Migrantes en Chile: Quieren nacionalizarse y un tercio ha sentido discriminación

Una familia haitiana asiste a una misa en Batuco el 21 noviembre de 2021 (Foto de John Moore/Getty Images).

Una encuesta del Servicio Jesuita a Migrantes y la consultora Ekhos indagó en las preocupaciones de los inmigrantes que viven en Chile y el nivel de arraigo en el país, entre otras materias. Aunque el 49% de los encuestados reconoció algún tipo de desavenencia con los chilenos, 22 puntos más que en 2019, casi la mitad admitió que su idea es “quedarse para siempre” en el país. A su vez, el 80% dijo tener más de un amigo chileno.


Las preocupaciones de los inmigrantes en Chile han ido cambiando a través de los años. De hecho, una de las situaciones que más los inquieta ahora es el creciente conflicto entre sus comunidades y los ciudadanos chilenos. Si hace tres años el 27% reconocía algún tipo de desavenencia, hoy ese porcentaje se sitúa en un 49%. Esta es una de las principales conclusiones de la Encuesta Voces Migrantes 2021, realizada por el Servicio Jesuita a Migrantes y la agencia Ekhos. Pese a este tipo de dificultades, la gran mayoría de los inmigrantes desea seguir viviendo en Chile, incluso en caso de perder su fuente laboral (62,4%), mientras que el 54,7% estaría dispuesto a nacionalizarse aun cuando podría perder su nacionalidad de origen.

Esta encuesta -cuya primera versión tuvo lugar en 2019- fue realizada cara a cara a 1.020 inmigrantes en 42 comunas del país, entre septiembre y octubre pasados. Según los investigadores del estudio, la diferencia con otros sondeos es que éste se enfoca en los migrantes como “sujetos de opinión”. De ahí que la encuesta contempla las vivencias y percepciones de los inmigrantes respecto de Chile.

Ante la pregunta de cómo han sido las experiencias con personas de nacionalidad chilena, el 78% las calificó de amistosas. Al mismo tiempo, sólo el 21% señaló que se han sentido discriminados en las interacciones con chilenas y chilenos, mientras que el 39% se mostró en “desacuerdo” con esta afirmación y el 23,6% “muy en desacuerdo”. A nivel general, el 30,8% se ha sentido discriminado por ser inmigrante (4,4 puntos más que en 2019) y el 67,7% no (4,7 puntos menos que hace tres años).

Inmigrantes que se encuentran en Colchane. FOTO: CRISTIAN VIVERO BOORNES/AGENCIAUNO

De todos modos, una parte no menor ha sentido discriminación al menos por una razón: por su nacionalidad (31,3%), su manera de hablar (20,4%), color de piel (17,2%), apariencia física (12,2%) y condición económica (12,3%). En general, quienes se sienten más discriminados son los ciudadanos haitianos, venezolanos y colombianos.

“Lo que hemos ido viendo, al igual que en 2019, es que la discriminación se relaciona a los que tienen más rasgos afrodescendientes. En Chile hemos ido construyendo nuestra identidad desde lo blanco y eso ha generado estos conflictos con estas poblaciones”, apunta Pablo Roessler, jefe de Estudios del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM).

Una percepción similar tiene Regine Samedy, mediadora intercultural del SJM, quien comentó a La Tercera que “todavía no hay aceptación de ese nuevo Chile, donde hay personas de todas partes, con diferencias culturales. La interculturalidad que se está viviendo cuesta mucho ponerla en acción y esto va a seguir por mucho tiempo más con los hijos de los migrantes que nazcan acá”.

Pese a que no pocos se sienten discriminados, el 44,6% dijo que “me quiero quedar para siempre” en Chile. Al mismo tiempo, el 32,5% proyecta su estadía entre cinco y 10 años y el 20,8% entre uno y cinco años.

Según la encuesta, la población extranjera en Chile -1,4 millones de acuerdo con el Servicio Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE)- concentra sus redes de apoyo en sus propios familiares o parejas (69,5%). Sin embargo, en caso de necesitar ayuda están dispuestos a acudir a algún amigo, vecino o compañero de trabajo/estudio chileno (58%). En esta misma línea, ocho de cada 10 inmigrantes dijo tener más de un amigo chileno.

“Lo que está comprobado es que en la medida en que hay más interacción entre personas distintas, se caen las máscaras y así también los estereotipos, por lo que en los barrios se va dando de que ya no es un ‘venezolano’, sino una persona. Hay una multiplicidad de puntos de contacto positivos”, plantea Gonzalo Tapia, director de la consultora Ekhos.

Motivos para inmigrar

Otro de los cambios en el comportamiento de los inmigrantes en Chile tiene que ver con las razones para abandonar sus respectivos países. Si en 2019 el 37,7% señaló que lo hizo “para mejorar mi situación económica”, hoy ese porcentaje bajó a 31,7%.

También, si hace tres años el 28,9% mencionó la “falta de trabajo”, eso ahora disminuyó a un 24,1%. Sólo el 7,6% mencionó que dejaron sus respectivas naciones por “persecución, violencia e inseguridad”, mientras que el 7,9% hizo referencia a la “inestabilidad política” en su territorio.

Sin embargo, el fenómeno más llamativo tiene que ver con que ahora el 14,3% dijo que abandonó su nación porque “mi familia ya había inmigrado”, siete puntos más que en 2019.

“Las familias tuvieron una migración en etapas, en donde llegó primero la madre o el padre de familia y logró estabilizar su situación. Ahora se ven redes de apoyo que permiten pensar en que no van a estar solos en el país. Esto hace que se abran las posibilidades de que otros familiares directos vengan a Chile a insertarse educacional o laboralmente”, continúa Tapia.

Entre las razones para migrar a Chile, el 48,1% explicó que “tenía un conocido o familiar” en el país y el 27,8% por “posibilidades de empleo”. En 2019, esos porcentajes fueron de 31,5% y 31,8%, respectivamente.

De acuerdo con el estudio, más de un cuarto de los migrantes llegaron a Chile después de 2018, mientras que en los últimos años ha habido un aumento de los migrantes que vivieron en Colombia antes de llegar a territorio chileno.

Preocupaciones

El estudio del SJM y Ekhos también abordó el principal problema que los inmigrantes observan en Chile y sus mayores preocupaciones. El 34,2% mencionó “aspectos sociales”, como delincuencia, sistema de salud y drogadicción, mientras que el 16,2% se refirió a la “migración” como un problema país. En ese sentido, los migrantes hicieron referencia a problemas de racismo, trámites de visa y la cantidad de extranjeros. En 2019, solo el 10% mencionó la migración como un problema. Hace tres años, la segunda mayor preocupación era la economía (21,7%), porcentaje que ahora bajó a 15,7%, al cuarto lugar.

En el tercer lugar respecto de las mayores preocupaciones se ubicó la “institucionalidad”. Así, se detectó un fuerte aumento de los temas asociados a la institucionalidad como una problemática destacada, debido a que 2021 fue un año electoral y por el desarrollo del proceso constituyente. No obstante, apenas el 26,9% dijo estar interesado en el proceso de la redacción de una nueva Constitución, el 20,2% “poco interesado” y el 26,2% “nada interesado”.

A su vez, nueve de cada 10 (93,3%) dijo que no participó en ninguna marcha, manifestación o concentración en el marco del estallido social de 2019. “Hay un motivo normativo. Los migrantes si son detenidos pueden ser expulsados del país, de manera que se les castiga de una forma muy distinta que cualquier otro ciudadano. Eso es algo que en las encuestas aparece como una razón compartida por los migrantes y señala las limitaciones que tienen de sus derechos cívicos”, plantea Gonzalo Tapia.

Respecto de la evaluación de las instituciones chilenas, en general empeoró. En una escala de 1 a 7, las iglesias tuvieron una nota de 5,2, las municipalidades igual calificación y la PDI, un 5,1. La buena evaluación de estas instituciones coincide con las instancias que más frecuentan. Por el contrario, las peores evaluadas fueron el Congreso (3,8), el consulado de su respectivo país en Chile (3,8), el sistema judicial (4,1), extranjería (4,1) y Carabineros (4,6).

Patricia Rojas, migrante y líder de la Asociación de Venezolanos en Chile (Asoven), comentó a La Tercera que si bien ella tuvo un proceso migratorio tranquilo hace 10 años, ha podido ver cómo para sus compatriotas que han llegado en el último tiempo ha sido “traumático”. “Tengo compatriotas y amigos que han tenido que esperar más de dos años para tener una resolución de permanencia definitiva, lo que implica no poder tener cédula de identidad”, opinó.

Regine Samedy complementa esta percepción al señalar que para su comunidad haitiana el idioma ha sido una barrera. “Recién en 2019 hubo un mediador intercultural en el Departamento de Extranjería y Migración. Antes nunca hubo una persona que intermediara con las personas que no hablan español y, por ende, el trato era pésimo”, comentó. En cuanto a la discriminación, esta ciudadana de origen haitiano señaló que “me pasó que cuando estaba en un paradero de bus esperando a que el chofer parara por las señales que le hacía, al verme afrodescendiente no paró y siguió. Sin embargo, sí se detuvo más adelante, para una señora de tez clara. Ahí se ve el rechazo”.

Por otro lado, seis de cada 10 evaluaron de manera positiva la forma en que el gobierno ha enfrentado la pandemia, pero el 43,1% desaprueba la manera en que el Ejecutivo de Sebastián Piñera ha manejado los temas migratorios.

Según los expertos, en esta percepción han influido hechos como los ocurridos en Iquique, cuando a fines de septiembre pasado una protesta terminó con la quema de pertenencias de migrantes, y también por las deportaciones colectivas, con los migrantes subiéndose a un avión sin sus pertenencias y con trajes de bioseguridad. “En casos como los de Iquique ha habido una sensación pública que refleja una alta conflictividad y, además, tiene una alta exposición”, plantea Carlos Figueroa, director de Incidencia Pública y Estudios en el Servicio Jesuita a Migrantes.

Además, apenas el 25,8% aprueba la forma en que Piñera ha conducido su gestión, el 26,7% “ni aprueba ni desaprueba” y el 32,7%, desaprueba.

En cuanto a la situación laboral, el estudio revela una disminución en el porcentaje de personas que trabaja con “sueldo y contrato firmado”. Así, si en 2019 ese porcentaje alcanzó un 49,3%, en 2021 bajó a 39,9%. De esta manera, aumentó el trabajo de manera independiente e informal de un 8,9% en 2019 a 17% el año pasado. También, cuatro de cada 10 (39,9%) dijeron que el ingreso suyo y del resto de las personas de su hogar fue de menos de 301 mil pesos, mientras que el 17% señaló que los ingresos de su hogar fueron de entre 350 mil y 450 mil pesos.

¿Desarraigo cultural?

Si bien la comunidad de inmigrantes ha ampliado sus amistades a chilenos y chilenas, además de querer permanecer en el país, la encuesta detectó un importante desarraigo respecto de la cultura local. De hecho, el 42,5% dijo que no admiraba a ninguna persona chilena con vida en el ámbito de la política, los medios, la cultura y el deporte.

Migrantes venezolanos ingresan por el poblado fronterizo de Colchane, en la frontera entre Chile y Bolivia, ubicada a unos 1.900 kilómetros al norte de Santiago de Chile. FOTO: CRISTIAN VIVERO BOORNES/AGENCIAUNO

Sí reconocieron admiración (16,7%) por ciertos deportistas (Alexis Sánchez, Arturo Vidal y Claudio Bravo); por actores y celebridades (Don Francisco), y músicos (Mon Laferte y Myriam Hernández). Todos, eso sí, con porcentajes menores al 7%.

En un aspecto tan masivo como el fútbol, la mayoría no muestra mayor interés: apenas un tercio de los encuestados (33%) declaró ser hincha de algún equipo chileno. Entre quienes se consideran seguidores de algún equipo, el 51,7% se decantó por Colo Colo, el 24% por Universidad de Chile y un 5,4% por Universidad Católica. A su vez, apenas el 4,8% dijo ser hincha de la selección nacional.

Si bien muchos de los inmigrantes desean radicarse para siempre en Chile y hasta perderían su nacionalidad por vivir acá, es frecuente que en los procesos migratorios los inmigrantes no se empapen de la cultura local en los primeros años de su residencia. En este sentido, Roessler señala que los procesos migratorios tienen, primero que todo, un importante componente laboral, por lo que muchos de ellos se centran en eso principalmente. Entonces, “se da esa dualidad de que tienen mejores condiciones de vida, pero falta ese conocer cultural”, explica.

“No por llegar a un país que los cobija y les da oportunidades laborales implica adecuarse a toda la cultura nueva. Por eso prefieren mejorar su ambiente para así tener un buen desarrollo personal y laboral, de manera que importan un pedazo de su tierra natal”, plantea Gonzalo Tapia.

“Como en los últimos dos a cinco años ha habido una ola migratoria particularmente venezolana, eso ha cambiado la composición de las personas que viven en Chile, lo que también modifica el tipo de persona y la preferencia de estos temas culturales”, concluye Figueroa.

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