¿Por qué el bosque nativo es tan importante para mitigar el cambio climático?

Alerce milenarios  en Parque  Pumalin
Imagen de un bosque de alerce milenarios en Parque Pumalin. Foto: Archivo La Tercera.

Los árboles absorben aproximadamente dos mil millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, por lo que son fundamentales para la lucha contra el calentamiento global, y para que Chile alcance la meta de ser un país carbono neutral en 2050.


El bosque nativo tiene importantes beneficios para la biodiversidad y es clave para la mitigación del cambio climático. Investigadores de diferentes partes del mundo han llegado al consenso sobre varias de sus características beneficiosas para los ecosistemas: éstos no tienen los mismos riesgos ante incendios como las plantaciones de especies exóticas; retienen agua en situaciones de sequía y la liberan a los acuíferos lentamente; albergan ricos ecosistemas de flora y fauna; y son una atractivo turístico y educativo, entregando un valor agregado a las localidades. El bosque es también un gran aliado en la lucha contra el cambio climático ya que los árboles absorben, cada año, aproximadamente dos mil millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero. Latinoamérica posee 935,5 millones de hectáreas forestales, lo que representa el 46,4% de la superficie total de la región, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sin embargo, se perdieron 96,9 millones de hectáreas de bosque nativo entre 1990 y 2015, como advirtió en su informe "El estado de los bosques". Solo seis países latinoamericanos aumentaron su cobertura forestal: Chile, Costa Rica, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay. Una acción importante, ya que como explica Sebastián Vicuña, director ejecutivo del Centro Cambio Global UC, “el dióxido de carbono queda almacenado en los suelos del bosque nativo, de manera que no sucede en las plantaciones. Las plantaciones se cortan y la captura es temporal hasta que crece el árbol y luego se vuelve a emitir una fracción importante de CO2”.

"El dióxido de carbono queda almacenado en los suelos del bosque nativo, de una manera que no sucede en las plantaciones".

No obstante, afirma el investigador, existen alternativas. “Mantener superficies de áreas protegidas, de las que hay muy poca representación en el área central de Chile, es una estrategia nacional. Otras soluciones son mezclar plantaciones forestales con bosque nativo, como híbridos”. Esto, dice, debido a que los monocultivos de especies exóticas no sólo conllevan una pérdida de biodiversidad sino también aumentan la amenaza de incendios. Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile, en tanto, opina que en nuestro país deben hacerse cambios radicales en el manejo de bosques. [caption id="attachment_966130" align="alignnone" width="300"]

Imagen de un bosque húmedo en la Patagonia chilena. Foto: Archivo La Tercera.[/caption] “Para priorizar el bosque nativo es necesario que los instrumentos del Estado, incluyendo los subsidios, se enfoquen en el bosque nativo como un bien público. Ya se han entregado subsidios a las plantaciones por más de 40 años, por lo tanto, creemos que es el momento de cambiar el foco hacia una de las más potentes soluciones basadas en la naturaleza que Chile puede aportar”. Catalán realza el rol de los bosques nativos, que secuestran carbono en forma permanente y entregan otra serie de servicios ecosistémicos para las personas como es la provisión de agua. Por eso “el bosque nativo debe ser protegido, manejado y restaurado, principalmente en relación con los cursos de agua y lugares importantes para la biodiversidad”, dice.

Bosques y NDCs

Los bosques son fundamentales para cumplir la meta de carbono neutralidad al 2050 que se ha propuesto Chile para enfrentar la crisis climática. “Sin ellos no se podrá cumplir esta meta. En las nuevas NDCs del país que se actualizarán en marzo, y que terminaron su consulta pública en diciembre pasado, se propone la permanencia del bosque nativo, sin corte. El país ha mejorado de forma sustancial los NDCs propuestos en 2015, ahora con reducciones absolutas y reales en la senda de la carbono neutralidad”, señala Sebastián Vicuña. Las NDCs, sigla en inglés para referirse a las denominadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, es un mecanismo establecido en el Acuerdo de París (COP21) en el cual cada país se compromete ante la comunidad internacional a reducir sus emisiones de carbono, explicitando su presupuesto de emisiones y los pasos a seguir para lograr esa disminución. Por su parte, desde la WWF Chile proponen que los NDCs del país expliciten la importancia de la conservación del bosque nativo, “ya que no solo capturan carbono, también lo secuestran en el largo plazo, a diferencia de las plantaciones forestales que son cosechadas y convertidas en productos que en gran parte tienen ciclos de vida corta” dice Rodrigo Catalán. En este proceso, añade el ejecutivo de la ONG, el dióxido de carbono vuelve rápidamente a la atmósfera.

Se espera que los incendios forestales sean cada vez más frecuentes a causa de factores de cambio climático.

Adicionalmente, los expertos coinciden en que para cumplir la meta de carbono neutralidad Chile deberá apostar por sus bosques nativos y así estará implementando una estrategia de adaptación al cambio climático, mejorando la disponibilidad y calidad de agua en periodos de escasez, proveyendo de refugios para la biodiversidad y cuidando espacios de valor cultural para las comunidades indígenas. Esto es clave en el escenario actual, donde se espera que los incendios sean cada vez más frecuentes a causa de factores de cambio climático. Sumado a esto habrá menos precipitaciones y mayores temperaturas por las olas de calor que se proyecta afecten la zona centro sur de Chile donde se concentran las plantaciones forestales. “Por ejemplo, la cosecha de plantaciones forestales emite carbono a la atmósfera, en promedio son unas 50.000 kilo tonelada de CO2 equivalentes por año, la misma cifra que capturan anualmente. Sin embargo, en periodo de grandes incendios este balance que parece neutralizado se dispara, convirtiendo a las plantaciones forestales en una verdadera chimenea de CO2”, explica el director de conservación de WWF Chile.

Desafíos en agricultura

Chile emite 111.000 kilo tonelada de dióxido de carbono y el sector agricultura es responsable el 10% de esas emisiones. Las 18.5 millones de hectáreas de áreas silvestres protegidas (bosque nativo y especies exóticas) absorben el 65% de las emisiones, por lo que se podría considerar un sector carbono neutral. Pero a pesar de esto se necesitan medidas importantes para un cambio hacia una agricultura sustentable y cumplir con los NDCs 2020, cuya meta es reducir el 45% de las emisiones de Chile al 2030. Al respecto, el Ministro de Agricultura, Antonio Walker, afirma que “tenemos que ver a la agricultura como parte de la solución del cambio climático. No se ha inventado ninguna tecnología en el mundo como es la fotosíntesis de los árboles que absorbe luz, dióxido de carbono y libera oxígeno. Para lograr esta contribución tenemos que hacer un cambio en muchas prácticas culturales y tener una nueva mirada. La agricultura es uno de los sectores más perjudicados si aumenta la temperatura del planeta y con eso la reducción de agua”. Y agrega: “Nuestras metas son mantener, preservar y cuidar las áreas silvestres del país con nuevos proyectos de ley que estamos presentando en el Congreso. Tenemos un proyecto de ley sobre recuperación forestal tras la pérdida de muchas hectáreas que han sido afectadas y necesitamos recuperarlas con bosques frondosos que absorban CO2. También muy importante la nueva ley de manejo de bosque nativo para que sea un sumidero de CO2. Además, el Premio Nobel de la Paz, Rattan Lal, nos propone transformar los 2,5 millones de hectáreas de suelos degradados del país –y que emiten CO2- en suelos vivos altos en carbón y material orgánica”.

"Hay que tener un debate entre lo que necesita Chile para un equilibrio entre el bosque nativo y las plantaciones exóticas".

Los NDCs del sector de agricultura plantean aumentar las proyecciones en los próximos 10 años a 200 mil hectáreas que pudieran ser restauradas y forestadas y 200 mil hectáreas que sean reemplazadas por bosque nativo. “Sobre las plantaciones exóticas que son 2,4 millones de hectáreas en Chile hay que tener un gran debate. Nosotros somos partidarios de no ocupar suelos con actitud agrícola por la tremenda contribución que puede hacer la agricultura al cambio climático y a la producción de alimentos. Creo que en los suelos degradados las plantaciones exóticas tienen una oportunidad y no plantarlas en cualquier distrito agroclimático”, dice Walker. Para cumplir las metas se creará un subsidio del Estado para los pequeños propietarios forestales que quieran introducirse en el bosque nativo. Además, explica que “el bosque nativo es caro de plantar, cinco o seis veces más que las plantaciones exóticas y es lento de crecer. Hay que tener un debate entre lo que necesita Chile para un equilibrio entre el bosque nativo y las plantaciones exóticas”.

Turberas

Las turberas constituyen verdaderas esponjas que almacenan agua y carbono. Pese a su relevancia, no han sido lo suficientemente protegidas de la sobreexplotación de musgos o de la presencia del Ganado. No obstante, su conservación es también clave para la absorción de CO2. “Las turberas son importantes porque guardan mucho carbono. A nivel mundial, por ejemplo, almacenan un tercio del carbono que hay en los suelos, a pesar de que cubren alrededor de un 2,8% de la superficie terrestre del planeta”, explica Jorge Pérez Quezada, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y profesor de la Universidad de Chile. Por su parte, el investigador de la Wildlife Conservation Society (WCS), Ariel Valdés, complementa: “el sector de la turbera donde se está haciendo conservación se comporta como sumidero de carbono, es decir, secuestra más de lo que emite. En el otro lado, con un uso extractivo, la turbera también actúa como sumidero, pero captura apenas un 25% de lo que puede el sector que es protegido”. [caption id="attachment_522004" align="alignnone" width="300"]

Vista general de un humedal de turberas en el Parque Karukinka, en la Región de Magallanes. Foto: Archivo WCS[/caption] “Estos resultados dan cuenta del estado del ecosistema y del efecto que pueden tener las actividades humanas en el balance de carbono a nivel local”, enfatiza. Las turberas del país no están libres del impacto humano y de la crisis climática. Su utilización como sustrato hortícola ha provocado la recolección de grandes volúmenes de musgo que aloja en este tipo de humedal, sumado al pastoreo y pisoteo de ganado que ingresa a las turberas debido a la falta de cercas que impidan su acceso. Además, se prevé que las precipitaciones disminuirán entre un 10% y 20% en la Patagonia chilena, y que la temperatura media aumentaría de 1°C a 3°C entre los años 2071 y 2100. Juan Luis Celis, investigador del IEB y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, añade que estos humedales “tienen un rol muy importante en el ciclo hidrológico, ya que ayudan a la retención de agua, como la de las lluvias. La vegetación de las turberas, además de otros organismos que la habitan, contribuyen a filtrar el agua, por lo que aportan tanto a la provisión como a la mejor calidad de este recurso”. Para protegerlas, afirma, se necesitan acciones como la restricción del ingreso del ganado a estos lugares, y la realización de actividades que promuevan su conocimiento y valoración, como el turismo y jornadas de educación ambiental, aprovechando su singularidad paisajística. “Hay casos de experiencias positivas en la recuperación de estos ecosistemas en otros países, sin embargo, se desconoce si esto es posible en Chile, entonces es muy importante estudiarlas”, reconoce Valdés.

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