Columna de Cristián Valenzuela: El niño terrible



Daniel Jadue es el político comunista más exitoso en la historia de Chile. Elegido en tres ocasiones como alcalde de Recoleta (pasando del 41% al 64% de la votación), lideró brevemente la última carrera presidencial y perdió, sorpresivamente, en las primarias frente al actual Presidente de la República, obteniendo alrededor de 700 mil votos. No hay ningún comunista, en sus 102 años de historia, que haya tenido más votos que Jadue. Ni Gladys Marín en su mejor momento; ni Camila Vallejo en su breve y hasta ahora exitosa carrera política.

Algunos lo definen como un estratega brillante; otros destacan su rebeldía y extravagancia transgresora. Para sus detractores, es simplemente un adulto que se comporta como un niño insoportable, mimado y caprichoso, capaz de incomodar a cualquiera y que habla, sin filtro ni maquillaje, sobre lo humano y lo divino. En su casa, en La Reina, tiene más de ocho mil libros y es un lector compulsivo y reflexivo, sin discriminar entre textos de izquierda o de derecha, de poesía, política o religión. Un verdadero enfant terrible que, al amparo de paneles televisivos y divisiones electorales, logró conquistar la 30a comuna más poblada de Chile y posicionarla, para bien o para mal, en el centro de la discusión política y social del país.

El martes recién pasado, el Ministerio Público solicitó la formalización de Daniel Jadue por los delitos de cohecho, fraude al Fisco, estafa y administración desleal, por los hechos vinculados a la Achifarp, en el contexto de la compra de insumos para combatir la pandemia. Supuestamente, Jadue habría solicitado “donaciones” a una empresa proveedora de insumos, a cambio de realizar una millonaria compra.

En junio de 2014, Jadue afirmaba que no había “nada más patético que un partido lleve a un candidato formalizado por fraude al Fisco”; en marzo de 2015, agregaba orgulloso que “no conozco a ningún PC formalizado por corrupción”, y en octubre de 2021, remataba afirmando que “el país está cansado de que la corrupción siempre quede impune”. Bajo los estándares del propio edil, Jadue no solo no podría ser candidato a la Presidencia o al Congreso, sino que debería renunciar a su partido, para mostrar algo de coherencia con su llamado a combatir la impunidad.

Esta semana, el capricho le ganó a la estrategia, y el niño mimado derrotó al adulto reflexivo. Un Jadue descontrolado arremetió contra derecha e izquierda, contra la Fiscalía y el Consejo de Defensa del Estado, contra medios de comunicación y hasta su propio gobierno. Luego de intentar, infructuosamente, instalar la idea de que había una conspiración maloliente coordinada desde el Partido Republicano hasta el Frente Amplio, terminó confesando que quizás hubo un mal negocio y que pudo “haber metido las patas, pero las manos jamás”.

Sin duda, Daniel Jadue metió las patas y las ha metido varias veces. Su impulsividad lo llevó a perder una carrera corrida contra Gabriel Boric, y en más de una ocasión, sus salidas de libreto lo han enfrentado con los judíos de izquierda, los medios de comunicación, la comunidad científica y hasta con los sindicalistas del Cementerio General, entre otras variadas polémicas. Pero, además, en Recoleta, según la Fiscalía, también podrían haber metido las manos. No solo en el caso de las llamadas farmacias populares, sino que en múltiples causas que siguen en investigación y que dan cuenta de diversos hechos que rayan en la corrupción. ¿Cómo llegar a la verdad si desaparecen los audios de escuchas telefónicas del caso Itelecom? ¿Qué pasó con los mil millones de pesos del Liceo Valentín Letelier donde el CDE también es querellante?

“No es casualidad que seamos una de las comunas más transparentes de Chile, por lo tanto, de llegar a existir alguna investigación respecto de nuestra comuna, estaremos disponibles para entregar todos los antecedentes disponibles”, afirmaba Jadue en 2020, estableciendo una doctrina respecto de los casos de corrupción. Un estándar que dista mucho de la reacción alborotada que ha tenido en los últimos años para enfrentar cada una de las acusaciones de corrupción.

“En Recoleta votan por los comunistas y no nos comemos las guaguas”, afirmaba Jadue en su mejor momento, pero quizás ya es hora de que los recoletanos dejen de confiar en el polémico alcalde y comiencen a engullirse al niño terrible y a su séquito de fieles escuderos comunistas, que tienen a Recoleta convertida en una de las comunas más violentas, sucias y corruptas de Chile.

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