Hong Kong: Bajo el riesgo del fin de “un país, dos sistemas”

Imagen de una manifestación pro independencia de Hong Kong.

La Ley de Seguridad Nacional impuesta por China ya se hace sentir en el territorio semiautónomo. Opositores a la norma creen que sepulta el principio que garantiza los derechos en la excolonia británica.


Beijing eligió una fecha simbólica para la entrada en vigencia de su polémica Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong. Fue el 1 de julio, en el 23º aniversario de la transferencia de soberanía del territorio por parte de Reino Unido a China. Los opositores de la norma dicen que marca el fin del “un país, dos sistemas”, un principio por el cual la excolonia británica ha conservado desde 1997 una democracia limitada y libertades civiles, derechos que no se disfrutan en China continental.

Ratificada el 30 de junio por el Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular de China, en su reunión anual, la Ley de Seguridad Nacional ha sido duramente criticada a nivel internacional, principalmente por EE.UU. y Reino Unido. Y es que la nueva norma castiga los delitos de secesión, subversión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras con penas hasta de cadena perpetua. Además, permite a las agencias de seguridad del continente operar en la isla por primera vez.

Sin bien la jefa de gobierno de la Región Administrativa Especial china, Carrie Lam, avalada por Beijing, reiteró durante su debate que “la legislación no socavará ‘un país, dos sistemas’ y el alto grado de autonomía de Hong Kong”, ahora, tras su aprobación, advirtió que la aplicará “rigurosamente”, en un llamado a los opositores “radicales”.

La implementación de la ley cambió de inmediato la vida cotidiana de los más de siete millones de habitantes de este territorio semiautónomo chino. “Aunque la ley solo ha estado vigente durante poco más de una semana, el efecto de enfriamiento se siente ampliamente. Se está volviendo más riesgoso y más difícil para las personas expresar opiniones que son críticas para el gobierno de Hong Kong y Beijing”, comenta a La Tercera Maggie Shum, investigadora asociada de la Escuela Keough de Asuntos Globales de la Universidad de Notre Dame y nativa de Hong Kong.

Y el primero de esos efectos se vio en las calles hongkonesas, escenario desde el 9 de junio de 2019 de masivas protestas prodemocráticas lideradas por el activista Joshua Wong, de 23 años. Con una gama de poderosas herramientas a su disposición para sofocar la disidencia popular gracias a la nueva norma, el jefe de la Policía de Hong Kong, Chris Tang Ping-keung, en las primeras 24 horas de vigencia de la norma arrestó a 10 personas bajo la Ley de Seguridad Nacional junto con otras 360 sospechosas de delitos tras las protestas que estallaron por la polémica jugada de Beijing. Un hombre que portaba una bandera con el lema “Independencia de Hong Kong” en la céntrica zona de Causeway Bay se convirtió en el primer detenido bajo la nueva legislación.

Y la policía de Tang no está operando sola: la temida policía secreta de China continental ahora opera dentro de la ciudad, según destaca Reuters. El miércoles pasado el régimen del Presidente Xi Jinping abrió una nueva oficina para que sus agentes de seguridad operen públicamente en Hong Kong. Se trata de la Oficina para la Salvaguarda de la Seguridad Nacional, cuya base se encuentra en el Hotel Metropark.

La oficina, que se encargará de supervisar, guiar y apoyar al Ejecutivo en la recopilación y el análisis de información sobre los delitos que representen un riesgo para el territorio, será dirigida por Zheng Yanxiong, considerado un “halcón” del régimen. Exsecretario general del Partido Comunista de China (PCCh) en Guangdong, ganó fama por su rol en la represión de las protestas de Wukan, en 2011.

“Probablemente seré el objetivo principal de la nueva ley”, había admitido Wong, cofundador y secretario general del partido prodemocrático Demosisto, cuando se tramitaba la Ley de Seguridad Nacional. Tras la entrada en vigencia de la norma, el activista anunció su salida de la formación, junto al resto de sus jóvenes dirigentes: Agnes Chow, Nathan Law y Jeffrey Ngo. Poco más tarde, el partido declaró por redes sociales su disolución. “No quiero poner en riesgo la vida de mi colegas y compañeros de equipo”, dijo Wong a La Tercera (ver entrevista). Incluso, Law anunció que había huido de la ciudad, sin revelar su nuevo destino.

Otras dos formaciones, el Frente Nacional de Hong Kong y Studentlocalism, de simpatías independentistas, también anunciaron el cese de sus actividades en el territorio semiautónomo y su operación solo desde el extranjero. En el caso del Frente Nacional, lo hará desde Taiwán y Reino Unido. “En última instancia, el objetivo de Beijing es marginar y deslegitimar a los pandemócratas, pero lo hará gradualmente, un poco como Putin en los primeros años en Rusia”, señaló a La Tercera Jean-Pierre Cabestan, sinólogo de la Universidad Bautista de Hong Kong.

En torno al movimiento de protesta, surgió un “círculo económico amarillo” como una forma para que los manifestantes de Hong Kong apoyaran a las empresas en favor de la democracia. Estos negocios podían ser identificados por los emblemas de protesta colgados en sus paredes. Pero cuando la policía declaró que las consignas eran ilegales según la nueva ley de seguridad, esas empresas las retiraron.

Los mismo pasó con las bibliotecas públicas, que eliminaron los libros escritos por prominentes figuras prodemocráticas. Además, detalla Shum, el eslogan emblemático del movimiento “Liberar Hong Kong, la revolución de nuestro tiempo” y el himno “Gloria a Hong Kong” ahora están prohibidos. Asimismo, destaca, “las personas cubren sus rastros en línea, borrando contenido en las plataformas de redes sociales”. De hecho, la popular aplicación TikTok anunció que dejará de operar en Hong Kong tras la entrada en vigor de la nueva ley.

Incluso, el exlíder del Ejecutivo Leung Chun-ying, quien gobernaba durante la “Revolución de los Paraguas” de 2014, ofrece hasta US$ 129.000 a quien proporcione pistas que conduzcan al arresto de los “infractores de la Ley de Seguridad Nacional”, o para aquellos que tienen información sobre “cualquiera que haya huido de la ciudad”, informó Radio Television Hong Kong.

“Con la Ley de Seguridad Nacional hemos entrado en un nuevo período, tipo ‘un país, dos sistemas 2.0’. Ahora el PCCh está realmente a cargo en todos los ámbitos y Lam y su equipo están solo cumpliendo las instrucciones de la oficina de enlace”, afirma Cabestan. “Beijing se hizo cargo de Hong Kong. Se ha ido (el modelo) ‘un país, dos sistemas’”, señala a La Tercera Victoria Tin-bor Hui, académica del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame y experta en las relaciones China-Hong Kong. “Se ve extremadamente sombrío (...) La Ley de Seguridad Nacional tiene como objetivo sofocar el movimiento democrático”, dice.

Pero Shum cree que “es demasiado pronto para concluir que la oposición en Hong Kong ha terminado”. En ese sentido, recuerda que la elección del Consejo Legislativo tendrá lugar el 6 de septiembre. “El campo prodemocrático se está preparando con su campaña ’35+‘. El objetivo es capturar más de la mitad de los 70 escaños, lo que daría a la campaña prodemocrática capacidad de fijar agenda y poder de veto”, apunta.

Sin embargo, reconoce que la nueva ley de seguridad “está poniendo obstáculos adicionales para los candidatos prodemocráticos”. A su juicio, la norma “está siendo juez, jurado y verdugo”. Sin el amortiguador de la Ley Básica (la mini Constitución del territorio), Hong Kong está técnicamente bajo el modelo de ‘un país, un sistema’”. Advirtiendo que “las libertades y los derechos están en riesgo” en Hong Kong, Cabestan dice que el resultado “dependerá de todos nosotros, la comunidad internacional y la presión externa”. “Si no hay un rechazo desde las democracias, este es el final de Hong Kong”, vaticina.

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