En un incierto escenario, 38 comunas de la Región Metropolitana amanecieron este lunes con la amenaza de un corte total de agua potable que —en el mejor de los escenarios— se extendería por 24 horas. Aguas Andinas advertía de la compleja situación por la que estaban atravesando sus plantas de distribución, debido a la excesiva turbiedad del agua en los ríos Maipo y Mapocho, provocada por una serie de aluviones ocurridos en el sector cordillerano. Un escenario que, a juicio del director del Centro Hídrico de la Universidad Bernardo O´Higgins (UBO) Christian Herrera, se pudo haber evitado.

Para el académico y doctor en Hidrogeología, la ciudad de Santiago no puede seguir dependiendo de una casi exclusiva fuente de abastecimiento de agua potable: los ríos.

Río Maipo. (Foto: Agencia Uno)

El experto explica que se debe diversificar el sistema, apuntando hacia el fondo de la tierra y las napas subterráneas para abastecer del vital elemento a los capitalinos. Un sistema que es más seguro, menos costoso y que lograría sortear de mejor forma eventos climáticos como el vivido este fin de semana y que, debido a los efectos del cambio climático, lo más seguro es que se repitan.

El experto propone poner el foco en el uso de aguas subterráneas por sobre las superficiales, como una alternativa para evitar los problemas circunstanciales de turbiedad del agua provocada por este tipo de lluvias.

El abastecimiento, en general en las grandes capitales del mundo, se hace a través de aguas subterráneas. ¿Por qué?, porque con las aguas subterráneas —a diferencia de lo que pasa con las aguas superficiales— el abastecimiento puede ser mejor gestionado, ya que no queda sujeto a las variables del clima, que es lo que está afectando en este momento a Santiago. Las plantas no pueden tratar aguas con una cierta concentración de partículas disueltas. Y esto se evita con el agua subterránea, porque con ese sistema se extrae agua de la napa de un pozo, y la calidad de esa agua siempre será la misma”, afirma el académico de la UBO.

Herrera explica que existen comunas en Santiago que sí han estado trabajando con aguas subterráneas como el caso de Maipú, lo que hubiese mitigado —para ese sector— los efectos de un masivo corte del suministro en gran parte de la capital.

“Para Santiago es muy complejo solamente depender de las aguas superficiales como abastecimiento. Este sistema debiese ser complementario o aumentar el porcentaje de aguas subterráneas que abastecen el sistema público, porque esa sería una manera de tener un mayor control sobre el medio y la gestión. Depender de las aguas superficiales, en este caso del río, es un problema. Pero hay excepciones; por ejemplo, en un sector de Maipú sí hay agua de napa, y en ese lugar no hubiese habido corte de agua. Este hecho debería hacernos pensar en crear un plan de gestión de explotación de uso de aguas subterráneas, para abastecimiento público y, así, evitar que la población se quede sin agua potable cada vez que ocurra un fenómeno como éste””, afirma.

El académico agrega que hoy la ciudad de Santiago vive una inseguridad hídrica muy importante y que eso hace necesario invertir en estudios que detecten las zonas donde se concentra mayor cantidad de agua subterránea, para diversificar las fuentes de abastecimiento hacia un sistema que, además de ser más seguro, es más barato.

“En temas de costos, es más barato construir y explotar pozos de agua que construir un embalse. Faltan estudios para ver dónde hay calidad de aguas subterráneas en Santiago y proceder a la explotación de ésta. Tenemos una única y gran fuente de abastecimiento que es el río Maipo, y estos fenómenos continuarán ocurriendo. La ciudad vive una inseguridad hídrica muy grande a pesar de lo que se ha hecho, pero es evitable si se exploran más las aguas subterráneas”, concluye.