Imperativo categórico: filtro de un buen actuar

Según la moral kantiana, si en algunos Estados aún se aplica la pena capital sería sólo porque no se usa bien la razón.




Casi al mismo tiempo que Bentham especulaba sobre el utilitarismo en Gran Bretaña, en Alemania el filósofo Immanuel Kant desarrollaba una filosofía moral muy distinta. Aunque no es fácil explicar la ética kantiana en pocas palabras sin simplificarla en extremo, haremos un esfuerzo para tratar de comprender lo fundamental de esta filosofía moral rica y a la vez compleja.

Kant no pone el énfasis en los resultados - como el utilitarismo- sino más bien en un proceso previo donde nuestra voluntad se somete a la ley moral. Para Kant, un gran exponente de la Ilustración que le daba mucha importancia a la razón, el valor moral de una acción no está dado por los resultados, sino por una voluntad que obedece al deber moral. Esta noción de obediencia al "deber moral" es lo que da origen a la palabra deontología. La voluntad para hacer algo es racionalmente elegida.

FRUTO DE LA RAZON
En la práctica, existen máximas morales. Sólo algunas de estas máximas adquieren una categoría especial que las sitúa en un nivel superior. Kant distingue el imperativo categórico como un tipo de máximas morales muy especial que cumple con una serie de requisitos.

El imperativo categórico es universal, esto es, aplica a todos los hombres racionales (esto implica que la moral no es relativista); es necesario, lo que en lenguaje kantiano quiere decir que es independiente de la experiencia;  y no es contingente. En otras palabras, una máxima como "tomo agua porque tengo sed" no podría ser imperativo categórico, ya que proviene de la experiencia sensible. El que no sea contingente quiere decir que el imperativo categórico tiene valor moral siempre.

En definitiva, si los griegos aceptaban el infanticidio sería consecuencia de que no estaban haciendo buen uso de la razón. El imperativo categórico kantiano es fruto de la razón pura, o más bien producto del uso de la razón.

Para comprender lo que es el imperativo categórico, una posibilidad es imaginarse este conjunto de condiciones como un filtro. Al "testear" máximas morales, sólo algunas cumplen con todos los requisitos para convertirse en imperativo categórico. Una vez que tenemos un imperativo categórico, sabemos que estamos frente a la ley moral. Por ejemplo, el mandamiento "no matar" cumpliría, mediante el uso de la razón, con todos los requisitos para convertirse en un imperativo categórico. Es universal y necesario, y si no se cumple (por ejemplo, la pena capital en algunos Estados) o no se ha cumplido (como el infanticidio en Grecia antigua), según Kant esto sería simplemente porque no se ha usado bien la razón.

ES SIMPLE SER BUENO
Dado que sólo algunas máximas morales adquieren este "grado" de imperativo categórico, podemos decir que la ley moral es el imperativo categórico. Cuando la voluntad se somete al deber moral, el deber moral es simplemente cumplir con el imperativo categórico. Y este imperativo categórico, que es una ley moral universal, proviene de la razón. Por ello Kant dice que la ley moral "actúa sólo de acuerdo a aquellas máximas que constituyan una ley universal".

Acatamos ciertas leyes morales que son equivalentes a principios morales universales. Una vez definido el imperativo categórico de no matar, enfrentado a un dilema moral, la voluntad simplemente obedece al deber moral que dice no matar.

En cierto sentido, parece también muy simple ser moralmente bueno para un kantiano.

PARA TENER EN CUENTA
Según la moral de Kant, nunca se debiera matar. Sin embargo, existen situaciones límite donde la elección moral kantiana, que implica someter la voluntad a la ley moral, nos puede plantear un dilema complicado. Veamos un ejemplo.

Usted realiza un viaje por la selva amazónica peruana junto a dos amigos y un grupo de turistas que incluye un inglés, dos alemanes de edad avanzada, dos parejas de americanos y tres argentinas.

Al tercer día son asaltados por guerrilleros que matan al guía y los llevan hasta un refugio. El líder guerrillero les explica que para generar conciencia de la opresión extranjera "todos deben morir" y les vendan los ojos.

Usted intenta razonar con él diciéndole que para cumplir ese objetivo no es necesario matar a trece personas. El líder parece pensarlo y hace una contrapropuesta: "Le doy dos posibilidades: elegir quién va a morir dentro del grupo matándolo usted mismo, o, si no quiere elegir, los mato a todos. Pero no puede seleccionarse a sí mismo porque no quiero héroes. Usted decide".

Ahora debe elegir a quien matar para salvar el resto de las vidas. Una a una revisa las posibilidades: jamás a sus amigos, nunca una mujer, quizá al turista alemán que ya ha vivido harto… o al inglés que está solo… Si no elige a alguno ¡los matarán a todos! Le dan un minuto para decidir.

Si usted fuera utilitarista, el curso de acción sería elegir a una persona del grupo, ya que salvar doce vidas es mucho mejor que ninguna. Si fuera kantiano, su voluntad se sometería a la ley moral de no matar, pero todos morirían.

Este dilema refleja la complejidad que existe entre un enfoque en los resultados y otro en el imperativo categórico.

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