Los distintos miembros del equipo se mueven de un lado a otro para terminar de afinar detalles. En plena coordinación, los departamentos de iluminación, sonido y fotografía parecen tener todo listo para que se dé la orden de “¡acción!”.

Pero en ese instante el director Sergio Castro hace una pausa: mientras aprecia la escena en cuadro ante un monitor en la habitación contigua, advierte un ruido molesto en sus audífonos y pide desconectar un cable en el set. La falla es resuelta. Luego se decreta un silencio sepulcral y la secuencia a filmar empieza a cobrar vida.

En la tranquilidad de la precordillera, a media hora de Santiago, se graba desde comienzos de mayo un nuevo proyecto audiovisual bajo la dirección de Castro y Pepa San Martín. Una amplia casa, a la que se llega tras abandonar la ruta principal y recorrer un camino pedregoso, ahora da la bienvenida con la siguiente inscripción: “Desde 1971. Centro Los Molles. Farellones, Santiago, Chile”.

Ese lugar algo oculto para los visitantes recurrentes del sector es la principal locación del rodaje de Llévame al cielo, la primera serie que la plataforma Disney+ realiza en el país. Producida por Fábula, la ficción se inspira en la novela de la escritora Carla Guelfenbein del mismo nombre, que cuenta la historia de Emilia Agostini, una adolescente que pierde a su papá aviador en un accidente y termina siendo ingresada en un centro psiquiátrico tras ser diagnosticada con depresión.

Aunque la premisa inicial está teñida por la tragedia, sus realizadores explican que no persiguen una reflexión sombría sobre esa etapa de la vida. “Son temáticas muy duras pero de alguna forma siempre se aspira a la luz”, plantea Sergio Castro a Culto en medio de las filmaciones. “Los personajes siempre aspiran a sanar las heridas que tienen”.

El cálido trabajo de arte de la casona –obra de Marichi Palacios– puede ser un buen indicador del espíritu de la trama juvenil. “Quisimos salirnos del estereotipo de centros de salud mental de películas de terror y lograr un lugar colorido, acogedor, sobrio y lleno de pequeños rincones donde esconderse, enamorarse, hacer amistades y escaparse del mundo real. Toda la narrativa y la visualidad de la serie apunta a desestigmatizar y normalizar la salud mental de los y las jóvenes”, explica Ángela Poblete, productora ejecutiva del proyecto y directora del área de TV de Fábula, que viene de estrenar 42 días en la oscuridad (Netflix) y la segunda temporada de La jauría (Prime Video).

Pepa San Martín, cineasta detrás de la película Rara (2016), también calibra el alcance de Llévame al cielo: “Hay momentos en que uno puede tomar ciertos temas y denunciar. Pero a veces está la oportunidad de poder pintar el mundo que nosotros queremos, que es lo que creo que hace esta serie. Los adolescentes necesitan historias inspiradoras, necesitan ser retratados o representados dejando atrás el adultocentrismo”.

La joven en busca de Amelia Earhart

Escrita por los guionistas Catalina Calcagni y Diego Muñoz, la serie en un comienzo muestra a Emilia en sus primeros días en Los Molles, donde conoce y se enamora de Gabriel (Roque Artiagoitia). En ese encuentro nace una relación amorosa pero también resurge la posibilidad de concretar el sueño que no pudo cumplir junto a su padre: intentar ir detrás del paradero de Amelia Earhart (Maira Bodenhöfer), la mítica aviadora de la que se perdió todo rastro en enero de 1937.

En ese sentido, la producción cruza un desarrollo dramático a ras de suelo con las fantasías de la joven. “Toda la serie esta atravesada por el sueño que ella quiere cumplir, encontrar a Amelia, incluso creyéndose, en ese espacio mental, ser Amelia. Entramos en códigos más fantasiosos y eso lo vamos a trabajar en estudio”, especifica Castro.

Si ese es el principal anhelo de la protagonista en la ficción, en la vida real el gran objetivo de los realizadores era hallar a la intérprete perfecta para encarnar a Emilia. Estudiante de actuación de la Universidad Católica, Renata González había trabajado con Fábula en una ocasión anterior (en la webserie Blackbird) pero para conseguir el papel tuvo que pasar las distintas etapas del proceso de selección.

“Desde que hice el casting sentí una conexión muy especial con ella. Somos muy parecidas pero muy diferentes al mismo tiempo. Sentí que conectábamos en fibras sensibles muy profundas, de una manera un poco inexplicable. Y eso lo encontré muy bonito. Creo que es quizás una versión más pequeña de mí, en términos de edad; la veo un poco como una hermana chica”, señala González sobre su personaje. “Finalmente, en la historia Emilia crece muchísimo internamente, y yo he aprendido muchísimo de todo el equipo y de mis colegas. Hay algo que te remueve en ese crecimiento”.

“Enganchamos de inmediato. Ella está llena de ganas de aprender, es muy talentosa, sabe escuchar muy bien”, indica Mariana Loyola sobre González, su hija en la trama, advirtiendo que en el set “hay que generar ambientes propicios para niños y adolescentes. Que se sientan cómodos, jugando, libres, que no se sientan mirados ni juzgados”.

El equipo de realización se hizo cargo de ese punto. Previo al inicio del rodaje, los actores Héctor Morales y Natalia Grez encabezaron un taller para los intérpretes que se ponen en la piel de los internos de Los Molles. Una instancia en la que ahonda la productora Ángela Poblete: “En su mayoría, se trata de actores y actrices que nunca han llevado el peso dramático de una obra audiovisual. Encontrar el tono era un desafío, pero también lograr un fiato entre ellos, una relación de confianza que traspasara la pantalla una vez que se prendiera la cámara”.

Por cierto, no fue el único cuidado que tomó el equipo: en la etapa de escritura contaron con la asesoría de la psiquiatra infanto-juvenil Marcela Abufhele. “En particular, Roque Artiagoitia recibió la asesoría de Cutto Lopez, guionista y activista autista, que lo ayudó a construir a Gabriel, un joven en el espectro”, detalla Poblete.

Según el plan trazado por Disney+, la ficción llegará en el futuro cercano a su catálogo en todo el mundo, donde totaliza 137,7 millones de suscriptores. En ese sentido, a diferencia de las series para niños y adolescentes que la compañía solía realizar con sus canales de cable (Violeta, Soy Luna), Llévame al cielo apunta desde su origen a un público global.

“Desde que el área de televisión de Fábula orientó su trabajo a las series de ficción, hemos venido buscando trabajar para todos los estudios y plataformas”, asegura la productora ejecutiva. Ahora su nuevo intento de conquista es mediante una historia con “guiones que pretenden dialogar con la audiencia juvenil, en lugar de subestimarla. Entonces, no les hacen el quite a los temas difíciles: la depresión, las dificultades para adaptarse al mundo, la pérdida de seres amados o la soledad, y logran proponer, desde ahí, una realidad benéfica. Un mundo mejor”.

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