Mulán: la vuelta de la mayor guerrera de Disney
La superproducción de Hollywood más sacudida por la pandemia finalmente llega este viernes a Chile a través del streaming. Dos de los principales miembros del equipo revelan a Culto la trastienda y lo que implicó alejarse de la película animada de 1998.
En marzo, a quince días de la fecha original definida para el arribo de Mulán a salas chilenas, el productor Jason Reed lanza a Culto algunas certezas y después un vaticinio: “En última instancia, si se trata de la salud y la seguridad de las personas, el estreno de la película parece un poco pedestre. Sin embargo, creemos que hemos creado un entretenimiento a gran escala y épico para toda la familia. Podremos llevarla a los cines de todo el mundo para que el público la haga suya. Ya sea en dos semanas, en un mes o en más que eso, estamos seguros de que el público se conectará con esta historia y la disfrutará”.
Excepto en algunos países de Europa y Asia, donde llegó a salas en septiembre -en China decepcionó en taquilla-, la nueva cinta de Disney inspirada en el poema narrativo La balada de Mulán terminó lejos de la gran pantalla. Tras múltiples cambios en el calendario producto de la crisis sanitaria, el filme debutó en septiembre en la plataforma Disney+ bajo una modalidad premium -pagando cerca de US$ 30 adicionales a la suscripción mensual- y este viernes estará disponible para todos los usuarios del servicio de streaming, proporcionando el estreno absoluto de la película en países como Chile.
Pero hay cosas que no cambian antes y después de la pandemia. Como que al encarar la realización de la cinta (con un presupuesto de más de US$ 200 millones), Reed concede que estaban ante un reto de proporciones mayúsculas. “Sería extraño emprender un desafío tan grande sin tener momentos de duda, pero todos en el equipo creativo estábamos muy inspirados tanto por la película animada como por la larga historia del relato de Mulán en China”, explica al teléfono el productor.
En el nuevo acercamiento a la historia de la guerrera -aquí interpretada por la actriz chino-estadounidense Liu Yifei- prima el espectáculo antes que un deseo por agitar la nostalgia vinculada al filme animado de 1998, o por derechamente recrear la cinta original sin mayor riesgo, la crítica que muchos le hicieron a El rey león en 2019. “La película animada (de Mulán) ya existe y existirá por siempre”, apunta Reed.
De hecho, la superproducción dirigida por la cineasta neozelandesa Niki Caro eliminó de la trama al dragón Mushu y al interés amoroso de la protagonista, Li Shang. También quitó las secuencias musicales. Pero permanece lo central: la historia de una joven que se hace pasar por hombre para que su padre no tenga que ir al frente de batalla, y en medio de la aventura descubre su propio camino.
“La versión live-action de la película nos da la oportunidad de conectarnos realmente con Mulán como una persona real, como un personaje real, y profundizar en su viaje y el enfrentamiento de todos estos desafíos”, detalla el productor, añadiendo que “también queríamos crear más amenazas, así que realmente es importante la acción y la naturaleza emocionante de los elementos que son más posibles de desarrollar en un live-action”.
Parte del rompecabezas de la producción fue que el rodaje se concretó mayoritariamente en locaciones reales de Nueva Zelanda y China. Una cultura a la que la cinta intentó rendir honores con un elenco completamente asiático y “escuchando realmente a las diversas comunidades que tenían algo en juego en cómo contamos la película”, precisa Reed.
“La película de animación tiene un mensaje y un espíritu muy positivo, eso es lo que queríamos mantener. Con el resto teníamos total libertad”, indica por vía telefónica la alemana Bina Daigeler, diseñadora de vestuario del filme, señalando que contó con “todos los medios para desarrollar tu fantasía y tus creaciones”.
Daigeler, conocida por cintas como Volver y Only lovers left alive y la miniserie Mrs. America, declara su satisfacción con el proyecto, la primera superproducción de su carrera. Con sus creaciones define en buena parte el aspecto de Mulán y sus transformaciones, como mujer abocada a la aventura, como joven en busca de un pretendiente según dicta su cultura y, por último, como guerrero y guerrera.
Sobre Niki Caro, con quien colabora por segunda vez y cuya experiencia juntas define como haber trabajado con una amiga, señala: “Creo que se nota un lenguaje muy femenino cuando ves todas las secuencias de acción. Tienen una coreografía muy sensual y también muy emocional. Ella ha logrado realmente plasmar el viaje emotivo y el crecimiento de Mulán. Eso para ella fue algo muy importante, eso lo hace tan especial”.
La cinta además reviste una importancia crucial para Hollywood: es la película más cara dirigida por una cineasta mujer y tiene presencia femenina en puestos claves, como dirección de fotografía y asistencia de dirección.
“Me gusta colaborar con directores y directoras, ambas cosas tienen el mismo interés. Lo importante es que tiene que ser equilibrado, en un equipo tiene que haber igualdad y diversidad. Ese es el mensaje de Mulán y también el mensaje para hoy en día, que las mujeres tenemos que unirnos y tener los mismos derechos en el trabajo que los hombres”, finaliza Daigeler.
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