Opinión

Políticas de emprendimiento e innovación: los desafíos pendientes para el nuevo gobierno

El Presidente Sebastián Piñera.

Con un nuevo gobierno hay caras y miradas nuevas, nuevos enfoques y bríos. Y dentro de los desafíos para el gobierno que acaba de comenzar, en el área de innovación se vislumbran complejos y desafiantes. Las primeras señales no han sido de las más auspiciosas, puesto que siendo éste un tema que debiera tener relevancia política real, no ha sido mencionado aún en lo más mínimo por el ministro de Economía, José Ramón Valente, ni por el propio presidente Sebastián Piñera.

Este silencio es preocupante, y a estas alturas resulta majadero citar la infinidad de estudios que muestran la relevancia y rentabilidad que implica la innovación para el crecimiento de la productividad y del país. Y no basta con fomentar un clima de inversión, ya que facilitar o promover la inversión puede acelerar el crecimiento en el corto plazo, pero a mediano y largo plazo el crecimiento se mueve por incrementos de productividad, los cuales son empujados por la innovación.

Entonces surge la pregunta: ¿Cómo hacemos más barato, de más calidad, más sustentable, nuevo o distinto, lo que hacemos hoy? Este es el primer desafío que enfrenta el gobierno: generar una política potente para impulsar la innovación en el país, con objetivos claros, con métricas para ser evaluado, y con compromiso político, que construya sobre lo ya avanzado y evalúe las políticas para mejorarlas. Este compromiso implica también que se inviertan nuevos recursos públicos que apalanquen inversión privada en innovación.

A pesar de políticas cada vez mejor elaboradas y con mayores recursos, las últimas encuestas de innovación muestran que el porcentaje de empresas que declara innovar es bajo. ¿Por qué puede estar pasando esto? La evidencia reciente está mostrando que, más allá de mayores recursos y política necesarios, una serie de desafíos no abordados hasta hoy, pueden ayudar a explicar el por qué, a pesar de la alta rentabilidad en el papel de la innovación, las empresas en Chile aún no toman este tema en serio de forma masiva.

Por un lado, la alta rentabilidad de la innovación puede verse opacada por la falta de recursos necesarios para innovar exitosamente que pueden no estar disponibles y que son necesarios para aprovechar su potencial valor. Un reciente informe del Banco Mundial, pone un fuerte énfasis en que la capacidad gerencial y de administración es un recurso clave extremadamente necesario para lograr que proyectos nuevos prosperen. Si no hay capacidad gerencial para manejar nuevos proyectos, la cosa se complica. Y las empresas chilenas, según ese, informe no lo hacen bien. La capacidad gerencial de las empresas chilenas está, por ejemplo, muy por debajo de la mexicana. La existencia de incentivos para obtener resultados a cortísimo plazo, plagado en casi todas las empresas chilenas, tampoco ayuda. Esto hace que proyectos con muy alta rentabilidad en el papel puedan no tenerla en la práctica. El Banco Mundial destaca este tipo de problemas como una de las explicaciones de las bajas tasas de innovación.

Por otra parte, estudios recientes apoyados por el BID han permitido identificar para el caso chileno que la falta de demanda por innovaciones parece ser un tema muy problemático para empresas que quieren introducir nuevos productos y servicios, especialmente para empresa que le venden a otras empresas (B2B). Esto quiere decir que, aunque la empresa tenga el personal, los recursos y la visión, y le resulte la innovación, a la hora de introducirla en el mercado, los clientes son reacios a comprar innovación chilena ¿Por qué puede pasar esto? Conservadurismo general de la industria, falta de competencia, incentivos mal puestos a quienes compran productos de otras empresas, fuerte aversión al riesgo y falta de instalaciones para testeo y demostración de productos, son algunas de las hipótesis que manejamos.

Estos son dos de los desafíos que el nuevo gobierno enfrenta al momento de promover la innovación tanto para empresas que quieren empezar a innovar como aquellas que ya lo hacen y cuentan con capacidades para ello. Son dos barreras que se presentan como una oportunidad de expandir el set de políticas de innovación a aquellas que mejoren la capacidad administrativa de las empresas y a instrumentos que bajen el riesgo o el costo de ser "early adopters" de innovaciones chilenas.

Pero, por sobre todo, este gobierno tiene la oportunidad de dar un golpe de timón en emprendimiento e innovación, por medio de la creación de una política explicita, potente y coherente. Todo ello sería un importante avance. Por ello, que aún no se mencione a la innovación como un eje de acción es un contrasentido para una administración que tiene al crecimiento como una de sus prioridades. Esperemos que esto cambie en los próximos meses.

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