“Allí la gente muere como moscas”: el regreso de Meridiano de sangre, la novela brutal de Cormac McCarthy

Original de 1985, fue la quinta novela del escritor estadounidense, recientemente fallecido. En sus páginas, relata una cruenta historia fronteriza del siglo XIX; con violencia extrema y un personaje despiadado. Destacado por críticos como Harold Bloom, es un ineludible de la obra de McCarthy que acaba de ser reeditada.


Estamos a mediados del siglo XIX, en la frontera entre Estados Unidos y México, cuando las fronteras recién se están asentando, y las jóvenes naciones buscan expandirse. En busca de ese afán de crecimiento territorial, las autoridades mexicanas y del estado de Texas buscan hacerlo a costa de sus habitantes originarios. Para ello, le piden a un grupo paramilitar, el grupo Holden, que se encargue del exterminio de indígenas.

Quien lidera esta cruenta organización es un personaje llamado el juez Holden. Calvo, albino, sin cejas ni pestañas, como un fantasma del mal. Con él se topa el narrador de esta historia, a quien conocemos como el “Chaval”. Luego, viene una sucesión de sangre, muertes, crueldades y mucha violencia. Un western con todas las de la ley.

Así comienza Meridiano de sangre, la quinta novela de Cormac McCarthy, recientemente fallecido, y que acaba de ser reeditada por el sello Random House. Original de 1985, y basada en personajes que efectivamente existieron, de una cierta manera fue uno de los títulos con que definió el tono de su narrativa, esa que recorrió Estados Unidos desde la oscuridad. Lejos del “sueño americano”, lo suyo es narrar el lado B de la historia del tío Sam con lo que la gente no quiere ver: sangre. Mucha sangre.

Meridiano de sangre es uno de los libros imprescindibles del dramaturgo Marcelo Leonart, así lo comentó a Culto: “Lo encontré en un viaje y eso fue un mazazo aún mayor. Para mí es una de mis novelas preferidas de todos los tiempos. Fue una novela que habité durante su lectura. Los paisajes. La coreografía y la putrefacción de la violencia. Es verdad que tiene ecos shakespereanos, incluso en las traducciones castizas”.

Al castellano, su traductor fue Luis Murillo Fort. “En Meridiano de sangre lo único que hice fue comprarme un delantal para que no me salpicara la sangre”, comentó riéndose en un seminario en la University of North Carolina at Charlotte. “Es tremendo pero es muy curioso. Por ejemplo, yo he dejado de ir al cine entre otras cosas porque empezaba a hartarme de ver tanto muerto, tanto tiro y tanta sangre. En la vida real la gente evidentemente muere, sufre y sangra, pero salvo excepciones no hay tantos muertos como nos enseñan las películas. Tu ves una película de estas, de acción, con drogadictos, maña, etcetera, y allí la gente muere como moscas. Y no, no se muere así. A uno le pueden pegar un tiro y tal vez muera en el acto, pero lo más probable es que no muera en el acto. ¿Entiendes?”.

“Es posible que quede muy mal herido, por ejemplo, y eso significa, pues, una agonía larga. En las películas la gente muere como moscas, y eso no refleja para nada la realidad...el traductor tiene que poner distancia, pero es la misma distancia que puede poner un lector. A ti te puede sobrecoger una escena terriblemente violenta, pero hay como una convención, un pacto. El autor escribe una cosa, tú la lees, pero está la página de por medio, la letra impresa. Es decir, tu puedes leer algo muy violento sin que te afecte directamente. Otra cosa es cuando acabas una novela tan tremenda como Meridiano de sangre, el efecto que eso te causa al terminar la lectura, o pasados unos días, una semana, dos meses. Te deja una huella, y esa huella probablemente tiene más que ver con todo lo que ocurre en la obra que con el hecho de que haya unas escenas especialmente violentas o terribles”.

Murillo Fort también destaca al inquietante juez Holden, el que se roba la película. “Es un verdadero logro de su autor. Para mi tiene un poco del Kurtz de Conrad. Meridiano de sangre me recordó mucho una película de Sam Peckinpah que se titulo Grupo salvaje en español, y creo que en inglés era The Wild Bunch. Meridiano tiene muchos puntos de contacto con esta película e incluso diría que el tratamiento de la violencia es bastante similar en ambos casos. En cuanto al ‘juez’, no recuerdo muchos personajes de novela tan espeluznantes ni tan inquietantes. McCarthy consigue mantener la tensión del lector en todo momento; y es que no sabes por dónde va a salir ese sujeto, es capaz de todo, como se ve al final”.

Es que Holden es un tipo mesiánico que santifica la guerra y la crueldad, racionaliza el uso de la violencia contra otros seres humanos. “Si la guerra no es santa el hombre no es más que barro viejo”, comenta en una parte de la novela.

Quien elogió el libro fue el reputado crítico literario Harold Bloom. “La primera vez que leí Meridiano de sangre estaba tan consternado que mientras me retenía, me di por vencido después de unas 60 páginas. No creo que me sintiera muy bien entonces de todos modos; Mi salud estaba pasando por un mal momento y era más de lo que podía soportar. Pero me intrigó, porque no había dudas sobre la calidad de la escritura, que es impresionante. Así que volví por segunda vez y obtuve, no recuerdo…140, 150 páginas, y luego, creo que fue el juez quien me atrapó”, comentó en una entrevista de 2009 con el sitio AV Club

“Estaba empezando a darme pesadillas igual que le da pesadillas al niño. Y luego, la tercera vez, se disparó como un tiro. Fui directamente a través de ella y estaba emocionado. Dije: ‘¡Dios mío! Esto me recuerda a Thomas Pynchon en su mejor momento, o a Nathanael West’. Fue el mejor libro desde Mientras agonizo, de Faulkner. De hecho, lo enseñé durante varios años en una clase que di en Yale”.

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