Fabiola Mota, analista española: “La principal consecuencia de la decisión de Pedro Sánchez es claramente el incremento de la polarización política”

Una persona pasa delante de televisores que transmiten la comparecencia de Pedro Sánchez desde La Moncloa. Foto: Reuters

Para la académica de la Universidad Autónoma de Madrid "se observan claros elementos populistas en el liderazgo que está ejerciendo Sánchez, tanto en el partido como en el gobierno". Pese a las críticas del presidente del gobierno español al "fango" que coloniza la vida pública, Mota reconoce que "no cabe esperar un cambio de actitud en la clase política".


Cinco días, con manifestaciones a su favor y la canción “Pedro”, de Raffaella Carrá, coreada en las calles, parecen haber convencido al presidente de gobierno español: esta mañana en Madrid, en una comparecencia desde La Moncloa, Pedro Sánchez explicó que seguirá a cargo del Ejecutivo y que no renunciará.

La esperada conferencia del socialista, que el miércoles había suspendido su agenda oficial para declararse en reflexión tras una supuesta campaña “de acoso y derribo” que estarían sufriendo ella y su esposa, Begoña Gómez, puso fin así a la incertidumbre vivida en España en los últimos días. Esto, luego de que el “sindicato de funcionarios” Manos Limpias consiguiera que un juzgado madrileño abriera una investigación secreta en torno a Gómez y su actividad profesional.

En entrevista con La Tercera, la profesora del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, Fabiola Mota Consejero, comenta la situación política en España, las posibles consecuencias de estos cinco días “de reflexión” y la decisión de Sánchez de permanecer en el cargo.

¿Cómo queda la posición de Pedro Sánchez después de estos cinco días de pausa en su agenda? ¿Se fortalece o se debilita el gobierno?

La decisión de Pedro Sánchez de comunicar a través de una red social que suspendía su agenda durante cinco días, para reflexionar sobre si dimitía de su cargo, ha generado un enorme desconcierto en la sociedad española. Por una parte, se trata de un gesto inédito en la política española -tanto en las formas como en el fondo- y, por otra parte, no se debe olvidar que la democracia española no es presidencialista, es una democracia parlamentaria, por lo que el gobierno surge del apoyo del Parlamento y no directamente de las urnas.

Por tanto, la actuación de Sánchez debilita al gobierno y debilita al partido, pues ha actuado a título personal como si ostentara un cargo presidencial de Estado, provocando que el partido convocara de urgencia un comité federal extraordinario que, además de ser muy breve, se resolvió con sus miembros sumándose a las manifestaciones de votantes socialistas, que expresaban su apoyo al presidente al tiempo que denunciaban una supuesta operación política-periodística-jurídica de derribo de Sánchez.

Apenas se han dejado oír algunas voces discrepantes en el partido durante estos cinco días, por lo que se puede afirmar que Sánchez ha revalidado su liderazgo indiscutible en un PSOE que organizativamente queda debilitado.

Pedro Sánchez durante la conferencia en que anuncia que seguirá en el cargo. Foto: Reuters

En su discurso, Sánchez se ha referido a las manifestaciones en su favor para que se quedara, que tuvieron lugar este fin de semana. ¿Cuán masiva y representativa es la opinión de la sociedad española?, ¿cuál es la importancia del apoyo del PSOE en esta decisión?

Las manifestaciones de apoyo al presidente para que permaneciera en el cargo y no dimitiera han sido importantes, pero no considero que hayan sido masivas. Por ejemplo, las manifestaciones se han concentrado solo en Madrid y la movilización de los miles de personas se ha impulsado en gran medida desde el partido. En mi opinión, más relevancia han tenido los manifiestos de apoyo firmados por periodistas y por figuras de la cultura (Pedro Almodóvar, Luis García Montero, entre otros).

Ante las movilizaciones se han observado diferentes posiciones, desde las que expresaban un total apoyo y solidaridad con la víctima, Pedro Sánchez, y su esposa, hasta posiciones de absoluto rechazo que llegaban a denunciar un autogolpe de Estado, pasando por la perplejidad y el desconcierto de un importante sector de la élite intelectual del país.

Considerando las manifestaciones del fin de semana, cabe preguntarse: ¿corre el PSOE el riesgo de “kirchnerizarse”, en el sentido de personalizarse demasiado en torno a Sánchez?

No sé si kirchnerización es un término adecuado, creo que no. Pero sí se observan claros elementos populistas en el liderazgo que está ejerciendo Sánchez tanto en el partido como en el gobierno. El liderazgo populista no necesita de una organización política fuerte, es obvio, y el PSOE como organización se está mostrando muy débil ante este liderazgo.

Manifestantes marchan en Madrid en apoyo a Pedro Sánchez. Foto: Reuters

El secretario general de Manos Limpias, Miguel Bernad, ha amenazado después del discurso con denuncias que tocarían a Pedro Sánchez: “Van a aparecer bastantes más pruebas que no solamente la incriminan a ella, a Begoña Gómez, sino también a él”. ¿Cómo ve usted esta amenaza? ¿Es creíble?

La organización Manos Limpias no goza de credibilidad en el país, y es cierto que ha estado implicada en causas judiciales que han tenido un gran impacto, como la condena del exyerno del Rey emérito, pero no se la puede considerar una organización seria.

En su discurso, Sánchez aseguró que no había “cálculo político” en su carta ni decisión. De todos modos, y considerando las futuras elecciones catalanas y europeas, ¿qué consecuencias políticas podría tener esta pausa?, ¿cómo afecta esto la polarización política en España, considerando que la oposición ha desacreditado los alegatos del líder socialista?

La principal consecuencia de su decisión es claramente el incremento de la polarización política, hasta un punto que resulta preocupante pues recuerda demasiado a Estados Unidos. Sabemos que, en contextos políticos muy polarizados, los gobernantes están tentados de utilizar situaciones de crisis para debilitar las instituciones democráticas, como explicaron hace unos años Levitsky y Ziblatt en su libro Cómo mueren las democracias.

Ciertos elementos del discurso de Sánchez, tanto en su carta de la semana pasada como en su comparecencia de esta mañana, y en especial apuntar con brocha gorda a jueces y medios de comunicación como amenaza a la democracia, pueden llevar a algunos a pensar que hoy día existe este peligro en España.

De otro lado, las consecuencias sobre el voto en las elecciones catalanas y europeas son muy inciertas. Puede haber movilizado a un electorado muy polarizado, pero también puede desmotivar a un electorado más moderado y probablemente más sofisticado.

Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez. Foto: Archivo

Pedro Sánchez habla mucho sobre el fango y las difamaciones que ha vivido su entorno. ¿Qué decisiones podría llegar a tomar, en esa dirección, considerando su discurso? ¿Hay una posibilidad de ley contra las difamaciones de las que habla?

Cualquier decisión al respecto tendrá que aprobarla el Parlamento, pues hay que insistir en que España no es una república presidencialista, y el actual gobierno de coalición cuenta con el respaldo parlamentario de partidos muy heterogéneos en la dimensión política liberal, por lo que resulta muy improbable que lleguen a acuerdos sobre una posible ley que limite o controle la desinformación en los medios. Por otro lado, hay quienes plantean que la situación favorece la aprobación de una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, con el objetivo de facilitar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces, y esto sí tiene más posibilidades que lo anterior.

¿Se ve al conjunto de la clase política española dispuesta a “mejorar el nivel del debate”, como insistió Sánchez en su discurso?

Mejorar el nivel del debate exige actitud y no solo palabras. En este sentido, resulta paradójico que esta petición se plantee en una comparecencia pública en la que no se admiten preguntas de los periodistas. En este momento de competición electoral continua, catalanas y europeas en el horizonte cercano, no cabe esperar un cambio de actitud en la clase política.

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