El nuevo comienzo de dos desertores cubanos

Lázaro Tolón y Yunia Milanés desertaron de la selección cubana de hockey para quedarse en Chile. MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Lázaro Tolón y Yunia Milanés decidieron fugarse de la selección cubana de hockey. Esto, explican, lo hicieron buscando mejores condiciones de vida. Hoy viven en un departamento en Estación Central, trabajan largas jornadas y esperan la respuesta a su solicitud de refugio. Todo esto mantiene en pausa el sueño de Tolón de traer a Chile a su hija de siete años.


El 17 de mayo de 2023, el jugador cubano de hockey Lázaro Tolón (27) aterrizó en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez, en Santiago. Antes de bajar del avión, el entrenador de la selección retiró uno a uno los pasaportes de los jugadores. Desde ahí se dirigieron inmediatamente al Club Manquehue, en Vitacura. A la mañana siguiente jugó su primer partido en Chile. Terminado el encuentro, Tolón supo que sería el último que jugaría en mucho tiempo. Al día siguiente, el 19 de mayo, tuvieron entrenamiento por la mañana. El almuerzo, al igual que todos los días, estaba programado entre 11.00 y 12.00. Quince minutos antes de terminar el descanso, el atleta le dijo a su entrenador que iría a la recepción del club para conectarse al wifi y hablar con su familia. Caminó decidido hacia la puerta y una vez ahí decidió correr.

Tolón sabía que este plan no podía contárselo a nadie. Lo tenía decidido hacía tiempo, pero comentarlo podría poner en riesgo su decisión.

La primera vez que al atleta se le presentó la oportunidad de escapar de Cuba fue en marzo de 2023. Un conocido le dijo que tenían una lancha y que la idea era cruzar desde Caibarién, Cuba, hasta Estados Unidos. El problema era el precio: costaba $ 60.000 cubanos, lo que equivale a $ 2.267.695 chilenos. Además de eso, nada aseguraba llegar vivo al otro lado. El mejor pronóstico era de cuatro días navegando. En el peor de los casos, el viaje podía demorar hasta 20. Nada de eso asustó a Tolón. Su sueño era poder practicar hockey fuera de Cuba, debido a las malas condiciones deportivas que existen en su país. De cualquier manera, llegado el día no tenía la plata suficiente. Sin embargo, no todo estaba perdido. Un mes después, tenía planeado viajar con la selección cubana de hockey a Chile, para participar de un torneo. Esa era su oportunidad.

Tolón se dedica al hockey desde los 12 años. Gracias a un amigo de su barrio se presentó en una escuela donde se internaban, algo que era muy beneficioso para él, ya que le daban desayuno, almuerzo y comida en el lugar. Hoy -explica desde su departamento en Estación Central-, fue este deporte lo que realmente le hizo querer salir de su país. Sin embargo, sabía que para lograrlo tendría que pasar varios meses sin ver un palo de hockey.

Lázaro Tolón con su uniforme de hockey, en Cuba.

Además de la poca recompensa de ser atleta de alto nivel en Cuba, la situación deportiva era muy precaria. Desde la comida hasta los lugares de entrenamiento estaban en malas condiciones. Por eso, cuando conoció otra realidad su mundo cambió:

“Cuando llegué a Chile lo que más me impactó fueron los implementos, las canchas, que todos los muchachos con 18 años lleguen a entrenar en su propio auto y después regresaran a su casa sin problema. Ese tipo de cosas me chocan hasta el día de hoy”, dice.

Fue precisamente gracias al hockey que Tolón conoció a Yunia Milanés (29). En enero de 2023 el cubano quedó nominado en la selección masculina. Milanés era la capitana de la femenina. “La conocí cuando llegué ahí y empecé a conquistarla de a poquito, hasta que me dio la oportunidad y hasta el día de hoy estamos juntos”, cuenta sonriendo, mientras la mira tomados de la mano.

El día que Tolón logró fugarse del Club Manquehue quedará siempre en su memoria. Corrió varias cuadras, no recuerda cuántas con exactitud, pero se aseguró de que no lo siguieran.

Una vez lo suficientemente lejos le preguntó a un hombre cómo llegar a Estación Central. Un amigo que vive en Estados Unidos le había hecho el contacto con otros cubanos que estaban en Chile, pero tenía que llegar hasta Litueche, en la Región del Libertador General Bernardo O’Higgins. Sólo con lo puesto y un par de billetes el cubano logró llegar a destino. Esa -asegura- fue la primera vez en su vida que se sintió realmente libre.

Conocer el frío

Había algo que, sin duda, hizo a Lázaro Tolón cuestionar la decisión de abandonar su país. Tomar ese camino implicaba dejar atrás también a su hija de siete años. La despedida con ella la recuerda bien. Fue solo unos días antes de partir a Chile. Su hija vive en Cuba con su madre, y él la fue a visitar. Le explicó que saldría por primera vez del país, porque debía ir a competir. Sin más detalles le dio el último abrazo antes de emprender su viaje sin retorno.

“No aguanté y empecé a llorar. Ella me preguntaba por qué lloraba y yo sólo le decía que la quería mucho y que siempre estaría en mi corazón. La abracé y le di muchos besos, yo sabía que pasarían largos años sin volver a verla. Ella no entendía nada, tenía sólo seis añitos en ese momento”, cuenta el atleta.

Una vez instalado en Litueche, las diferencias con su país comenzaron a hacerse evidentes. Lo que primero le llamó la atención fue la manera de hablar. Explica que muchas cosas tenían nombres diferentes aquí, por lo que se le hacía difícil entender lo que le decían. Luego fue la comida. Tolón jamás había visto porotos con tallarines ni entendía el concepto de “tomar once”. Además, conoció las empanadas, sopaipillas, ceviche y más. Estas cosas, en Cuba, podrían considerarse un banquete. Finalmente, llegó el frío. Viniendo de un país caribeño, adaptarse a temperaturas bajas se le hizo muy difícil. Lo más arduo, si tuviera que decidir.

Lázaro Tolón en su departamento en Avenida Ecuador, Estación Central. MARIO TELLEZ / LA TERCERA

En sus primeros días aquí el cubano vivió de la buena voluntad de la gente. Al llegar sólo con lo puesto, las amistades de su conocido le dieron asilo y comida. Sin embargo, el gran golpe llegó cuando consiguió su primer trabajo.

“Me pagaban 25 lucas el día. Primero fue en una hojalatería y después en una construcción”. Eso -asegura- le alcanzaba para vivir con lo justo.

Pasaron los meses y se acercaba la fecha en que Yunia Milanés vendría a Chile, donde participaría de los Juegos Panamericanos Santiago 2023. El 1 de noviembre de ese año la selección cubana de hockey se dirigió al aeropuerto de La Habana, para tomar un avión con destino a Santiago. En ese momento, cuando Milanés pasó Policía Internacional, se vio enfrentada al primer obstáculo: sabían que era pareja de Tolón, por lo que no querían dejarla embarcar por el riesgo de fuga. Tras una larga negociación dejaron pasar a Milanés, ya que ella era la capitana del equipo. Una vez en el avión pensó: todo listo.

Finalizado el último partido de los Panamericanos, contra la selección uruguaya, el sábado 4 de noviembre de 2023, la capitana junto a dos compañeras más decidieron fugarse. Primero intentaron por un acceso del Estadio Nacional, pero una guardia no las dejó salir sin la seguridad de su país. Después fueron a la Villa Paralímpica. En este lugar lograron abandonar el recinto gracias a sus credenciales. Tolón, encapuchado, recuerda que la vio a 50 metros y corrió hacia ella. Ese día la pareja se reunió después de seis meses de distancia.

Ese lunes, Tolón y Milanés se acercaron al estudio de abogados de Mijail Bonito para pedir ayuda. Los trámites para la cubana fueron más rápido de lo que esperaron, a diferencia de los cuatro meses que tuvo que esperar Tolón para conseguir su cédula de identidad tras autodenunciarse, su pareja la recibió a los pocos días. De esta manera, podían comenzar a rehacer su vida lejos de su hogar.

Durante tres meses vivieron en la casa de Ana María Bullemore, una periodista que los conoció porque trabaja con Bonito y que les dio acogida a cinco de los atletas. Aquí Tolón consiguió trabajo como reponedor en el Jumbo de La Dehesa. Milanés, en cambio, trabajó planchando en una lavandería.

“Me pagaban por prenda, lograba hacer cerca de 17 lucas al día, pero estaba muchísimas horas planchando”, cuenta Milanés.

Las ganas de volver al hockey eran muchas. Tolón llevaba 10 meses sin tomar un palo de hockey. Además, ambos tenían el sueño de continuar su carrera deportiva en Chile. Por esta razón se acercaron a Diego Amoroso, entrenador de la selección chilena de hockey y head coach del equipo de la Universidad Católica. Amoroso los vio jugar y notó que tenían talento.

“Lázaro me parece una persona con mucha ambición, con mucha claridad y madurez sobre lo que venía a buscar, y eso fue una de las cosas que más me gustaron de él. Su nivel es realmente sorprendente en el puesto donde él juega, al arco. Realmente disfruto y admiro mucho ver cómo se prepara, cómo se entrena y ni hablar al momento de defender los colores del club. Realmente es un deportista admirable. Creo que deportivamente tiene todas las herramientas para poder jugar en la selección chilena, pero creo que es muy difícil defender otros colores que no sean los de su país de nacimiento. Es una decisión muy difícil para cualquier deportista”, comenta el técnico. De cualquier forma, para Tolón vestir el azul y rojo sería un orgullo, admite.

Lázaro Tolón con el uniforme del Club Universidad Católica.

A pesar de su talento, hoy desde la selección chilena de hockey aseguran que sus nombres aún no están siendo monitoreados debido a que necesitan conseguir la nacionalidad antes de competir con el uniforme nacional. Y eso, explican, es un proceso que dura años.

El 2 de abril de 2024, después de casi un año desde su llegada a Chile, el cubano volvió a jugar hockey. Fue un partido contra el equipo del Club Manquehue. Ganó por dos goles a uno. Esa sensación -dice- no tiene precio.

Refugiados

Hoy, Lázaro Tolón y Yunia Milanés viven en Avenida Ecuador, en la comuna de Estación Central. Comparten departamento con otra pareja de hockistas, Lismaris Gonzales y Yordankis Méndez, que desertaron con ellos. Todos solicitaron refugio al Estado chileno y están a la espera de respuesta. Sin embargo, saben que son procesos largos.

Mijail Bonito, el abogado que los ha asesorado desde su llegada, explica: “Ellos son solicitantes de refugio y están a la espera de los avances de su proceso. En este tiempo cuentan con visados temporales de residencia, que se prorrogan cada ocho meses, hasta la decisión final de la autoridad, en la que esperamos sean reconocidos como refugiados y otorgadas las residencias definitivas”. En relación a su hija, Bonito agrega: “Una vez que se haya definido el refugio se puede solicitar la reunificación familiar. De ahí la importancia de que el proceso sea rápido”.

A esto, Soledad Torres, abogada experta en temas de migración y extranjería, agrega que “para solicitar reunificación familiar el padre o madre debe tener permanencia definitiva y acreditar que puede sostener a la menor en Chile. La duración del proceso es relativo, puede ser de tres meses a un año. Si la niña viene a estar con el padre nada más debe tener la tuición o bien el permiso de la madre. Además, obviamente, del certificado de nacimiento apostillado o legalizado que indique el vínculo”.

El cubano hoy tiene un estilo de vida al que no estaba acostumbrado. Despertar a las 5.00 nunca fue parte de su rutina en su país. Aquí, en cambio, tiene que estar a las 7.00 en el Jumbo de La Dehesa. Después de eso, los martes y jueves trabaja como entrenador en el Club UC, a las 20.00 entrena él y a las 22.30 se dirige al Metro Los Dominicos para tomar el último tren hasta su casa. Los fines de semana muchas veces no son de descanso, generalmente juega un torneo de hockey los domingos. Todo esto -asegura- lo hace para perseguir su sueño de jugar en Los Diablos, la selección masculina de hockey chilena.

Lázaro Tolón junto a su pareja Yunia Milanés. MARIO TELLEZ / LA TERCERA

El cubano asegura que conversa constantemente con su hija. Le cuenta que sigue en competencia: no quiere explicarle que es un desertor, cree que es muy pequeña para eso. Lo que sí hace es enviarle plata todos los meses. Según él, le transfiere mensualmente $ 30.000 cubanos, es decir, $ 100.000 chilenos. Eso, para un ciudadano cubano, explica, es mucho dinero. Según él, la mamá de su hija estaría dispuesta a que ella se viniera a Chile:

“Son cosas que uno tiene que conversar y hablarlo bien, pero el plan sería que viviera aquí. Especialmente por la situación que vive Cuba actualmente, tanto política como económica. Aquí tendría mejor calidad de vida”.

Desde su departamento, Tolón está convencido de que está construyendo un futuro. Uno que, espera, algún día podrá compartir con su hija.

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