Continuidad diplomática

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SEÑOR DIRECTOR:

El lunes de la semana pasada la Cancillería informó que el Presidente de la República procedió a designar nuevos embajadores en el Líbano, Haití y Uruguay. Dos de ellos, los de Haití y el Líbano, son embajadores provenientes de la carrera, graduados de la Academia Diplomática y con más de treinta años de desempeño en el Servicio Exterior. El otro, un político, expresidente del Partido Liberal, miembro de la actual coalición de gobierno, sin experiencia en materias diplomáticas.

Aparte de la clara e ingrata discriminación política que existe hacia los embajadores provenientes de la carrera, fácilmente observable en esta oportunidad por los lugares de destino a que estos han sido asignados, vis a vis el destino del embajador proveniente de la política, hay otro aspecto que es necesario relevar. Me refiero a la inconveniencia que los presidentes designen embajadores políticos durante la última mitad de sus periodos, toda vez que estos deberán concluir sus misiones al término del correspondiente mandato presidencial, es decir en un máximo de dos años.

Si se considera el elevado costo que significa el traslado de estos funcionarios y sus familias, sumado al escaso tiempo que disponen para establecer sus redes de contactos en el país de recibida -un año 9 meses en este caso- terminan resultando improductivos y onerosos para el Fisco chileno. Así, en el momento que concluyen su proceso de adaptación, ya deben necesariamente considerar su regreso al país. De ahí que sería aconsejable estudiar la posibilidad de limitar la potestad presidencial, exclusivamente al nombramiento de embajadores de carrera en la segunda mitad de los períodos presidenciales y así no perturbar, con la alternancia presidencial, la necesaria continuidad de nuestros representantes en el exterior.

Ricardo Concha Gazmuri

Embajador de Chile (r)

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