Uno de los mayores desafíos de la industria minera en relación a la explotación de los recursos naturales no renovables radica en su sostenibilidad intergeneracional. Esto es, cómo poder transformar la riqueza minera en conocimiento, dándole así la posibilidad a las futuras generaciones de beneficiarse también de la riqueza minera, a través de la creación de conocimiento específico relacionado con la minería y su sostenibilidad. Este es un tema fundamental para Chile y que será parte de la discusión sobre la Política Minera 2050 que el Ministerio de Minería acaba de iniciar.

Recordemos que, según Cochilco, Chile cuenta con las mayores reservas a nivel mundial de cobre, litio y renio con el 20,58%, 57,5% y 54,8%, respectivamente; asimismo, tiene una relevante participación en las industrias de molibdeno, plata y yodo. Por otra parte, según Datalab, el promedio de capacitación por trabajador por año en la industria minera es de 38,1 horas cuando la recomendación en base a estándares internacionales es de 45 horas (Estados Unidos tiene 47,6 horas por año).

Chile podrá desarrollar tecnologías que se hagan cargo de la minería del futuro, entre otros, a través de la formación de carreras técnicas y profesionales vinculadas a la minería y al medio ambiente, que potencien conocimientos que permitan la optimización de la producción, como la automatización y el control de procesos; la gestión de datos, monitoreos en línea; la robotización y la gestión autónoma de sistemas de transporte, así como la gestión ambiental y el avance en mejoras tecnológicas ambientales.

Esta combinación -educación y capacitación- es la fórmula que se traducirá en el desarrollo de un hub de conocimiento que no solo permitirá que Chile siga liderando las exportaciones mineras a nivel mundial, sino que fortalecerá la globalización de conocimientos y, por lo tanto, su posicionamiento líder como país minero a nivel mundial. Por esto, también es necesario que las organizaciones busquen metodologías de innovación bottom up pues los mineros de Chile son quienes se deben protagonizar y conducir la transición de un país exportador minero a uno exportador de conocimientos.

De esta forma, la famosa definición de Desarrollo Sostenible de la Comisión Brundtland que "asegura la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias" adquirirá un sentido real y genuino para la industria minera.