Reforma tributaria: evidencia, urgencia, y responsabilidad



Fabián Duarte es profesor asociado, FEN, Universidad de Chile, Director Núcleo Milenio DESOC, y Damián Vergara es candidato a Doctor en Economía, Universidad de California, Berkeley.

El programa de gobierno de Gabriel Boric presentó propuestas de mediano plazo en materia tributaria que buscan recaudar 8 puntos del PIB en un periodo de 8 años. Ante eso, Andrés Velasco aseveró que “los números no calzan (...). No hay una experiencia en el mundo en que se recauden 9 puntos del PIB en un periodo relativamente corto de tiempo”, sugiriendo que esa propuesta carece de sentido de realidad y responsabilidad.

Sin embargo, al mirar la experiencia histórica, la aseveración del exministro no es correcta. En determinados momentos de la historia, 12 países de la OCDE aumentaron su recaudación como proporción del PIB en montos y plazos similares a los que propone Boric: 8 puntos (no 9) en 8 años. Por ejemplo, Noruega aumentó su carga tributaria en 9,5 puntos del PIB entre 1965 y 1973, Dinamarca lo hizo en 10,7 puntos del PIB entre 1966 y 1974, y Finlandia lo hizo en 8,8 puntos del PIB entre 1969 y 1977. Similares experiencias existen en Suecia, Bélgica, Luxemburgo, Italia, Irlanda, Grecia o España. En tiempos recientes destacan Turquía, que aumentó su carga en 9,2 puntos del PIB entre 1994 y 2001, e Islandia, que lo hizo en 7,9 puntos del PIB entre 1997 y 2005.

Por cierto, esto no significa que hacerlo sea fácil: una reforma con estos objetivos debe tener respaldo técnico y ser cuidadosa en su implementación. No basta con apretar un botón que mágicamente hace que todo resulte. Sin embargo, la experiencia de estos países muestra que es posible, que no es fantasía ni rigidez, menos un acto de irresponsabilidad. Existen precedentes de reformas tributarias exitosas comparables —e incluso más ambiciosas— que las que plantea el programa de Boric.

En Chile, muchas de las reformas propuestas cuentan con alto potencial recaudatorio, amplio consenso político y respaldo de instituciones internacionales, pero han estado pendientes por muchos años, como la agenda anti-evasión y anti-elusión y la eliminación de exenciones tributarias. El programa de Apruebo Dignidad estima que 3,5 de los 8 puntos de recaudación adicionales vendrían por estos ejes. La propuesta de royalty minero, que se estima recaudará un punto del PIB, también es factible de ser implementada. Así, más de la mitad de la recaudación propuesta proviene de compromisos pendientes de alto consenso político. Esto sugiere que plantearse metas de recaudación ambiciosas en estos momentos es razonable dado el statu quo del sistema tributario chileno. El resto de las propuestas tributarias del programa emulan las mejores prácticas internacionales en términos de impuesto a los ingresos, progresividad y política medioambiental. La meta de 8 puntos, entonces, no parece un absurdo irresponsable como muchos quieren hacer creer. Por el contrario, busca de manera realista acercar a Chile a los estándares de la OCDE.

Estamos comenzando a salir de una de las crisis más grandes de las últimas décadas, que ha afectado a todos y todas, por lo que las urgencias de derechos sociales para una sociedad más digna e igualitaria hoy son más necesarios que nunca. Además, aumentar la progresividad del sistema tributario es un imperativo para avanzar en materia de justicia y cohesión social. No proponer reformas que aumenten la recaudación es desconocer los desafíos que tenemos como país y que quedaron en evidencia desde octubre del 2019. Ese es un error que como sociedad no podemos volver a cometer.

Aumentar la carga en 8 puntos del PIB es un desafío muy difícil, que requiere una reforma seria, con un diseño e implementación cuidadosos, y un amplio consenso político y ciudadano. Es un desafío que involucra a todos y todas las chilenas, con énfasis en los que más tienen, que reconozcan lo necesario de un esfuerzo contributivo adicional. Por lo mismo, se requiere de una reflexión colectiva del mundo técnico y político que contribuya a lograr el objetivo. Evitar este desafío no es un camino responsable con los problemas del Chile de hoy y del futuro.

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