Todos los ojos del mundo estaban puestos ayer en Alemania. Los de los fanáticos del fútbol, claro, que pudieron ver por televisión (incluso los germanos, pues los estadios estaban vacíos) los primeros seis partidos de la Bundesliga de esta fecha, pero también estaban ahí los ojos de las autoridades internacionales, del fútbol, de los gobiernos, de las organizaciones de salud. Los pitazos iniciales fueron el inicio de 90 minutos de tensa prueba.

A las tres y media locales, 9.30 en Chile, comenzaron cinco partidos, 66 días después de la suspensión (Chile ya lleva 63). El que seguramente más llamaba la atención era el de Borussia Dortmund, sublíder del torneo, disputando el clásico ante Schalke 04. Fue en ese partido donde se produjo el primer gol en el regreso del fútbol. Ese momento sería clave ¿Se respetarían los protocolos en un momento en que históricamente la felicidad lo desborda todo?

Los balones fueron desinfectados con alcohol en reiteradas oportunidades.

En Alemania estaban advertidos. Las previsiones higiénicas estaban definidas: los equipos llegaron en varios buses, para mantener distancia en ellos; partidos sin público, los pocos asistentes (236 personas de prensa y organización) debían mantener distancia y usar mascarilla, mismas medidas que debían obedecer en las bancas; y para los jugadores, no hubo saludo, nada de escupir, cambiar camisetas ni nada que ponga en riesgo su salud; y balones desinfectados por los pasapelotas cada vez que salían del campo.

Todo se cumplió con rigor germano y fue cuando el niño estrella del fútbol mundial, Erling Haaland, marcó el 1-0 del Dortmund ante Schalke, a los 29 minutos, cuando todos respiraron tranquilos: el noruego y sus compañeros mostraron en la cancha una celebración que estaba tan preparada como bien pensada: se pararon a una buena distancia para aplaudirlo y bailar. Lo mismo el resto del encuentro, que terminaría 4-0 para el local.

Ese partido es un clásico, Gelserkinchen está a 25 minutos, y esa fue otra preocupación de las autoridades, pues aunque nadie iba a entrar al estadio, se pensaba que los hinchas podrían viajar o reunirse. Para evitar eso la policía reforzó su presencia en las estaciones de tren.

Boyata y Grujic, del Hertha Berlin, no cumplieron el protocolo.

Paralelamente se median Hoffenheim y Hertha Berlin. “¿Existirá una razón técnica para que no se permita el abrazo en los goles? Durante todo el partido estamos en constante contacto”, se preguntaba a través de redes sociales Radamel Falcao García, quien desde su casa miraba el Dortmund-Schalke por televisión. No se sabe si el delantero del Galatasaray supo que muchos pensaban como él, en rigor, el plantel del Hertha, que se abrazó y saludó después de los goles con que vencieron por 0-3.

Y eso que el primero fue un autogol, lo que no impidió los abrazos; en el segundo Vedad Ibisevic besó a Marko Grujic, en la imagen más polémica de la jornada. “Las celebraciones de los goles son parte del fútbol. Nos hemos hecho tantos tests que se deberían permitir”, declaró el DT del cuadro berlinés, Bruno Labbadia.

A la misma hora jugaban Leipzig y Friburgo, que empataron 1-1. En ese partido tampoco hubo saludos, niños ni fotos en la previa. Sí llamó la atención que algunos jugadores mantuvieran su mascarilla durante el calentamiento previo.

En los seis partidos, ocho jugadores salieron por problemas físicos, una situación que la FIFA había previsto autorizando cinco cambios. Aprovecharon la norma Hertha, Schalke, Paderborn, que empató 0-0 en su visita al Düsseldorf, y lo hicieron tanto Eintracht como Moenchengladbach, que cerraron por la noche la jornada con un 1-3 final.

La acción sigue hoy con otros dos partidos: a las 9.30 de Chile, Colonia vs. Mainz, y a las 13.00, Union Berlin contra Bayern Munich (Leverkusen juega mañana), con los ojos del mundo otra vez puestos en las canchas alemanas.

El regreso del deporte sabrá también hoy de la primera carrera de Nascar tras la pandemia y de un partido de golf a beneficio televisado con cuatro estrellas del PGA Tour, ambos eventos en Estados Unidos.