Las contrapuestas visiones que genera Prosur en la región

Prosur
Lenín Moreno, Mauricio Macri y Sebastián Piñera, durante la asunción de Iván Duque, en agosto. Foto: Presidencia de Ecuador/Archivo

Excancilleres y expertos en política latinoamericana consultados por La Tercera expresan los pros y contras de la iniciativa impulsada por Colombia y Chile, que busca reemplazar a la Unasur.


Con apenas tres días de gobierno y cumpliendo una de sus promesas de campaña, el Presidente de Colombia, Iván Duque, anunció el 10 de agosto pasado que se retiraría de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), al considerar que se trataba de una entidad debilitada, que había sido complaciente con el régimen en Venezuela, tanto con Hugo Chávez, como con Nicolás Maduro, y que no defendía los derechos de los venezolanos.

Pero Duque fue más allá. En enero hizo público que, junto al Presidente Sebastián Piñera y otros mandatarios de la región, trabajaba en la creación de un nuevo organismo de integración regional para hacerle contrapeso a Unasur, el cual funcionará bajo el nombre de Prosur ("Para el Progreso de Sudamérica"). "Con el Presidente de Chile hemos venido avanzando en ese final de Unasur y la creación de Prosur, que más que una organización burocrática o al servicio de un gobierno particular, sea un mecanismo de coordinación sudamericano" en defensa de la democracia, la separación de poderes y la economía de mercado, dijo el mandatario colombiano.

Unasur comenzó a funcionar en 2011, gracias al impulso de la mayoría de jefes de Estado de izquierda que gobernaban en la región, entre ellos Lula, en Brasil; Hugo Chávez, en Venezuela, y Néstor Kirchner, en Argentina.

Pero tras el giro político de la región, Piñera dejó claro en febrero que la suerte de Unasur parecía estar echada. A través de Twitter aseguró que "Unasur lleva tres años paralizado y fracasó por exceso de ideologismo. Nuestra propuesta es crear un nuevo referente en Sudamérica (Prosur) para una mejor coordinación, cooperación e integración regional". Luego, en una conferencia de prensa en La Moneda, detalló que la nueva instancia estaría abierta "a todos los países de América del Sur que cumplan con dos requisitos esenciales". Estos son: "Vigencia plena de la democracia y del Estado de derecho, y respeto pleno a las libertades y derechos humanos".

Convencido del éxito de Prosur, Piñera organiza para el próximo viernes en Santiago la primera cumbre presidencial del organismo, con la que busca dar el puntapié inicial a la creación del nuevo bloque regional. Se espera que la llamada "declaración de Santiago" contenga una cláusula democrática y una exhortación a todos los países a respetar los derechos humanos.

Pese a las buenas intenciones de los impulsores de Prosur, la nueva organización ha generado visiones contrapuestas en la región. Así al menos lo expresan excancilleres sudamericanos y reputados expertos en política latinoamericana consultados por La Tercera.

"Actuar unidos"

Uno de los más críticos es el exministro de Relaciones Exteriores de Brasil de Lula da Silva, Celso Amorim. "Es lamentable. El nombre lo revela todo. No es una unión, es un programa, un programa probablemente del Pentágono o del Comando Sur. Es el programa del Comando Sur para América del Sur: Prosur", comenta el excanciller sobre la iniciativa impulsada por Colombia y Chile. "No es una unión de naciones, no es una comunidad de naciones. Obviamente el intento es terminar con Unasur, impedir que resurjan gobiernos progresistas que puedan hacer que Unasur renazca. Es una cosa totalmente manipulada desde fuera. Eso será un brazo de la política exterior de Estados Unidos, es más que obvio", asegura a este medio.

Para Rafael Roncagliolo, el canciller del expresidente peruano Ollanta Humala, tampoco se justifica la creación de una alternativa a Unasur. "Los latinoamericanos hemos sido más creativos para producir siglas que para desplegar procesos. Antes que crear un nuevo organismo sudamericano, me parece prioritario seguir contribuyendo a establecer las condiciones mínimas para una acción unificada, lo que pasa por la salida de la catástrofe venezolana", plantea a La Tercera. Y agrega: "En las actuales condiciones, no me parece conveniente crear una instancia que pudiera avalar el desmantelamiento del proceso de paz colombiano, que es un importante logro de la región entera y que se encuentra amenazado por las iniciativas del Presidente Duque".

Atendiendo a esas razones, Roncagliolo se muestra enfático en señalar: "No veo ninguna utilidad en la propuesta de Prosur". "Tampoco creo que los latinoamericanos debamos identificarnos con la política del Presidente Trump sino, más bien, prepararnos para actuar unidos y con independencia en el emergente orden mundial postoccidental", agrega.

Manfredo Kempff, exvicecanciller en el gobierno del Presidente boliviano Jaime Paz Zamora, parece tomar distancia de los detractores de Prosur. "Un aspecto está claro en todo esto: Unasur no va más. No sirvió de mucho ni cuando fue constituida y ahora su destino es desaparecer. Sin la presencia de sus mentores Unasur no tiene ningún sentido, porque se ha producido un vuelco ideológico en Sudamérica y sus postulados -si los tuvo realmente- dejaron de ser atractivos", explica a La Tercera quien también fuera ministro de Informaciones en la administración de Hugo Banzer. A su juicio, "Prosur busca lo que no buscó Unasur y es el resguardo pleno de la democracia sin afanes prorroguistas, el respeto a los derechos humanos y consecuentemente lo que en Venezuela, Nicaragua y Bolivia no existe, que es respetar la división de poderes".

Pero Riordan Roett, director emérito del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Johns Hopkins, recuerda que "la historia de América Latina está llena de instituciones multilaterales bienintencionadas: Aladi, Unasur, Mercosur, Celac, el Consejo de Defensa Sudamericano, etc. Ninguna de ellas funciona", sostiene. "Es probable que Prosur las siga", dice.

En la misma línea se pronuncia el analista argentino Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, quien sostiene que "en Argentina y Brasil, está predominando la idea de que no es conveniente crear nuevas estructuras, sino avanzar en la relación entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. Es una política menos ideológica, más fácil de implementar y que a la vez suma a México".

"Creo que es gastar energías inútilmente cambiar Unasur por Prosur", apunta Clóvis Rossi, columnista de Folha de Sao Paulo. "Sería más lógico mantener lo que ya existe, bajo una nueva dirección, como sucede con cualquier negocio que cambia de 'dueño'. Claro que la Venezuela de Maduro no tendría cabida en la 'nueva' Unasur, como ya fue excluida de Mercosur", recuerda.

Para Wladimir Sierra, sociólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, "es obvio que Prosur aparece como una alternativa a Unasur e impulsado por la necesidad de consolidar un eje anti-Venezuela". Pero, a su juicio, "su propuesta no tiene como principal objetivo promover la unidad sudamericana, sino desmantelar la ya agónica Unasur y el proyecto político que le subyacía". "Me parece que lo más adecuado hubiera sido desideologizar Unasur manteniendo, por supuesto, los proyectos de unidad financiera, comercial, política, infraestructural y jurídica", comenta a La Tercera.

Vicente Torrijos, analista colombiano, no comparte los cuestionamientos a Prosur. "A diferencia de la Unasur, que se ha desgastado precisamente por ese ánimo de ideologización, de propagación de un modelo revolucionario intervencionista y de economía planificada, Prosur plantea revitalizar los valores de la democracia para un ámbito geopolítico que, por ejemplo, tiene que encargarse, en principio, de un problema tan delicado como el de Venezuela", señala. "En resumen, lo que hace interesante la idea de Duque y Piñera de crear Prosur es que habría una verdadera comunión de valores basados en la democracia liberal, occidental", sostiene.

Finalmente, el internacionalista peruano Miguel Ángel Rodríguez Mackay, cree que "las corrientes ideológicas no deberían sopesar juicio ni prejuicio para la funcionalidad del bloque y sus objetivos, como sucede en la UE, que cuenta 28 Estados ideológicamente heterogéneos".

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