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Crítica de cine: deeply

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La adolescente Claire llega junto con su madre a una pequeña isla en las costas de algún país con gran mezcla de acentos difíciles de identificar -riesgos de las coproducciones-. Claire, deprimida producto de la muerte de su amado, conoce a Celia (Lynn Redgrave, desperdiciada en este rol) una ermitaña escritora que comienza a relatarle la mejor historia de su autoría, tan llena de lugares comunes y cosas que se ven venir a un kilómetro de distancia, que no es difícil entender por qué la siguen rechazando las editoriales.

Menester es que la historia de Celia no sea tan ficción y que toque ¡justo! los puntos más sensibles de Claire. El relato dentro del relato es el de Silly (Kirsten Dunst), la hija de pescador que, según los habitantes del sector, carga una maldición que puede explicar los problemas por lo que está pasando la comunidad.

Deeply es una película de fantasía, con rasgos de cuento infantil y de representación de teatro de escuela. La fantasía está en creer que Kirsten Dunst podría llegar a ser creíble como una pobre y amachada hija de pescador. Su carácter de cuento infantil corre por la ingenuidad de sus imágenes y su cuidado en que nada sea muy terrible o difícil de solucionar, con excepción del aleccionador final "difíciles lecciones". El teatro escolar se ve en una puesta en escena pobre, torpe y a ratos repetitiva. Con todo lo anterior, se podría pensar que Deeply es una pésima película, pero no lo es hasta el hartazgo. Algunos la encontrarán romántica y hasta les gustará. Y es que no es una historia tan mala, lo que pasa es que está muy mal contada.

Deeply
Director: Sheri Elwood.  Con Kirsten Dunst, Lynn Redgrave, Julia Brendler.  101 minutos. Canadá, Alemania, 2000.TE

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