En estos días muchos jóvenes se encuentran decidiendo los estudios superiores que realizarán. Basta con una pequeña búsqueda para encontrarnos con ranking de las profesiones mejor pagadas o las que poseen mayor empleabilidad, información relevante a la hora de elegir una carrera. Pero, más allá de los datos duros, existe un componente crucial para esta decisión: la vocación.

La vocación profesional corresponde al anhelo o deseo por una carrera. Por medio del autoconocimiento y la reflexión podemos reconocer un sentido de autorrealización que conforma la construcción de una identidad profesional. La vocación no puede ser objeto de sentimentalismos, discursos de sacrificio laboral o justificación de bajos sueldos, sino que debe comprenderse como una fuerte convicción para la realización del proyecto de vida.

En este contexto, la elección de una carrera debe responder al proyecto de vida que cada persona desea forjar, el cual no debe ser pensando desde el individualismo, egoísmo o competencia. En una sociedad compleja como la nuestra, el trabajo que realizamos responde a las necesidades de otros, de tal modo que nuestra vocación profesional será también una contribución al beneficio de las personas.

Cada proyecto de vida se encuentra inserto dentro de un proyecto colectivo de una sociedad que anhela un país más justo, equitativo y solidario. Esta convicción nos ha llevado a pensar en una nueva Constitución que debiera generar los cambios estructurales necesarios para cumplir el anhelo de un país, sin embargo será un sueño iluso si no logramos realizar un cambio cultural y ciudadano con profesionales comprometidos con la transformación social.

Seamos claros: aun cuando una nueva Carta Magna decrete los cambios que requiere el país, si no somos capaces de eliminar los prejuicios, la discriminación, la inequidad de género, la xenofobia o el clasismo de nuestra vida cotidiana, estaremos muy lejos de vivenciar un verdadero cambio. Cualquiera que sea la vocación, el trato igualitario corresponde un piso mínimo del ejercicio profesional, de tal modo que las desigualdades culturales puedan desarraigarse de contextos laborales en los cuales aún persiste.

Requerimos con urgencia que la elección profesional de las futuras generaciones sea a partir de vocaciones para la transformación social. Además de leyes que garanticen el acceso a derechos básicos, requerimos convicciones profundas para que la labor de cada uno de quienes habitamos este país vaya siempre en beneficio de quienes menos poseen, en búsqueda de una reciprocidad y solidaridad que apunte a la equidad y a la justicia social.

Se requieren profesionales comprometidos con el trabajo en equipo y una visión interdisciplinaria: los grandes problemas del presente son multifactoriales y requieren un análisis integrado que deje de lado la supremacía de una disciplina. Ciencias, Humanidades y Artes deben tener la meta de humanizar nuestras conductas y generar condiciones de bienestar para todas las personas en el marco del desarrollo sostenible.

Necesitamos profesionales comprometidos con la infancia, capaces de garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes en sus múltiples dimensiones, así como con las mujeres que siguen viviendo las injusticias de una sociedad que aún no garantiza la igualdad de derechos. Requerimos con urgencia profesionales con una mirada intercultural que reconozcan la diversidad de nuestros territorios, donde nuestros pueblos originarios y personas migrantes puedan ejercer sus derechos sin discriminación.

La vocación profesional no puede reducirse a la elección de una carrera, sino que debe proyectarse como el combustible necesario para que la llama de la transformación social se mantenga flameando e incesante hasta lograr una sociedad en donde la justicia y equidad permeen en cada uno de sus rincones.

Como bien señaló el pedagogo brasileño Paulo Freire: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que cambiarán el mundo”. La elección de una profesión requiere de la toma de conciencia respecto a la responsabilidad que se asume en esta tarea. No se trata simplemente de una jornada laboral, sino que se trata de aportar al proceso de transformación social.

Escoger una carrera con vocación es parte de la realización personal y la búsqueda de la felicidad, pero también es parte de la contribución a la felicidad de quienes más lo necesitan.

*Director de la Escuela de Educación Universidad Mayor