La destacada sicóloga Mariane Krause Jacob resultó elegida ayer como Decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica con un total de 76 votos, por el período correspondiente a 2021-2025.

Mariane Krause es doctora en sicología de la Freie Universität Berlin, en Alemania, y profesora titular de la Escuela de Psicología de la UC. También fue directora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap), un centro científico donde un grupo de sicólogos, siquiatras y profesionales de la salud hacen distintos análisis y desarrollan iniciativas para prevenir esa enfermedad.

Krause debió dejar ese puesto en abril de 2019 cuando fue nombrada presidenta de Consejo Conicyt. Fue, de hecho, la última presidenta de ese consejo, pues en enero de 2020 Conicyt dio paso a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). La profesional también ha sido expositora del Congreso del Futuro, que se realiza cada año en el país.

Krause es una experta en salud mental y tiene una opinión crítica respecto a su abordaje. En una entrevista al suplemento Tendencias en junio del año pasado, dijo que los problemas de salud mental sólo se toman en cuenta cuando tienen consecuencias en otros ámbitos, por ejemplo, efectos económicos. “Nosotros sabemos hace rato que tenemos altos índices de depresión en el mundo, pero en el momento que se puso en evidencia el costo económico que eso significaba para los países, se empezó a tomar en serio. Lamentablemente es así: el acento no está puesto en el bienestar en las personas”, comentó.

En una reciente entrevista con La Tercera, la sicóloga recomendó para este año que recién comienza poner atención en los grupos más vulnerables en la pandemia: los niños, que fueron sacados de sus rutinas escolares y separados de sus grupos de pares; los migrantes, que tienen condiciones de bajos ingresos y de precariedad laboral y habitacional, además del desarraigo, y las personas con trastornos sicológicos o siquiátricos que vieron discontinuado su tratamiento.

En su trayectoria profesional, también ha destacado el hecho de que la depresión chilena se distribuye desigualmente en los distintos sectores de la población. Por ejemplo, por cada tres mujeres que la padecen, hay sólo un hombre con depresión, pero en Chile esa brecha es aún mayor: las mujeres quintuplican a los hombres en la prevalencia (10,1% contra 2,1%). Algo similar ocurre al analizar los distintos niveles socioeconómicos, donde se encuentra que en los quintiles de menores ingresos hay mayor porcentaje de población con síntomas depresivos que en los con más altos recursos.