“La directora del internado me da miedo”: se publican las desconocidas cartas de Roald Dahl

Te quiere, Boy, se llama el volumen que reúne las misivas que el destacado escritor le envió a su madre desde los 9 a los 50 años. En ellas, muestra una soltura y un desparpajo que después llevó a su obra literaria. Acá un zoom a un costado más personal del autor de Charlie y la fábrica de chocolate.


El primer ejercicio de un escritor, un lugar que funciona donde un laboratorio de pruebas, es el espacio informal de un correo. Un e-mail, en el digitalizado mundo del siglo XXI, o una cuenta en redes sociales, pero en el siglo XX, la pulsión entre la mano y el papel era más directa. La carta era el medio de comunicación por autonomasia. Ahí demostró sus primeras armas el escritor británico Roald Dahl.

Si bien, con 26 años publicó sus primeros cuentos, no fue hasta mucho más adelante, pasados los 40, cuando inició una carrera literaria en serio escribiendo literatura infantil. Sin embargo, en las cartas que le mandaba a su madre -desde los 9 a los 50 años- mostraba ya una soltura y un humor que luego llevaría a su literatura.

Sofie Magdalene se llamaba la mujer destinataria de las misivas. Y por alguna razón nunca tiró a la basura las cartas, sino que las conservó. Hoy, ese precioso cargamento de timbres, tintas y letras ha sido revelado a la posteridad en el volumen Te quiere, Boy, que publica la editorial española Gatopardo. Acá podemos ver una dimensión personal del autor de clásicos como Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda.

En esas 600 misivas, aparecen algunas de las experiencias claves de su vida: su educación en un estricto internado hasta sus primeros éxitos literarios, pasando por el dramático accidente de avión que sufrió en el desierto de Egipto, la colaboración con Walt Disney en Hollywood y los años de espionaje y diplomacia en Washington.

Al poner la lupa, notamos que en las cartas Dahl se permitía ser tan incorrecto como podía. De alguna forma practicando con los recovecos que definirían su literatura posterior. Por ejemplo, a los 14 años le comenta desde el internado de Repton: “Parece que estás pintando mucho; pero cuando pintes el retrete no pintes el asiento, dejándolo húmedo y pegajoso, o algún desdichado se quedará enganchado sin darse cuenta, y a menos que le amputen el trasero o que elija ir con el asiento pegado a las posaderas, estará condenado a quedarse donde está y no hacer nada más que cagar durante el resto de su vida”.

En otra carta, también desde el internado, asegura: “Querida madre, la directora del internado me da miedo”. Y esa fragilidad la muestra en otras cartas, por ejemplo, en su primera noche en el internado, a los 9 años. “La primera noche de desamparo y tristeza en St. Peter’s, cuando me acurruqué en la cama y se apagaron las luces, no podía pensar en nada más que en mi casa y mi madre y mis hermanas. No quería dormir de espaldas a ellas”.

A los 26 años le cuenta a su madre que andaba buscando una nueva casa, y que le propusieron una donde se acababa de cometer un crimen. Lo cuenta como si nada. “Un hombre disparó a una chica en el salón y luego se voló la tapa de los sesos. Necesitó dos disparos para matar a la chica y otros dos para matarse a sí mismo, con lo cual deduje que no tenía mucha puntería. En fin, me han dicho que la casa ya está limpia y me mudaré mañana (…). No tengo ningún inconveniente. No está el patio como para ponerse quisquilloso”.

Una vez, a los 29 años, le escribió desde el hospital, luego de una operación al apéndice. “En mi habitación hay dos ancianos, uno tiene una hernia y el otro un forúnculo, y se pasan el día tirándose pedos, tienen enemas y dicen sandeces y entonces se tiran unos cuantos pedos sin disimular ni inmutarse, como si estuvieran dando los buenos días”.

Este volumen incluye un prólogo de la escritora española Mariana Sánchez. “Yo tenía mucho interés en que se pudiese leer en castellano, quería que se conociese mejor el origen de su obra. Complementa muy bien los relatos sobre su vida que constituyen Boy y Volando solo”, dijo al matutino peninsular El Mundo. “Ya sea para entrar en la obra de Dahl o para profundizar en ella, creo que los lectores quedarán tan fascinados como yo”.

Por su parte, Donald Sturrock, editor del libro y biógrafo de Dahl, aseguró que estas cartas “son la primera prueba que tenemos de su imaginación literaria en funcionamiento”. Sturrock se refiere, claro, a algunas de las marcas que componen su obra y que se hacen visibles en el libro: “como las divertidas excentricidades de los adultos...los absurdos hábitos de sus maestros de escuela y los detalles cómicos”.

En palabras de la española Mariana Sández, a “diferencia de otros autores que pierden actualidad a la hora de narrar, él sigue siendo interesante por partida doble, porque es atractivo para el adolescente y para el adulto. Por mucho que algunos se empeñen, no solo no ha envejecido, sino que parece que es cada vez más contemporáneo”.

No solo en los libros está de vuelta Dahl. Recientemente, se estrenó la película mientras la película Wonka, basada en el personaje de Charlie y la fábrica de chocolate y estelarizada por Timothée Chalamet. Este año, además, la editorial Puffin de Gran Bretaña anunció que lanzaría versiones revisadas de varios de sus libros, incluyendo Charlie y la fábrica de chocolates, James y el melocotón gigante, Matilda y El súper zorro. Finalmente, la casa editora decidió no retirar las nuevas versiones pero también dejar disponibles las de siempre.

Te quiere, Boy, se puede adquirir en Chile a través de Buscalibre.

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