Metas de inflación en la mira... ¿Se podrá revisar en Chile?




Hace dos semanas, el economista Carlos Fernández Valdovinos, fue elegido nuevo presidente del Banco Central paraguayo, y en una de sus primeras impresiones, no descartó la posibilidad de reducir la meta de inflación fijada en 5%, considerando los bajos niveles que se han mantenido en el último tiempo.

Esto, tomando en cuenta que una menor variación de los precios de los productos básicos tiene un impacto menor en los bolsillos de la población, sobre todo más pobre, y que en gran parte de los países desarrollados, la meta de inflación explícita por los bancos centrales, se ubica en un rango mucho menor al 5%, donde casi todos los países emergentes tienen 3% (como Chile), y gran parte de las economías desarrolladas, sumando a Perú, están más cerca del 2%.

En ese sentido, ya han surgido algunos planteamientos desde el extranjero, sobre la posibilidad de que nuestro país pueda reducir su objetivo inflacionario como al de Estados Unidos.

Sin embargo, aunque los economistas nacionales defienden el actual sistema del ente rector nacional, apuntando principalmente al espacio que una meta más alta le otorga a la política monetaria, junto con un tema de credibilidad, cabe hacerse la pregunta: ¿Es recomendable revisar el objetivo actual del instituto emisor?

LA SITUACIÓN CHILENA
Desde el año 2007, el objetivo explícito del Banco Central de Chile es que la inflación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubique la mayor parte del tiempo en torno a 3%, con un rango de tolerancia de +/- 1 punto porcentual, "el cual debe ser cumplido de manera permanente en un horizonte de mediano plazo en torno a dos años", según el mismo organismo.

Según el BC, el principal mérito de este régimen es que, si bien restringe la discrecionalidad de la autoridad monetaria, permite la realización de políticas de estabilización".

En efecto, los expertos coinciden en que con una meta un poco más alta de 2%, la capacidad de reacción del BC es mayor, lo que es más recomendable dada la volatilidad que enfrentan las economías emergentes.

"Tener una meta más alta ayuda a tener espacio. Es parecido a manejar no demasiado cerca del auto que va adelante. Por ejemplo, si Chile hubiera tenido una meta de 2%, la tasa real en 2009 habría sido 1 punto porcentual mayor, es decir más contractiva de lo ideal", explica un importante agente privado.

 Mirada que está en línea con lo planteado recientemente por Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, quien recomendaba a través de un paper a los países desarrollados, que una de las políticas que podrían ayudar a mejorar la eficacia de su política monetaria, es subir la meta inflacionaria, y así tener más espacio de respuesta.

Concuerda Alejandro Fernández, economista y socio de Gémines Consultores, quien sostiene que "si bien que en la meta se incluya un 0% es admisible, como en Europa,  en general se pretende que esté por arriba, ya que una inflación baja o nula, hace más difícil en tiempos de crisis bajar las tasas reales, porque por ejemplo con una inflación de 0%, si se baja la tasa,  es 0% real, y desde ese punto de vista se justifica una meta más alta".

Asimismo, también señala que "es un tema debatible, pero lo que está detrás de la meta es que no altere significativamente la toma de decisiones por parte de las personas y las empresas y que no transforme a los precios en una variable relevante para estar siendo observada. Por eso, tener una meta de 3% ó 2% no sería muy relevante, lo importante es cumplirla".

Quien también coincide es el economista Erik Haindl, director del Instituto de Economía de la Universidad Gabriela Mistral, quien explica que "la visión histórica y tradicional en un principio era fijar una meta de 0% y así estabilizar los precios. Sin embargo, eso implicaría períodos con inflación y otros con deflación, por lo que se corre la meta hacia arriba justamente para evitar ello".

Lo malo de la deflación, a su juicio, es que se produce rigidez de precios y salarios a la baja, y la economía termina ajustándose por cantidad en vez de precios, pudiendo llegar a una recesión.

Por ello, destaca que "mientras más volátil es un país, es mejor una meta más alta. En el caso de Chile, que se haya fijado una meta de 3%, en vez de 2% como en Estados Unidos, es mejor, porque en nuestro país es más difícil controlar la inflación que allá".

 Por su parte, Nicolás Birkner, economista de CorpResearch, sostiene que "el BC adopta esta meta después de un período de alta inflación, con tasas de incluso dos dígitos, y parece una cifra bien razonable para tener una maniobrabilidad importante. Si uno compara con Brasil, tienen una inflación más alta y por eso también su tasa de política monetaria es mucho más alta que la nuestra, con un rango de tolerancia de +/- dos puntos".

UN TEMA DE CREDIBILIDAD
Otro punto relevante para los expertos que defiende el actual objetivo del instituto emisor, tiene que ver con la credibilidad que genera la mantención de una meta por un tiempo prolongado.

Esto, ya que una vez que se establece una meta, se tendría que estar muy seguro para cambiarla porque hay un costo de credibilidad importante por el cambio, con ganancias y pérdidas de capital enormes para los acreedores/deudores de papeles en pesos.

 Así lo afirma Fernández. "En Chile la meta de inflación se cambió cuando teníamos niveles altos, pero cuando ya se alcanza un nivel bajo de inflación no se debería estar modificando la meta constantemente,  a menos de que ocurra algo extraordinario", comenta.

Efecto que comparte Birkner, quien destaca como una gran ventaja la confianza para los inversionistas el cumplimiento de la meta.

"Lo bueno es que en general el Banco Central cumple con la meta, más allá de shocks que se escapan a lo que se pueda manejar, pero el mercado tiene confianza que en el horizonte de política de dos años, el IPC estará en torno a 3%. Es cosa de ver las expectativas, y por eso es ventajoso no andar cambiando la meta continuamente", asegura.

Con todo, el tema ya está en el debate internacional (ver recuadro). Mientras Paraguay planea reducir su meta inflacionaria, Uruguay modificó su rango objetivo a partir de julio de este año para buscar mayor efectividad en la política monetaria, y Chile no quedará ajeno al próximo debate y propuestas macroeconómicas, sobre todo considerando que estamos ad portas del desarrollo.

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