pues ya dudaba si debía hacerlo… y cómo hacerlo…

"Bueno Sebastián, me alegra haber conversado contigo y espero que la próxima semana me cuentes como ves a Hans. Él sí vale la pena. Y aunque no entiendo que trabajas con él, el está contento contigo y se le ve más aliviado. Del otro, me gustaría no saber nada, pues es una pérdida de plata. Sólo espero que después de todo lo que te he contado, no te prestes para los juegos de estos pobres hombres. Espero un buen informe".

La reunión se acabó y sonreí al constatar que había sobrevivido… hombre de poca fe…

Y es que si bien la adrenalina me mantuvo alerta las más de dos horas que duró este primer encuentro, recuerdo perfectamente lo agotado que quedé y lo nervioso que me puse al pensar que vendría un nuevo desencuentro.

De a poco Miguel Ángel, María Cristina, Sergio y Hans… pasaron a ser los principales actores de mi bóveda craneal… y ya les contaré como uno a uno… los fui liberando de mi drama mental…