Caótica situación en la Universidad de Chile

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Las constantes tomas y actitudes que constituyen agresiones flagrantes -como “marcar” a profesores y alumnos-, le están provocando un grave daño a la universidad. Sus autoridades no pueden consentir que un puñado de estudiantes lleven a tal desgobierno.



La noticia de que profesores y alumnos del campus Juan Gómez Millas estaban siendo “marcados” con pintura y “escoltados” para poder hacer ingreso al recinto generó un sentimiento de profunda indignación y repudio ante lo que aparece como un acto de agresión y conculcación de garantías elementales, un acto ciertamente inaceptable en cualquier circunstancia, pero que resulta aún más chocante tratándose de la principal universidad pública del país.

El hecho ha permitido visibilizar la caótica situación que vive por estos días la universidad, donde hay una serie de facultades en paro o abiertamente tomadas -como es el caso de la Facultad de Artes-, a lo que se han sumado “acampes” en la Casa Central, como parte de un movimiento que busca solidarizar con la causa palestina, expresando su repudio por la situación en Gaza y buscando que la universidad termine con todos los convenios de cooperación con universidades israelíes. Estas movilizaciones han venido acompañadas de actitudes particularmente violentas, donde además de las “marcaciones”, también se han detectado agresiones y humillaciones a funcionarios en Casa Central, con todo el daño en su salud mental que ello ha conllevado, algo que hizo ver la propia rectora Rosa Devés a través de un video que difundió la universidad.

Desde luego, la gran mayoría de los estudiantes no participa ni avala esta forma violenta de movilizarse -una prueba de ello es que los propios alumnos de Beauchef votaron abrumadoramente en contra de extender la paralización que se había iniciado hace algunos días-, lo que confirma que se trata de grupos minoritarios, pero que sin embargo se les permite pasar a llevar los derechos del resto de la comunidad estudiantil y docente, transmitiendo la impresión de que pueden manejar la universidad a su antojo, dejando a las autoridades en la completa impotencia.

El lienzo que uno de estos colectivos colgó en el frontis de la Casa Central, donde aparece el primer ministro de Israel besando a la rectora Devés, ha sido justificadamente repudiado tanto por estamentos de la universidad como por distintas voces de la sociedad, no solo por tratarse de un insulto gratuito e injusto, como por la desfachatez de utilizar un edificio patrimonial para el despliegue de estas ofensivas consignas.

Al permitir que estos grupos actúen sin control ni sanción alguna, alterando la normalidad del funcionamiento de la universidad, se le está generando no solo un grave daño reputacional sino también en el plano académico, porque con ello solo se logrará que los mejores profesores y los alumnos más talentosos recelen de estar ahí. La destrucción de los liceos emblemáticos producto de las constantes tomas y vandalizaciones debería ser suficientemente aleccionador sobre el riesgo de consentir que este desbande continúe, condenando a la misma suerte a una universidad que por más de 170 años ha sido un faro para la nación.

Estos desmanes también están produciendo una profunda distorsión respecto del rol que una universidad está llamada a jugar en la esfera pública, donde si bien la libertad de expresión y el espíritu crítico son la esencia de una universidad pública, ello debe ejercerse dentro de la racionalidad que cabe esperar en un lugar donde ante todo lo que se cultiva es el debate académico y el respeto por otros puntos de vista, algo que es incompatible con la violencia o con acciones que transgredan los derechos de los demás.

Sus autoridades son las llamadas a restablecer la disciplina y asegurar que la universidad pueda funcionar con un mínimo de normalidad, para que pueda producir los bienes públicos que el país espera de ella. En ese sentido, si bien la rectora ha manifestado su desacuerdo con romper vínculos con universidades israelíes, es una señal incomprensible que al estar el plantel cruzado por tantas situaciones conflictivas aun así la rectora haya optado por integrar la comitiva en la gira presidencial a Europa, lo que envía una señal muy equívoca respecto del sentido de urgencia con que deben enfrentarse estas situaciones y el compromiso por asegurar que finalmente impere el orden.

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