Señor director:

El anuncio de Sebastián Piñera de revisar las reformas del gobierno en educación, nos situaría en el largo listado de países que no logran construir una política educativa de largo plazo.

Aunque impreciso en sus primeras declaraciones, lo dicho sobre el copago en educación escolar parece apuntar a restituir la facultad de cobro por parte de los sostenedores, que a enmendar errores de diseño e implementación de la Ley de Inclusión. Valga recordar que es el sector privado subvencionado el que históricamente se ha beneficiado del copago, y que ello no contribuye al mejoramiento de la educación pública, que todos dicen defender.

Argumentar que debemos transitar hacia una sociedad docente -lo que autorizaría a un mayor protagonismo de privados en la provisión educativa- no puede servir de excusa para una puerta giratoria que nos devuelva a la principal expresión del lucro en educación escolar.

Los candidatos harían mejor en proponer una reforma sustantiva de la experiencia escolar, lo que supone currículum y evaluación flexibles, nuevas formas de organización y gestión institucional, con oportunidades genuinas de innovación de los formatos y la pedagogía en el aula. Como es obvio, ello también requiere asegurar que el foco de directivos y docentes esté en los aprendizajes y no en los continuos informes al Ministerio de Educación y a la Superintendencia. No habrá cambio educativo sin reformar al reformador.

Luis Navarro N.

Director Magíster en Educación U. Academia de Humanismo Cristiano