Dirigió un cortometraje distópico para la colección de filmes en pandemia Homemade (de la productora Fábula y Netflix) y en julio pasado debutó como jurado del primer Festival de Cannes desde 2019. Eso desde la llegada del Covid, porque antes cultivó una atractiva carrera como actriz en películas como La secretaria (2002) y El caballero de la noche (2008), además de The Deuce, la serie de David Simon y HBO sobre el mundo del porno.

A todas esas múltiples facetas Maggie Gyllenhaal agregó desde septiembre la de cineasta. Al borde de cumplir 44 años, la actriz estrenó en el último Festival de Venecia –con una estupenda recepción– La hija oscura (The lost daughter), su primera vez detrás de las cámaras de un largometraje.

Adaptación de la novela de 2006 de la napolitana Elene Ferrante, la cinta semejaba un desafío intimidante. No solo es un libro autoría de una de las plumas clave de la literatura italiana reciente, sino que el material original cuenta con una naturaleza espinuda, de complejo salto a la pantalla grande. A través de una narración en primera persona, la historia sigue a una académica británica que se va de viaje sola a una isla, donde en vez de encontrar descanso, conoce a una mujer más joven con una hija pequeña que la obliga a enfrentar sus turbulentos primeros años como madre.

Inspirada según ha dicho por el cine de directoras portentosas como Lucrecia Martel, Claire Denis y Jane Campion –también en carrera por los premios, por El poder del perro–, Gyllenhaal ejecuta su traslación apegándose a la novela, al tiempo que dotando de nervio y toques de thriller una trama que transcurre sobre todo en la cabeza de la protagonista, aquí interpretada con delicadeza por Olivia Colman (La favorita, The Crown) y de joven por Jessie Buckley (Pienso en el final).

En el corazón del filme, al igual que en la obra de Ferrante, está una aproximación descarnada a los bordes más sombríos de la maternidad. Un zoom al desgaste diario de la crianza, a la ausencia de culpa por no querer postergarse, a que el amor propio puede ser tanto o más grande que el dedicado a los hijos.

Foto: YANNIS DRAKOULIDIS/NETFLIX © 2021

“Sus libros dicen algo verdadero, honesto, sobre una experiencia femenina en el mundo que yo nunca había oído expresar”, planteó la debutante directora sobre los universos de Ferrante, cuya adaptación en este caso le ha reportado decenas de reconocimientos, comenzando por el galardón a Mejor guión en Venecia y pasando por las cuatro distinciones que recogió en los Premios Gotham. Lo siguiente que podría venir son los Oscar, donde tanto Colman como Gyllenhaal pueden marcar fuerte presencia.

Describiéndola como “efectiva, a veces inquietante y viva”, la revista Time celebró los logros de la cinta. “En el centro de La hija oscura hay una idea atrevida y peligrosa: es una exploración de aquello que la maternidad puede drenar a una mujer: un cambio dramático respecto lo gratificante que es tener y criar hijos (…) Gyllenhaal da forma a estas ideas bellamente, de una manera que se siente minuciosa y exploratoria, nunca crítica. Y tienes la sensación de que se ha enamorado un poco de sus actores.”.

“Mundanos y tabú” son los términos que usa el medio Vulture para hablar de los sentimientos de ambivalencia que plantea la producción en torno a la maternidad. “También es un testimonio de la forma en que la película se desarrolla en un lenguaje paralelo de mujeres, en un vocabulario construido a partir de observaciones minuciosas y gestos casi imperceptibles”

La hija oscura analiza la confusa humanidad de la maternidad con el tipo de enfoque empático normalmente reservado para los gánsteres, asesinos seriales y otros antihéroes”, destaca Los Angeles Times. “El viaje de Leda es retorcido y algo inexplicable (no es, hay que decirlo, violento o abusivo). Pero la belleza y la importancia de La hija oscura es su capacidad para contener dos pensamientos al mismo tiempo: una madre puede amar a sus hijos, profunda, verdaderamente y también necesitar algo más de la vida”, añade.

Foto: YANNIS DRAKOULIDIS/NETFLIX

En el plano local, la crítica de cine Ana Josefa Silva señala en su artículo para Ex-Ante: “Aquí no hay tragedias, ni dramas desgarradores: está, ni más ni menos, aquello que siempre queda a la sombra, la rutina, el cansancio, el hastío. Eso que nadie publica en Instagram (…) Olivia Colman, Jessie Buckley y Dakota Johnson son las astillas que terminan de reconstruir a la mujer rota de La hija oscura”.

Menos convencido, el crítico argentino Horacio Bernades escribió en Página 12: “Más allá de las citas de alta cultura, el conflicto que plantea La hija oscura es de lo más terrenal, y los raccontos que explican el nacimiento de la culpa de Leda son, cinematográficamente, bastante crasos. Ciertas subtramas o embriones de tales (…) parecerían estar solo para llegar a las dos horas de duración. El acto loco de Leda, su transpirada y desamparada confusión, la entrega de Colman corroen en parte, con su vividez, el barniz de película ‘seria’ del que La hija oscura se embebe”.

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