¿Involución?

Involucionar es retroceder en la evolución de un proceso que ya está en curso. Pero a juzgar por las cifras (los 131.957 votos de Briones en la primaria), el proceso de instalación de la nueva derecha ni siquiera ha comenzado, por lo que mal podría involucionar.



Once años cumplió la tesis de Rodrigo Hinzpeter sobre la centroderecha nueva, liberal y eficiente. Once años de una tesis que aún no ha sido validada y cuyo creador abandonó la política y vive tranquilamente en el sector privado. Similar empresa lidera en estos días Ignacio Briones que, según su propia declaración, no quería participar de ninguna purga o “noche de cuchillos largos”, agendó casualmente una ronda de medios escritos, televisivos y radiales a pocos días de las elecciones para hablar sobre lo que el denomina el fracaso de la derecha, reafirmar su distancia con el retroceso que representaría la opción de Kast y proyectar lo que debe ser la nueva centroderecha hacia el futuro,

¿Fracasó Kast en su aventura presidencial, como afirma Briones? Depende de la perspectiva en que se analice. En términos absolutos, Gabriel Boric le propinó una paliza electoral en segunda vuelta a José Antonio Kast, superándolo por un millón de votos y ganándole en casi todas las regiones, estratos sociales y rangos etarios del país. Pero en términos relativos, la contundencia de la derrota puede y debe ser legítimamente cuestionada.

Primero, cuantitativamente, Kast logró prácticamente los mismos votos que le permitieron a Sebastián Piñera ganar en 2017. Con la diferencia que Piñera compitió con el apoyo de todos los partidos desde un inicio, ya había ocupado el cargo de Presidente, tenía al frente a un rival soporífero y contaba a su favor el legado de un gobierno fracasado como el de Michelle Bachelet. Kast, en cambio, compitió y les ganó a todos los partidos del sector, no tenía cargo o tribuna pública alguna, enfrentó a un candidato joven –favorito de los medios y artistas- que prometía un proyecto supuestamente transformador y tuvo que hacerse cargo, por asociación, del legado de un gobierno muy complicado como el de Sebastián Piñera.

Segundo, la historia electoral reciente no había sido generosa con la derecha: entre uno y dos millones de votos en las elecciones de constituyentes y municipales; 1,6 millones el rechazo en el plebiscito (aunque muchos digan ahora que votaron Apruebo). Kast, junto a los republicanos, revitalizaron a un sector que había sido derrotado y humillado hace pocos meses, permitiendo no solo empatar el Senado en primera vuelta, sino que igualar la mejor votación del sector en la presidencial con un caudal de votos que habría hecho una enorme diferencia en las últimas elecciones.

Pero el mérito no es solo de Kast y sus adherentes, sino de muchos que se pusieron a disposición de una causa mucho mayor que las diferencias que existían entre partidos y facciones. De Kast (José Antonio) a Kast (Felipe), los distintos liderazgos de la derecha dejaron las distancias de lado y lograron, sin confundirse ni mimetizarse, conciliar el tono, mensaje y objetivos necesarios para enfrentar a Gabriel Boric y desafiar un triunfo que parecía (y terminó siendo) inevitable.

Involucionar es retroceder en la evolución de un proceso que ya está en curso. Pero a juzgar por las cifras (los 131.957 votos de Briones en la primaria), el proceso de instalación de la nueva derecha ni siquiera ha comenzado, por lo que mal podría involucionar.

Al contrario, lo que Briones y otros califican como retroceso que representaría Kast, avanzó más que nunca y logró, en segunda vuelta, despercudirse de muchas críticas y caricaturas injustas, impulsando una conciliación en el sector que hace menos de un año era impensada. Todos son generales después de la batalla, pero los más valiosos son los que tuvieron el coraje y la disposición de combatir en ella, a diferencia de los que prefirieron quedarse en la comodidad de su casa, afilando el cuchillo para salir a rematar a los caídos, una vez terminada la contienda electoral.

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