Crucial inauguración y clausura

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Sebastián Piñera, Presidente de Chile. FOTO: Karin Pozo/Aton Chile.


La Nueva Mayoría ha concluido, al unísono, su gobierno y su transitoria existencia. Como coalición, como sector político, el balance es desolador. Es cosa de mirar: el desbande general de la izquierda, el desfonde de los principales partidos, la confusión e incertidumbre respecto a ideas y propuestas, los liderazgos abatidos y silenciosos. Simplemente, hay que empezar de nuevo. Y desde luego, enfrentar una derrota electoral para la izquierda, sin precedente en elecciones presidenciales en por lo menos un siglo.

Un conjunto de reformas mal diseñadas y peor implementadas queda en general a medio hacer, proyectos inconclusos, con dudoso destino. La arremetida final en las ultimas semanas de la ahora ex Presidenta, incluida la sorpresiva Constitución, fue observada en forma atónita, en un silencio expresivo, aún por la propia coalición que la apoyó. En realidad, la Nueva Mayoría había dejado de existir hace muchos meses; el cierre, fue ante nada un despliegue en solitario de Bachelet.

La izquierda chilena inicia su travesía por el desierto, en busca de la tierra prometida. No hay mapas ni rutas preestablecidos; los peligros son muchos, las tentaciones para buscar atajos son diversas. La más evidente, buscar un nombre que "marque" (en las encuestas, obvio) y alinearse tras él (o ella) sin más reflexión; al fin y al cabo, ya funcionó una vez. Eso, se intuye, está a la vuelta de la esquina y tiene nombre conocido.

Sería injusto, sin embargo, no reconocer los logros del gobierno que se clausura. Hay que mencionar avances indiscutibles en libertades individuales, las mejoras en energía del ex ministro Pacheco y la agenda de probidad que, aunque incompleta, contribuye a disminuir la influencia del dinero en la política.

El presidente Piñera inaugura su mandato en las mejores condiciones imaginables. Eso sí, las expectativas de nuevo son altas, demasiado altas. Diferentes mediciones ya muestran que se produjo un brusco salto de expectativas, inmediato a que se conociera el resultado del 17 de diciembre. Se plantea así lo que será su primer desafío, manejar unas expectativas desatadas que, sabemos, se pueden transformar rápidamente en frustración.

En lo inmediato, hay un tema acuciante, un incendio podríamos decir, que el gobierno saliente deja pendiente. Es la crisis institucional del sistema penal, que pone en riesgo una de las más importantes modernizaciones de las últimas décadas: La Reforma Procesal Penal. Una maltrecha Fiscalía se conjuga con la peor debacle en Carabineros de que se tenga memoria. El presidente Piñera debe demostrar en pocos días el temple, la fuerza de su gobierno para enfrentar los problemas de verdad. La señal será clave para los próximos cuatro años, quizás la gran prueba para la factibilidad de su ambicioso proyecto modernizador y su proyección en el tiempo. El país espera, expectante y atento.

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