Las barras bravas se salen con la suya: el retorno del fútbol chileno dura 67 minutos

Hinchas de Colo Colo interrumpen partido en La Florida
Foto: Photosport.

La Calera e Iquique abrían la jornada, pero no fue posible terminar el compromiso. Esta es la crónica de un intento frustrado de volver a la normalidad del campeonato nacional.


Son las 9.03 en la calle Enrique Olivares, donde está emplazado el estadio Bicentenario de La Florida. En el recinto juega habitualmente Audax Italiano, pero el local será Unión La Calera y el visitante, Deportes Iquique. Será el duelo que abrirá la vigésimo sexta fecha del Campeonato Nacional, en el retorno del fútbol en medio del estallido social.

Son precisamente los hinchas del habitual anfitrión quienes mantienen en duda la realización del espectáculo. Se convocaron para las 11 horas en la intersección de Enrique Olivares y avenida La Florida. Y desde ahí marchan para repudiar la realización del duelo.

La convocatoria parece tardía. Ya había ingresado la delegación de Iquique. Minutos antes había entrado el presidente del Sifup, Gamadiel García, y algo más tarde, el timonel de la ANFP, Sebastián Moreno. Dos presencias también poco habituales para un partido de este tipo, pero que se entienden en un contexto extraño. Los cementeros son los últimos en llegar.

Es fútbol sin hinchas. Entre los que no quisieron llegar en protesta y el par de iquiqueños que se quedaron afuera, porque no había venta de entradas en el recinto. Lo que sí hay en el entorno es un cartel, que nada tiene que ver con el deporte más popular. Dos vecinos sostienen un papelógrafo que dice "Nos sacan los ojos. Esconden la muerte". Un par de efectivos policiales recorre el acceso de lado a lado. Una patrulla pasa por el entorno y se detiene para que un policía fotografíe a uno de los manifestantes. No hay incidentes, pero sobra la tensión.

En el interior suena la música de moda, pero difícilmente alguien la escuche, porque no se ha visto entrar fanáticos. En las afueras, comienzan a agruparse, pero no son ni de La Calera ni de Iquique. Lucen camisetas de Audax. Un grupo llega con un lienzo que exhibe el rostro de un encapuchado, el de Camilo Catrillanca y la leyenda "Por los que ya no están, seguimos en la lucha". "Ya van a ver, las balas que nos tiraron van a volver", cantan. Hay un par de diatribas hacia la prensa. Nada violento hasta ahí. "Hay que luchar, por todos los que lucharon y ya no están", corean después.

El aire se corta con un cuchillo. Lo comprobó Gamadiel García, quien debió soportar el reproche de Marjorie, una vecina que dijo vivir a tres casas del estadio y que le recriminó por favorecer el retorno del fútbol sin considerar el riesgo para el entorno. El dirigente gremial defendió el derecho de los suyos a trabajar. Y luego ingresó al estadio. Allí, equipos y el cuerpo arbitral encabezado por César Deischler, quienes entraron sin contratiempos, iniciaban el calentamiento.

La tensión aumenta cuando un par de efectivos policiales intenta persuadir a los hinchas para que no interrumpan el tránsito por Enrique Olivares. Hay diálogo, pero comienza a ponerse rugoso a los pocos segundos. Igualmente, los fanáticos, de Audax, aunque también se observa a un par con la camiseta de Colo Colo y a uno con la de la U, acceden a despejar la mitad de la pista. Exigen, eso sí, que los automovilistas los respalden con bocinazos. Todos se suman.

La consigna cambia. "Vamos a buscar a los traidores que entren al estadio", ordena uno. Todos se mueven. "Váyanse pa' la casa, oye", les gritan cuando ya habían sobrepasado el primer cerco. Hay cánticos contra Carabineros y Sebastián Piñera, y la paciencia ya no soporta más fotos. Los periodistas son tratados de "sapos". Se duda de su identidad y de su autenticidad.

"Amarillos", "maricones", "chalecos amarillos" son llamados dos hinchas de Iquique que entran al estadio. Uno se tapa el ojo derecho. Otro es encarado. Otros tantos optan definitivamente por retirarse.

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Suena la música que indica el ingreso al campo de juego. "Por un Chile más justo", dice el letrero que ambos equipos lucen conjuntamente cuando se forman, mezclados, en el centro del campos de juego. Para la televisión y una decena de hinchas. Los que pudieron o se atrevieron a ingresar. Los jugadores de La Calera posaron para los gráficos cubriéndose un ojo, salvo Josepablo Monreal. En la formación de Iquique, solo Óscar Salinas lo hizo. En el brazo izquierdo, todos llevan un brazalete con la misma frase con la que posaron al inicio del encuentro.

Desde la reja exterior del estadio, y con un basurero que sirve como improvisado bombo, los jugadores reciben duros insultos. A los 10 minutos, el juego se detiene. Deischler y los 22 futbolistas se unen en un minuto de silencio en memoria de las víctimas. Desde afuera, poco se escucha. Y daría lo mismo. Todo lo que proviene desde el interior, incluso el más simbólico acto de reflexión, parece una declaración de guerra en el reinicio del fútbol bajo alerta máxima.

El partido transcurre entre la irregularidad y la falta de capacidad de ambos equipos. El juego es chato, abúlico, predecible. Y el ambiente sigue tenso. Desde el inicio del segundo tiempo, el nerviosismo aumenta. Al exterior del recinto deportivo resuenan bombazos. Unos 200 hinchas de Colo Colo, que venían del Estadio Monumental, llegaron hasta el reducto floridano con intenciones más violentas. Lanzaron objetos contundentes hacia el interior e intentaron forzar la reja durante 15 minutos, hasta que lo consiguieron.

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Foto: Photosport.[/caption]

Minuto 67 del partido. Un grupo de barristas identificados en su mayoría con los colores de Colo Colo, ingresa a la galería norte del estadio. El partido se para, los jugadores escapan, y hasta la ambulancia, estacionada a un costado, huyó para no ser vandalizada. Y de nuevo todo en suspenso.

De inmediato empezaron las reuniones. La propia ANFP, el Sifup, los planteles involucrados. Tras reunirse en la cancha, siguió sin haber claridad. Todos volvieron a retirarse del campo de juego. Para estirar más la decisión ineludible. Pasaron los minutos y finalmente se confirmó: partido suspendido.

En cincuenta minutos de deliberación, los jugadores expresaron su deseo de no jugar, que finalmente se impuso a pesar de la presión de la Asociación, que intentó hasta el final que el compromiso culminara normalmente. El retorno del fútbol chileno en medio de la crisis social y política que vive Chile duró apenas 67 minutos. Y deja todo el resto de la jornada en el aire. Sebastián Moreno confirmó la suspensión, pero dijo que la situación de los demás encuentros "se analizará" dependiendo de cada caso. No hubo normalidad y el fin de semana se anticipa desde ya de mucha tensión.

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