La desolación del Cementerio General

Vandalismo y problemas estructurales afectan al principal camposanto de la Región Metropolitana que ocupa 86 hectáreas en la comuna de Recoleta.


Es lunes 18 de marzo de 2024 y la concurrida Plaza de la Paz solo presenta movimiento vehicular a su alrededor. Unos pocos se detienen a mirar “La Dolorosa”, una estatua ubicada a las afueras del Cementerio General de Recoleta, que de atractivo patrimonial le queda poco.

Cenizas de incendios, rayados a su alrededor y la desaparición de las estatuas de ángeles a su alrededor dan cuenta del ocaso que vive el emblemático camposanto hace años.

A un costado del cementerio está la florería de Rosa Ramírez (75), que lleva al menos 14 años trabajando en el sector. Orgullosa de haber heredado el local de su madre, relata la inseguridad y insalubridad que se viven ahora a las afueras del cementerio.

“Las afueras del Cementerio General se convirtieron en un baño público; tengo que estar todos los días limpiando y cambiando los candados, porque al vecino hace poco se los reventaron. Antes de la pandemia me incendiaron el quiosco”, dice a La Tercera.

El Cementerio General, ubicado en la comuna de Recoleta, alberga las tumbas de cerca de dos millones personas, lo que lo convierte en el camposanto más grande del país. Desde su construcción el 9 de diciembre de 1821, es el lugar de descanso de presidentes de la República como Pedro Aguirre Cerda, Patricio Aylwin y Salvador Allende.

Son más de 86 hectáreas, de las cuales 26 son consideradas en el casco histórico para su protección, por incluir todas aquellas edificaciones funerarias anteriores al año 1930 y que corresponden al 95% de las tumbas de mayor valor patrimonial.

Los años transcurridos, los aniversarios por el estallido social y del golpe de Estado y el vandalismo le han significado un daño que se ha ido acumulando y que queda en evidencia al recorrer el Cementerio General.

La administración del Cementerio es testigo de los daños y desde ahí afirman que en más de una ocasión se han querellado contra los responsables.

“En cuanto a las sepulturas dañadas en la conmemoración del golpe de Estado y manifestaciones, son sepulturas privadas, que según la ley no podemos arreglar”, afirma el director del Cementerio General, Rashid Saud.

Según el catastro, ha habido al menos 220 vandalizaciones al cementerio durante el año pasado, que han afectado a capillas, mausoleos familiares y públicos y pabellones. En la bóveda del expresidente Carlos Ibáñez del Campo destruyeron una serie de obras de arte y en el mausoleo del general Manuel Baquedano hicieron rayados y destruyeron el interior tras romper la ventana trasera. Además decapitaron una de las estatuas de la virgen en un santuario al lado del Memorial de Detenidos Desaparecidos.

“Los delitos de robo que afectan directamente al cementerio son por especies sustraídas que corresponden a manillas de bronce, lápidas pequeñas y herramientas de mantención, elementos pequeños de fácil venta o reducción, delitos que son asociados por los denunciantes a personas en situación de calle”, indicaron desde Carabineros, al ser consultados respecto a las denuncias registradas en los últimos años.

El derrumbe de la galería 11

El problema no es solo la vandalización, sino también la inestabilidad de la construcción. Cerca de 60 hectáreas son utilizadas como “galerías”. Se trata de estructuras de dos pisos con un material ligero de color amarillo que a simple vista muestra mucha inestabilidad, que podría derrumbarse. Ese es el lugar de entierro del público general.

Una imagen que resume el estado de aquellas estructuras de la década de los 50 es la galería 11, en la calle interna del Cementerio General llamada Horwitz, que presenta murallas agrietadas y sostenedores de metal.

“Lo más preocupante es que son pabellones de dos pisos, con una altura del al menos dos metros y medio. Hace unos días una persona estaba velando a su persona fallecida y mientras caminaba por esa galería, una parte de la estructura se fue abajo”, dice un funcionario, que prefirió resguardar su identidad debido a la posible pérdida de su trabajo.

Al ser consultado por estos daños, el director del Cementerio General confirmó la existencia de un plan que se estaría llevando a cabo durante los últimos años para la reparación de estas estructuras. “Hemos reparado unas 45 escaleras y barandas a través de un plan de mantenimiento y reparación”, explicó Saud.

Un problema sanitario

“Se está poniendo en riesgo a los trabajadores del crematorio que han tenido que armar estrechos pasillos con féretros infectados por alguna enfermedad”, decía el presidente de la Asociación de Funcionarios del Cementerio General, Luis Yévenes.

Hace pocas semanas atrás este medio reveló otro gran problema que amenaza, no solo el atractivo turístico del Cementerio General, sino las condiciones de trabajo de aquellas personas que cumplen funciones en el camposanto.

Más de 450 féretros vacíos y que fueron utilizados por personas fallecidas a causa de enfermedades infectocontagiosas como Covid-19, y que luego fueron cremadas, estuvieron ahí durante meses. Un acto que significó una denuncia ante la Contraloría General de la República por parte de los Trabajadores y la apertura de un sumario sanitario y una orden de retiro inmediato.

Feretros apilados en Cementerio General de Santiago

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