Fractura suprema: las esquirlas del caso de corrupción en Rancagua han dividido posiciones en el máximo tribunal

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Tras el estallido del escándalo de la Corte de Rancagua han crecido las críticas al interior de la Corte Suprema. Los dardos apuntan a su líder, Haroldo Brito, a quien se responsabiliza de no defender la institución y no tomar medidas enérgicas frente a una de sus peores crisis.


¿Me está recusando, ministro Aránguiz?

Uno de los supremos presentes en el pleno del 17 de abril describe la tensa escena que protagonizó el expresidente del máximo tribunal Hugo Dolmestch y el ministro titular de la Tercera Sala, Carlos Aránguiz. Este último -según el relato- le enrostró a Dolmestch su alto cargo en la masonería lo que -a su juicio y de otros presentes- lo inhabilitaba para intervenir en esa reunión extraordinaria convocada por los supremos para abordar la crisis de Rancagua.

Dolmestch se rió. Pensó que Aránguiz bromeaba, pero este no titubeó. El resto de los presentes señaló no ver una causal para que el presidente de la Sala Penal diera su punto de vista acerca de la situación que afectaba a los ministros Emilio Elgueta, Marcelo Vásquez y Marcelo Albornoz, los tres en la mira de la fiscalía por delitos vinculados a actos de corrupción.

El mensaje de Aránguiz -en todo caso- no dejaba lugar a dudas. Los jueces pertenecían a la logia Jorge Washington Nº 56 de Rancagua hasta fines de marzo, cuando fueron desvinculados por la Gran Logia en medio del escándalo. Dolmestch, por su parte, tiene el máximo grado de los integrantes de este grupo y es la figura más potente de los masones que va quedando en el Poder Judicial. Ese día fue el único de esa cofradía que intentó tomar la palabra.

Al impasse le siguió una votación estrecha, en que por nueve votos a ocho los ministros de Rancagua evitaron que se les abriera un cuaderno de remoción de forma inmediata. El pleno del máximo tribunal optó, en voto de mayoría, por esperar los resultados del sumario que instruye la suprema Rosa María Maggi (ver perfil). Lo ajustado del resultado terminó por resentir los ánimos entre quienes creían que se había perdido una oportunidad para dar un golpe de efecto y desmarcar a la Corte Suprema de potenciales actos de corrupción.

Las consecuencias de la discusión de ese día y la crisis de la VIRegión han generado en el máximo tribunal del país una división entre sus miembros como pocas veces se ha visto, al punto que se han resentido relaciones personales.

El grupo de la Tercera Sala liderado por Sergio Muñoz, Carlos Aránguiz, María Eugenia Sandoval, Arturo Prado y Ángela Vivanco se ha preocupado de pedir celeridad a la jueza Maggi. Es así como esta semana la magistrada ya dio por cerrada la etapa investigativa y comprometió al pleno que en un plazo de 15 días entregara el informe que sellará el futuro de los tres jueces rancagüinos.

La preocupación respecto de que las esquirlas de lo ocurrido en la VI Región puedan llegar a otros estamentos del Poder Judicial ha sido un tema abordado en privado por los supremos, aunque Maggi ya descartó que más funcionarios judiciales hayan aparecido en las pesquisas.

Aunque la situación de Elgueta y sus compañeros había salido del foco de atención debido a la disputa que protagonizaron, a propósito de este caso, el fiscal Sergio Moya y su superior, el fiscal regional de O'Higgins, Emiliano Arias, el ambiente en la Corte Suprema se ha mantenido enrarecido, en especial porque la indagatoria del Ministerio Público es secreta incluso para Maggi, pese a las coordinaciones entre ambas instituciones.

En el Palacio de Tribunales hay quienes se topan en los pasillos del recinto y ni se miran, dicen funcionarios que han sido testigos de estos desaires. "Falta valentía para asumir que estamos frente a hechos gravísimos y que como tal se debe actuar de forma responsable y con celeridad, si no ¿cómo se paran los jueces del país a juzgar a imputados si nosotros mismos no somos capaces de actuar frente a los nuestros?", dijo un integrante de la Suprema que hace un diagnóstico severo de lo que está ocurriendo en las cúpulas.

Otro sostiene que hay decepción, porque incluso algunos jueces bajaron el perfil de lo ocurrido en la VI Región: "No es para tanto", habría sostenido un supremo.

La fractura en el máximo tribunal del país amenaza con convertirse en una grieta definitiva que podría impactar en la elección de noviembre, cuando sea el turno de votar por el sucesor de Haroldo Brito, el actual presidente de la Corte Suprema.

La sombra de Muñoz

Cada vez que la Corte Suprema o el Poder Judicial ha estado en el blanco de las críticas en estos dos últimos años ha surgido la figura del ministro Sergio Muñoz, en desmedro de quien debería ser la principal voz, el presidente Brito.

Ya pasó el año pasado, cuando tres miembros del máximo tribunal fueron blanco de una acusación constitucional que no prosperó, pero en la que el presidente de la Tercera Sala tuvo un destacado rol, asestando un duro mensaje a los otros poderes del Estado: "Ni el Presidente o el Congreso pueden revisar los fundamentos de los fallos". Esto último luego de que un sector de la oposición acusara a jueces de la Sala Penal por entregar beneficios a condenados por delitos de lesa humanidad. Brito, en cambio, mantuvo su período de vacaciones.

Ahora que al interior del Poder Judicial ha estallado una supuesta red de corrupción en que incluso se investiga cohecho por el presunto pago de parte de imputados para lograr su libertad en la corte rancagüina, nuevamente ha destacado la imagen de Muñoz, eclipsando la influencia de Brito, al punto que -incluso sus más cercanos- califican su período como uno "de bajo perfil".

Muñoz no ha dejado espacio para marcar impronta. La primera semana de abril en que subrogó a Brito -quien según su agenda estaba en comisión de servicio- aprovechó de dar un mensaje público. Durante la ceremonia de títulos de los estudiantes de Derecho que juraron ante la Suprema el viernes 5 de abril abordó lo sucedido en Rancagua. "El Poder Judicial ha promovido el respeto de la ética, la probidad y la legalidad. Hechos como los investigados en la jurisdicción de Rancagua nos permiten advertir que la tarea siempre está en construcción, nunca es suficiente instar por el respeto de aquellos principios en el ejercicio de la función judicial. Debemos redoblar nuestro compromiso y esfuerzo en la promoción de la ética", apuntó.

Pese a que desde diciembre los hechos eran investigados en el ámbito administrativo por Maggi, la intervención de Muñoz fue la primera voz desde el Poder Judicial que condenaba de forma directa la situación descubierta en la VIRegión.

Brito, en tanto, el 8 de abril se refirió a la investigación del Ministerio Público: "Estamos muy conscientes de que estamos viviendo hechos graves, y conscientes también de que debe proseguir la aplicación del sistema, que esto se investigue, que esto se esclarezca y, de haber responsabilidades, que se hagan efectivas".

Algunos en el pleno resienten que la voz de su presidente sea tan poco enérgica frente a los hechos más graves que han afectado al Poder Judicial en años, develándose presunto tráfico de influencias, prevaricación y -según se sospecha- incluso sobornos, que son indagados por el Ministerio Público.

Consultado por Reportajes, Brito se hace cargo de la división que se ha instalado en la Corte Suprema tras el pleno del 17 de abril. "Lo que pasa es que el derecho es una ciencia que admite posiciones distintas, el derecho es interpretable. Respecto de un mismo punto las personas tienen posiciones que son distintas. Y si bien eso en un momento determinado se cuenta, no es más que una apreciación diferente de un mismo aspecto jurídico. Así que no debe extrañarle a usted ni a nadie que las personas piensen distinto y jurídicamente es de extremada frecuencia que pensemos diferente".

El presidente de la Corte Suprema, además, desdramatizó que Elgueta, Vásquez y Albornoz hayan sido parte de la Masonería, grupo al cual él también adscribe, asegurando que tal calidad no influye en las decisiones. "Cuando usted tiene un sistema (de justicia) formado por jueces profesionales va a recibir respuestas profesionales. La pregunta desde la perspectiva que usted lo está planteando no tiene ninguna incidencia", sostuvo. Además, agregó que la votación estrecha del pleno del 17 de abril no respondía a divisiones entre jueces cercanos a la masonería y quienes no lo son, puesto que, a su juicio, "lo que no puede perderse de vista es que en el país se cuenta con tribunales de derecho y con profesionales del derecho y de la judicatura en especial, y eso es un mecanismo tranquilizador. Hay veces en que hay tres o cuatro posturas distintas".

El ocaso de los masones

Reconocidos solo hay dos masones en la Corte Suprema. Uno de ellos es el presidente Haroldo Brito, quien está "en sueño", es decir, si bien adscribe a estos grupos no está activo, y el otro es Hugo Dolmestch. Este último tiene el grado 33, que dentro de la Gran Logia es el máximo título al que una persona puede aspirar en Chile.

Desde hace tiempo que el "poder masón" -señalan los entendidos- al menos en las cúpulas del Poder Judicial ya no es tal. La salida de reconocidos miembros de la logia, como Rubén Ballesteros, Nibaldo Segura y Urbano Marín, dejaron atrás los tiempos en que la Corte Suprema se dividía en alianzas de católicos versus masones y laicos. Hoy por hoy, los grupos se adscriben detrás de líderes.

En noviembre, el máximo tribunal debe elegir al sucesor de Brito. No fue fácil, ni estuvo exento de polémica la llegada a este cargo del actual presidente que no cuenta con el apoyo unánime de los miembros del máximo tribunal. Para algunos es evidente que el no haber enfrentado a paso firme la acusación constitucional de sus colegas y la crisis en Rancagua socavaron su periodo e incluso jueces cercanos a él, como el ministro Dolmestch, han resentido su poco protagonismo para defender a la Corte Suprema.

"Ya ni siquiera estamos incluidos en las grandes discusiones, por ejemplo en el tema de Rancagua se ha instalado el debate sobre el sistema de nombramientos, todos opinan, menos nosotros", dice un supremo que está de acuerdo con el diagnóstico respecto de que para el próximo periodo se necesita un hombre o una mujer que pueda enfrentar con tono firme las críticas y cambios que se quiera realizar al Poder Judicial.

Por antigüedad corresponde que sea Guillermo Silva el próximo presidente, quien cuenta con el respaldo de sus pares, aunque -al igual que Brito- tiene críticas por poco carácter. Así ha comenzado a sumar fuerza la idea de que Muñoz sea, por segunda vez, presidente de la Corte Suprema, un hecho inédito en la historia del país.

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