Crónica de un secuestro en México: Detalles inéditos del fallo que condenó a 60 años al comandante "Emilio"

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Los detalles inéditos de la sentencia que terminó con la libertad del prófugo exfrentista, hoy condenado a 60 años de cárcel por secuestro.


-Me dijeron 'este es nuestro negocio, no esperes ninguna piedad ni simpatía. Nos comunicaremos por escrito y habrá un código de luces. Cuando vayamos a entrar prenderemos la luz tres veces, tú te voltearás a la pared para no vernos y te pondrás de rodillas en el colchón. Cuando salgamos volveremos a encender y apagar la luz tres veces para que puedas voltearte de nuevo'. De noche las luces eran bajas, a menos que me torturaran. Ahí estaban encendidas todo el tiempo.

Quiere flores, señorita

Eran las 11.30 horas de una mañana cualquiera cuando Nancy Michel Kendall (61) estacionó su auto en el centro de San Miguel de Allende y partió caminando por Calzada de la Aurora hacia la tienda Vía Orgánica. Pero ese día 13 de marzo de 2017 cambió su vida para siempre. Un hombre se le puso enfrente con un ramo de flores de papel en sus manos y, cubriéndose la cara, le dijo "las flores, señora", en francés. Otro tipo la agarró por detrás y juntos la subieron a una van.

Nancy estuvo secuestrada durante casi tres meses.

El relato es parte del testimonio que ella entregó ante el Tribunal de Juicio Oral del estado de Guanajuato, México, el que la semana pasada condenó a Raúl Escobar Poblete, conocido en Chile como "comandante Emilio", a cumplir una pena de 60 años de presidio por el delito de secuestro agravado. En el fallo, la justicia mexicana trata al exfrentista por su identidad chilena, pero también se refiere a él por el nombre que adoptó durante las décadas en que se radicó en San Miguel de Allende, una vez que logró burlar la justicia chilena que lo perseguía por el asesinato del senador Jaime Guzmán.

En su barrio de esa apacible ciudad colonial, Escobar Poblete era conocido bajo el nombre de Ramón Alberto Guerra Valencia. Decía que era arquitecto y cuando le preguntaban por qué tenía un acento diferente, contaba que había nacido en Puebla, otra ciudad mexicana, y que era hijo de padres extranjeros.

Su vida era relativamente normal. Sus vecinos conocían también a Patricia Fernández, la expareja sentimental de Ramón y madre de sus hijos, Carlos y R.E.M. Pero Patricia tampoco era Patricia, sino Marcela Mardones, hoy presa en la Cárcel de Mujeres de Santiago. La mujer decidió dejar intempestivamente su casa, en el número 5 de la calle Los Adobes, San Miguel, y venirse a Chile tras la detención de Escobar.

Más tarde la seguirían sus hijos.

La tranquila vida de los Guerra Fernández se quebró el 30 de mayo de 2017.

Llamó al 911

Fue un taxista. O su intuición.

Según declararía Marco Antonio Aguilar más tarde a la justicia, se sintió intimidado por un conductor que lo seguía en el trayecto a entregar la encomienda que le habían encargado. El conductor era "Emilio", o Ramón, o Raúl, quien -acreditó el Ministerio Público- quiso cerciorarse de que un paquete que contenía el dedo meñique de Nancy Michel Kendall llegara a manos de su esposo, el empresario francés Alain Daniel Tessier, quien se encontraba junto a unos amigos en el Restaurante Nirvana de esa ciudad. A esa altura, la mujer llevaba 78 días en cautiverio en un pequeño inmueble bajo nivel ubicado en circuito Azucena 22 del fraccionamiento La Vista, en San Miguel de Allende. Nancy relató que siempre permaneció en una especie de "cajón", cuyas paredes tenían telas acolchadas, posiblemente para aislar el sonido.

El fallo que condenó a "Emilio" sostiene que ese día Raúl Escobar o Ramón Guerra manejaba una camioneta blanca marca Toyota Tacoma y siguió durante un trayecto al taxista Aguilar. Poco antes de las 9.30, un cómplice de "Emilio" había pagado $ 500,00 pesos mexicanos (casi $ 18 mil pesos chilenos) al transportista para que llevara al Nirvana un paquete. No sabía el taxista que en su interior había una nueva y quizás última prueba de vida de Nancy Kendall: dos falanges de su dedo meñique de la mano izquierda y un par de cartas advirtiendo que la próxima vez aparecería cortado su cuerpo entero.

A poco de emprender el camino, el taxista se percató de que alguien lo seguía. "La persona que estaba en el interior de la camioneta, en el lado del conductor, se le quedó viendo el número de patente del taxi, y una vez que lo pasó, avanzó detrás de él, continuando su recorrido, incluso cuando se salió de su ruta por temor". Fue entonces cuando Aguilar selló el destino de Escobar Poblete: paró en una bomba de bencina y llamó al 911. Hasta el lugar llegó la policía, incautó el paquete y registró la camioneta de "Emilio". Encontró dos cartas escritas en francés por Nancy Kendall. Sus largos años como prófugo de la justicia llegaron a su fin. También los Guerra Fernández.

https://www.latercera.com/nacional/noticia/justicia-mexicana-condena-comandante-emilio-60-anos-prision-delito-secuestro-agravado/700716/

"Saquen lo del cajón"

Mientras estaba detenido por la policía municipal en espera de la ministerial, Escobar hizo dos llamadas de las cuales se rindió prueba en el juicio. "No pude llevar el encargo, saquen lo que tenemos en el cajón", dijo en la primera. Acto seguido, se comunicó con otra persona: "Ve con mi hijo Carlos, que vaya con los del departamento, me tiene la policía".

Pese a que lo nombró, el tribunal descartó vincular al hijo mayor de los Escobar Mardones con el secuestro. El testimonio de una profesora de la hija menor, que iba a la escuela Árbol de la Vida  y que conocía a Carlos, resultó clave. "Sé que se fue a Cuba a mediados de abril", dijo la profesional, lo que fue ratificado por otro conocido del barrio. Como, entonces, en la fecha de la llamada el hijo de "Emilio" no habría estado en México, el tribunal "consideró que esas probanzas, independiente de su veracidad, no es posible considerarlas".

Lo que sí se dio por acreditado fue que la casa en Azucena 22 fue comprada por Ramón Guerra un año antes, y quedó a nombre de su hijo Carlos. Costó en total $ 410.000,00 ($ 14 millones en pesos chilenos) y la canceló en dos pagos, uno en efectivo y otro con cheque. A la corredora le dijo que era un regalo a su hijo por su graduación. Mientras cerraba el negocio, preguntó si podía remodelar el lugar. Los dueños dijeron que no, pues se trataba de un condominio. En el juicio, un vecino del frente contaría que sí se realizaron trabajos en la vivienda, y los peritos aseguraron que se modificó una de las piezas, se amplió para que contara con un baño y que allí había también una especie de tarima.

¿Por qué iba tanto a Azucenas 22?, preguntó la justicia al exfrentista una vez detenido. "Porque lo tenía rentado a dos personas que lo convencieron de alquilarlo semanalmente, por lo que, por ende, cada semana iba por el dinero del alquiler", señala el expediente.

La explicación no era creíble y en nada coincidía con el testimonio de la señora que tenía un almacén frente a la casa. Ella contó que lo reconoció porque una vez fue a su local a comprar una serie de artículos para el aseo, y dijo que entre marzo y mayo de 2017, cuando Kendall estaba cautiva, "acudía frecuentemente por la mañana, entre 8.00 y 8.30, varias veces a la semana, y que entraba y salía de esa casa".

El moreno

La mujer y otros testigos pudieron establecer que el domicilio era habitado por otros dos hombres: "Uno de tez blanca y el otro, moreno".

Y la sentencia contra Escobar Poblete alude a cómplices. "Para mantener a la ofendida privada de libertad intervinieron al menos dos sujetos, quedando patente el actuar de cada uno de ellos, uno para abordarla al vehículo y el otro conduciendo el mismo, de los cuales se está seguro que ninguno de ellos era el acusado Raúl Escobar Poblete".

Hasta hoy no se ha establecido la identidad de los coautores del secuestro de Nancy Kendall, pero el fiscal de Guanajuato,  Carlos Zamarripa, centró sus sospechas en el excompañero de armas de "Emilio", Ricardo Palma Salamanca. Al igual que Escobar, Palma se instaló por años en San Miguel de Allende, y una vez descubierto "Emilio",  escapó junto a su familia a Francia, en donde logró refugio. Pese a esto, el Ministerio Público activó una petición de extradición en su contra. En la sentencia contra Escobar, al menos, hay pocos rastros del "Negro" Palma en el secuestro, aunque sí de su vida literaria: en una de las casas de "Emilio", allanadas, se encontró un libro de tapa roja. Era Il grande riscatto, la traducción al italiano del texto de Palma Salamanca sobre la fuga de la Cárcel de Alta Seguridad.

https://www.latercera.com/nacional/noticia/fiscal-mexicano-confirma-participacion-ricardo-palma-salamanca-banda-secuestradores/708837/

El caso Edwards, ruido y cobijas

Con una serie de reportajes de prensa chilena, el Ministerio Público mexicano intentó establecer  la similitud de los secuestros de Nancy Kendall y uno de los dueños de El Mercurio, Cristián Edwards. Y aunque fueron desechadas como pruebas, hay varios pasajes de la sentencia que lo abordan.

En la parte resolutiva, la sentencia alude a un reportaje de CiperChile que cuenta que Edwards estuvo cautivo en una caja de madera de dos por tres metros, que no tenía ventanas, cubiertas con caja de tipo huevo como aislante, y se le da a Escobar Poblete el rol de custodio.

El fallo sostiene, sin embargo, que ninguna autoridad judicial ha resulto su intervención en el secuestro de Cristián Edwards, por lo que "mucho menos de manera objetiva se puede establecer que sea contundente la coincidencia de la mecánica en que se llevaron ambos cautiverios".

"Se escuchó que mientras en el caso Edwards se utilizaron tarimas y cajas de huevos para aislar el sonido y al secuestrado lo sometían al ruido de música estridente, en el caso de Nancy fueron bases de cama y espuma aislante lo que se utilizó para neutralizar el ruido y nunca se habló de que se usara música estridente. Por lo que es claro que pueden existir mínimas coincidencias, pero no resultan atendibles y, sobre todo, vinculantes con el acusado Raúl Julio Escobar Poblete, como lo pretende hacer ver la fiscalía", sostiene el fallo.

Aún así, al declarar Nancy Kendall aseguró que sus captores "ponían diferentes volúmenes de música". Hay evidencia de que las paredes tenían vestigios de espuma aislante y en el celular que portaba "Emilio" se logró extraer un audio previo al secuestro de la mujer, en que una voz masculina sostiene "sí,  mañana temprano yo consigo las cobijas ahí para clavarlas". En un segundo audio, se logra escuchar la respuesta "ok, entonces yo voy a tener las tarimas esas y ocupamos también el tapete que está allá atrás, entonces podemos poner cobijas debajo del tapete y otra cobija encima y ahí hacemos un buen acolchonamiento. ¿Vale?".

Psicópatas

Para la comunidad de San Miguel de Allende va a ser difícil borrar de sus recuerdos el nombre de "comandante Emilio", como llamó a Escobar Poblete la fiscalía de ese estado. Menos el crudo relato de la víctima, quien fue obligada a escribir cartas a su esposo para que pagara el rescate -comenzó en US$ 6 millones y terminó en US$ 1 millón- y  que, según ha declarado, fue "torturada"  y  expuesta desnuda ante una cámara por unas personas que calificó como "psicópatas". "El tribunal de enjuiciamiento pudo darse cuenta del estado emocional evidentemente alterado de la ofendida, quien lloraba y hacía súplicas; es una clara muestra de que pasaba un dolor moral intenso", dice la sentencia.

La casa de los secretos

Fue un WhatsApp. Llegó a las 16.52 del día del secuestro, al número de Tessier.

-Alain, Nancy está bien, cero policía es garantía de vida, espera comunicaciones.

Al día siguiente, un correo. "Nancy está bien, para liberarla necesitamos seis millones de dólares". Como prueba de vida, decía: "Alain, espero que todavía te guste la casa de los secretos", que era una denominación que la pareja daba a su casa en la playa.

Con el paso de los días, los mensajes se fueron poniendo más violentos, hasta llegar a decirle que matarían a Nancy y "harían público el proceso de negociación y resaltarían la irresponsabilidad de la policía y de él por no pagar".

Hasta que llegó el 30 de mayo, el taxista y la intuición.

Dice la sentencia que Nancy Michel Kendall empezó a escuchar mucho ruido en la casa. Escuchó como si se llevaran muebles, envases de refrescos, y escuchó voces de gente molesta gritándose, como reclamándose. Escuchó que decían: "¡detuvieron a Ramón!". Quince minutos después, volvía a ver la luz del sol.

"Emilio" acusa un complot

"Emilio" dice que el día en que fue detenido, salió de su casa temprano para ir a la escuela "Árbol de la Vida" para firmar unos papeles de nuevas contrataciones. Él era parte del directorio. Dice que visitó a su hija que asistía a ese colegio, y se retiró del lugar pasadas las 9.30 rumbo a su tienda.  Fue entonces, dice, cuando pasó cerca de la bomba en que estaba el taxista y sintió unas sirenas y luces de la policía municipal. Escobar Poblete, en el juicio en su contra, acusó que estos lo detuvieron e incluso dijo que vio pasar al taxista que lo acusó y a otra camioneta blanca que iba tras él. "En el expediente, el taxista hace una declaración que dice que él se estaciona en la bomba número uno. ¡Mentira! -grita "Emilio", yo me estaciono en la bomba número uno, echo gasolina, hago todo lo necesario y me voy y soy detenido", replicó.

Pero los jueces no dieron crédito a su versión y así quedó escrito en su sentencia.

-No se puede encontrar alguna explicación a ese complot que dice el acusado fraguaron en su contra, basado en su pasado, pues este no se conoció al momento de su detención, porque hasta ese momento se ostentó como Ramón Alberto Guerra Valencia, de nacionalidad mexicana (...) El acusado miente".

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