Sinéad O’Connor ha fallecido hoy a los 56 años y no sólo queda su voz frágil, sus canciones legendarias, sus controversias y ese torbellino mental que creció a la par de su suceso. También queda una compleja relación con la fe y la religión.
A través de sus padres, desde niña la cantante se acercó al catolicismo. En su residencia en Dublín, su madre tenía pegada una imagen de Juan Pablo II, la misma que ella destrozaría muchos años después cuando se presentó en el programa Saturday Night Live de la cadena NBC, culpando al Vaticano de los abusos infantiles que copaban la institución.
Por lo mismo, su desencanto con los credos llegó rápido. Cuando sus progenitores se divorciaron -ella tenía ocho años-, rápidamente se alejó de todo lo que significara religiones y divinidades.
Pese a ello, durante su carrera se volvió a acercar a las convenciones de la fe. A los 15 años, fue internada en una escuela-reformatorio, el Centro de Capacitación de Grianan, dirigido por las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad. Ahí volvió a conocer de cerca la enseñanza religiosa.
Pero su mayo vínculo llegó en la adultez.
De acuerdo a la BBC, en 1999 O’Connor se transformó en sacerdotisa de la Iglesia Latina tridentina en Lourdes, luego de haberse disculpado por romper la imagen del Papa y realizar actos de caridad.
Si bien la Iglesia Católica no reconocía de forma oficial su rol como parte del clero, O’Connor aseguró tener la autoridad para dar misa, bautizar y realizar la extremaunción. Entonces, en su rol religioso, adoptó el nombre de Madre Bernadette Mary.
Pero el cambio más radical vendría después. En 2018, volvió a modificar su nombre al convertirse al Islam. A través de Twitter, la cantante se mostró orgullosa de su nueva fe, asegurando que era “la conclusión natural del viaje de cualquier teólogo inteligente”.
Desde ese minuto, su nueva identidad sería Shuhada Davitt. Entonces, el religioso irlandés Shaykh, Umar al-Qadri, aseguró que la cantante había proclamado el Shahada, la declaración de fe en un único Dios para aquella religión.
La intérprete empezó a lucir un hiyab, una suerte de pañuelo que las mujeres islámicas utilizan para cubrir totalmente su cabello.