Pensiones y herencia: el trigo y la paja



Por Paula Benavides, economista

¿Habrá o no herencia?, fue la pregunta de moda en el debate de pensiones. Como si fuera un asunto central, la discusión quedó atrapada entre su defensa y una distinción confusa entre herencias y pensiones de sobrevivencia.

En cambio, en el contexto internacional, la pregunta clave en materia de pensiones es cómo entregar seguridad de ingresos en la vejez, invalidez y sobrevivencia; y los objetivos de cobertura, sostenibilidad y suficiencia, son los que guían el análisis de las reformas.

Lamentablemente, poner el foco en las herencias esquiva el debate sobre objetivos, limitándolo a uno de instrumentos y sesgado desde la partida. Con una lógica parecida, se ha postergado por años la urgente reforma estructural a un sistema sin credibilidad, con bajas pensiones y donde todos los riesgos recaen en las personas.

Pero, para mejorar las pensiones y su seguridad, además de mayor ahorro previsional, será necesario que los riesgos se compartan mejor. Un sistema público, con un pilar contributivo mixto, contribuiría a ello.

El ahorro colectivo debiera ser un componente fundamental. Con beneficios que reconozcan la historia previsional y transferencias intra e intergeneracionales acotadas, para aumentar las pensiones con sostenibilidad y compartir riesgos como el de inversión y longevidad. Al ser colectivo permitiría, además, un perfil de inversión con menor necesidad de liquidez y mayor riesgo-retorno. En esos planes, como las cuentas nocionales en Suecia, se financian pensiones, incluidas las de sobrevivencia, pero no herencias.

El otro componente en un pilar contributivo mixto son las cuentas individuales, que se asocian más a suavizar ingresos y responden distinto a los diferentes riesgos. En Chile, por cierto, requieren una estructura más eficiente y que no deje decisiones complejas en los afiliados. Las AFP, que compiten por administrar el ahorro previsional con altos costos, utilidades e inversiones excesivamente líquidas, necesitan ser sustituidas por un mejor sistema. Con todo, estos planes habitualmente tienen opciones con herencia.

Así ocurre en retiro programado, donde los fondos se mantienen en la cuenta del afiliado, que asume los riesgos de inversión y longevidad. Cuando no hay beneficiarios de sobrevivencia, los fondos constituyen herencia. En renta vitalicia, por su parte, no existen herencias. Los riesgos se mutualizan y los fondos pasan a ser propiedad de una compañía de seguros que compromete una pensión fija en UF y pensiones de sobrevivencia. Aunque se pueden pactar periodos garantizados, estos son condiciones especiales del seguro.

El retiro programado es obligatorio para quienes no financian al menos una PBS; más del 60% de los nuevos pensionados de vejez. En 2020, entre quienes pudieron elegir, cerca del 80% también escogió esa modalidad, el resto optó por renta vitalicia o por combinaciones de modalidades. Así, actualmente, la mayoría queda expuesta al riesgo de longevidad. Afortunadamente, el Pilar Solidario protege a quienes califican.

La flexibilidad de modalidades de pensión es común en cuentas individuales, porque sus costos difieren y ninguna se ajusta a todas las necesidades; como bajos saldos o enfermedades. Ejemplo de ello son Australia y Reino Unido. Aunque en este último, la excesiva flexibilidad es cuestionada, al igual que lo fue la obligatoriedad de rentas vitalicias hasta 2015.

En cualquier caso, al definir un diseño, se debe considerar la protección que otorgan otros componentes del sistema y las modalidades con herencia debieran ser la excepción, no la regla. Para ello, hay que mejorar el funcionamiento de las rentas vitalicias, profundizar las rentas temporales con renta vitalicia diferida y desarrollar mecanismos innovadores para un contexto de bajas tasas; como los que colectivizan el riesgo de longevidad idiosincrático.

En Chile, mejorar las pensiones exigirá fortalecer el rol del Estado, establecer un componente solidario robusto y superar un diseño basado en los mercados, la elección y la propiedad individual. En un sistema mixto, el peso y diseño específico de los componentes, debiera surgir de un acuerdo amplio con objetivos compartidos. El diálogo social, técnico y político transversal, será fundamental para alcanzarlo y dar estabilidad en el tiempo a una reforma cuya implementación requerirá varios años y más de un gobierno. En ese diálogo, la herencia no debiera ser el centro, pero tampoco prohibirla.

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