Moda sostenible: 4 empresas chilenas en el mundo

En una industria que lidera la contaminación de aguas y emisiones de carbono, cuatro marcas emergentes chilenas proponen alternativas amigables con el medioambiente y justas para sus trabajadores. Reemplazar el cuero por hongos, producir a menor escala y utilizar telas orgánicas, son algunas de las opciones que estas empresas han tomado para combatir la crisis climática desde la moda.


Para producir un par de jeans se necesitan más de 7 mil litros de agua, lo que equivale a que una persona se tome 8 vasos de agua al día durante diez años. Para una polera de algodón -en las mismas condiciones- serían dos años y medio. Pero además de lo que se gasta en agua, otra parte se contamina, principalmente con tinturas o residuos tóxicos. Según la ONU, la industria textil produce el 20% de las aguas residuales globales y es responsable del 34% del micro plástico en el mar. A esto se le suma que causa el 10% de las emisiones mundiales de carbono. Por todo esto, la industria textil se posicionó como la segunda más contaminante del mundo, después de la petrolera. Pero los diseñadores de moda no se quedaron ajenos a esta realidad y desde distintas veredas han comenzado a buscar opciones menos dañinas.

Esto es lo que incentivó a las hermanas Loreto y Pía Leiva, a crear Munay Sisters, una marca de vestuarios que propone un sistema de moda social, medioambiental y económicamente sostenible. Comenzaron en Nueva Zelanda en 2016, dos años más tarde llegaron a Chile y se constituyeron bajo los tres pilares de la empresa: diseño, compromiso medioambiental y comercio justo. Actualmente confeccionan con telas orgánicas certificadas o reutilizadas, que no llevan materiales tóxicos, químicos ni pesticidas. También cuentan con certificacioìn WFTO ( World Fair Trade Organization) que establece el comercio justo incluyendo a los trabajadores. El proceso de producción de Munay Sisters no produce ningún desecho, los envases y las bolsas son 100% compostables, y los retazos de telas son reutilizados. El próximo paso está en el biotextil, Loreto es parte de un proyecto de investigación para la fabricación de biomateriales, que en un futuro les gustaría emplear dentro de sus telas. “Que nuestras telas se las coman las lombrices”, proponen las Leiva, para así no dejar una huella en el planeta.

Justamente el biotextil es la especialidad de Sporatex. La marca del publicista Hernán Rebolledo y el ingeniero agrónomo, José Miguel Figueroa, es la primera startup latinoamericana en desarrollar cuero de micelio de hongos. A través de biología molecular, biología sintética y nanotecnología, crearon un material con la firmeza y flexibilidad del cuero, pero sin la explotación animal. Comenzaron de manera artesanal, estudiando los hongos y haciendo pruebas de laboratorios, “era la oportunidad para involucrarnos en la creación de una solución para la industria textil, que es una de las principales contaminantes del mundo”, dicen los fundadores. Actualmente colaboran con marcas como Gnomo Wear y Karun Eyewear, donde confeccionan prendas de vestir y anteojos. Su objetivo es reemplazar la producción animal con biotecnología. “Para el largo plazo, se vienen nuevas industrias y nuevos biomateriales en base de micelio, el cuero es solo el comienzo”, agregan.

La diseñadora Daniela Bustamante también forma parte de quienes buscan marcar una diferencia en la industria de la moda. La chilena adoptó de slogan para su marca “ropa ética y sostenible”, desde donde busca crear prendas durables y de calidad, en condiciones dignas y con buenos salarios. Ella es parte de lo que se considera, Slow Fashion o moda lenta, que viene a combatir al fast fashion, un modelo de producción de ropa a escala masiva, con millones de prendas a bajo costo y un recambio constante de temporadas, que se convierte en toneladas de basura. Por lo mismo, Bustamante produce a menor escala “no creo que producir tres mil pares de pantalones pueda ser sostenible”, explica. Además del volumen, el slow fashion se plantea las condiciones laborales de la cadena de producción, porque una de las características del fast fashion son las fábricas que suelen estar ubicadas en el sur de Asia en países como Bangladesh o Camboya, que son reconocidas por las precarias condiciones laborales. “En este rubro las prendas no se hacen solas y eso se olvida mucho”, dice la diseñadora Daniela Bustamante. A Bustamante le gustaría posicionar a Latinoamérica com un foco de moda sostenible, para ella el mayor desafío hoy en la moda es volver a hacerla humana, “meter la humanidad, la ética y el valor del medioambiente”, agrega.

Pero mucho antes de que se masificara el concepto de sostenibilidad, María Cornejo ya lo estaba aplicando en la industria de la moda. En 1998, la diseñadora que nació y vivió en Chile hasta los 11 años, creo en Nueva York su marca Zero + Maria Cornejo bajo el lema de “Moda de lujo con conciencia”. Vestidos a partir de celulosa de madera y abrigos con tintes hechos de desechos agrícolas, son algunas de las prendas que han deslumbrado los distintos Fashion Weeks alrededor del mundo, aplicando al máximo la tecnología y el buen gusto. Ganadora del premio a la sostenibilidad de The Fashion Group International y miembro fundador del Comité de Sostenibilidad de CFDA, Cornejo se encuentra entre los 150 diseñadores más destacados a nivel mundial, según el libro “Fashion Now”. Un diseño colorido donde predominan las figuras geométricas, que ha llegado a vestir a personajes como la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama y la cineasta, Sofia Coppola. “Tener un impacto positivo en la industria es nuestro deber para con nosotros mismos, las personas con las que trabajamos, nuestros clientes, nuestro negocio, el planeta y nuestro futuro”, dice María Cornejo.

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