La relevancia del británico Alan Moore en la historia de DC Comics es inconmensurable. No solo es responsable de algunas de las mejores historias creadas para Superman, incluida la fantástica “Para el hombre que lo tenía todo”, sino que también hizo lo propio con Batman (La Broma Asesina) y otros tantos superhéroes. Es cosa de abrir libros recopilatorios, como el Universo DC de Alan Moore publicado por la editorial ECC para toparse con un verdadero compendio de “grandes hits”.

Sumen otro detalle no menor: a mediados de los ochentas, Moore concretó uno de los cómics más elogiados e importantes de la historia: Watchmen, la novela gráfica que más de 35 años después sigue vendiéndose como pan caliente, dando paso a películas, series de HBO y reinvenciones que han sumado a sus personajes al universo superheroico central de la compañía.

Y aún cuando todo eso representa la crema y nata de la industria norteamericana, con su trabajo inicial para la editorial, en el cómic de La Cosa del Pantano, el inglés también sembró las semillas de lo que posteriormente fue el sello Vertigo, hogar de algunas de las historias más celebradas de los noventas.

Pero antes de su conflicto con DC Comics, ya que la relación entre ambas partes se deterioró por los derechos de autor sobre obras como Watchmen, Moore también entregó conceptos que posteriormente fueron explotados por DC Comics sin empacho. Un ejemplo es lo que hizo en el terreno de Linterna Verde, ya que su trabajo de 1986 sirvió de base para lo que la editorial hizo más de dos décadas después con la exitosa y popular saga “La Noche Más Oscura”.

El caso más relevante, sin embargo, tiene relación con una historia que nunca se publicó. Una saga llamada “El Crepúsculo de los Superhéroes”.

En 1987, justo tras el éxito gigantesco de Watchmen, el escritor inglés entregó a la editorial una propuesta de historia para concretar una miniserie que estaría situada en un futuro del universo DC. Se trataba de una idea que literalmente planeaba reinventar todo el escenario de las historias de DC Comics.

Su planteamiento involucraba a un mundo futuro, de 30 años o más respecto a lo que sucedía en esa época, regido por los superhéroes. Tras despachar a gran parte de los villanos, y ante el colapso de los gobiernos del mundo, se han dividido en diferentes dinastías que se pelean la torta.

En ese proceso casi feudal, los valores y creencias se han trastocado, pues los seres que supuestamente debían ser los hombres del mañana perdieron el norte. Por ende, las capas y capuchas se reparten La Tierra manteniendo un endeble statu-quo.

Por ejemplo, por un lado estaría “La Casa de Acero”, encabezada por Superman y Wonder Woman, mientras que “La Casa del Trueno” obviamente involucraría a toda la familia del Capitán Marvel original, conocido hoy por hoy como Shazam. Al comienzo de la saga, ambas casas se unirían, causando un desnivel para el resto, lo que obviamente sería el puntapié inicial para poner en riesgo al futuro.

Al centro de toda la saga, llamada “El Crepúsculo de los Superhéroes” también estaría John Constantine, una de las creaciones de Alan Moore durante su tiempo en el cómic de La Cosa del Pantano. La tarea del detective de lo oculto, a partir de un mensaje de su yo futuro, seria impedir la debacle que pondría en riesgo a toda La Tierra.

Todo esa base suena muy bien, pero la saga nunca se concretó. Por un lado, difícilmente sería recibida sin reparos desde las cúpulas de la editorial, ya que no solo cuestionaba a los superhéroes, presentando oscuros y adultos retratos de algunos de ellos, sino que también tenía la intención de revisar la decisión que tuvo DC Comics al eliminar al Multiverso, concretado poco antes en lo que fue la serie limitada de “La Crisis en Tierras Infinitas”.

Pero lo más importante es que poco después de presentar su idea, Moore abandonó la compañía.

“Dejé DC muy poco después de eso, así que el proyecto fue así como abandonado. Recuerdo que la sinopsis tenía ideas divertidas y algunas de ellas no se plasmarían en el cómic”, explicó el autor a la revista Mania sobre este cancelado proyecto.

Aún así, DC Comics ha reciclado varias ideas del escritor británico para la saga e inclusive una década después publicó un cómic que se situaba en un escenario muy similar.

La elogiada novela gráfica Kingdom Come, escrita por Mark Waid y con un arte hermoso realizado por Alex Ross, plantea un futuro oscuro para el Universo DC, en el que los superhéroes están divididos en diversos grupos e inevitablemente están condenados a una gran batalla final apocalíptica. Waid y Ross han expresado que leyeron la propuesta de Moore, remarcando que las similitudes son menores, pero de todas formas las aprehensiones siempre han existido.

A lo largo de los años, la propuesta de Alan Moore se filtró completamente a la red, entregando un acercamiento llamativo al objetivo que se trazó el escritor al plantear la historia de El Crepúsculo de los Superhéroes.

Según la paranoia habitual que pulula en Internet, DC Comics ha enviado múltiples solicitudes para borrar las señales de su existencia, argumentando que todo es su propiedad. Aún así, sitios como Archive.org mantienen respaldo de todo.

Lo importante es que dicho documento establece los pensamientos de Moore sobre el género, la narración de este tipo de historias y su visión sobre los problemas que se generan con las macrosagas de cómics, especialmente cuando son creadas como un shock publicitario.

Obviamente también incluye una detallada descripción del plan de la historia, que sigue a este futuro posible que crea a un nuevo orden de metahumanos.

Sin embargo, todo cambia, y la historia lo tomaría como uno de sus puntos de partida, cuando un matrimonio real busca unir a las dos casas más fuertes (De Acero y Trueno) para instalar un régimen que no tendrá oposición.

La historia de de El Crepúsculo de los Superhéroes también involucraría a un mensaje del John Constantine de ese futuro, entregado a un joven Constantine por parte del viajero temporal Rip Hunter. Aquello además se concreta con el supuesto objetivo de impedir la catástrofe venidera similar al Ragnarok de la mitología vikinga.

Como la unión de ambas casas pone a demasiada gente poderosa como una sola familia, comienzan a gestarse diversos complots entre las diversas casas y principales héroes involucrados, al tiempo que el viejo Constantine juega sus cartas para crear su propio plan y lograr su gran objetivo: liberar al mundo de todos los seres con súperpoderes.

En el camino se gestaría la batalla más épica y destructiva, en donde el ataque se coordinaría en oleadas con más de una sorpresa. Y tras la resolución, gran parte de los superhéroes perderían su vida, incluidos Superman y Wonder Woman.

Obviamente en esa cruzada, siguiendo la tradición de narración de Alan Moore, también se desarrollarían notables giros que involucraban a los problemas de Billy Batson, el misterio del asesinato de un pigmeo en una sesión de sadomasoquismo, las traiciones de Constantine que no conocen límite y la invasión de una alianza extraterrestre de Green Lanterns, marcianos y Thanagarianos que buscan reordenar el mapa.

El detalle de la historia es bastante larga, pero es una lectura notable, aún considerando que han pasado más de tres décadas y el escenario de los superhéroes ya no es el de 1987.

Al mismo tiempo, en un escenario en el habitualmente no falta quien saca a colación el desprecio del ahora retirado escritor por los superhéroes, cuando en realidad su menosprecio apunta a su negativa a volver a trabajar para las grandes editoriales, la propuesta de su crepúsculo es el mejor ejemplo para entender su amor por el género y su decisión de llevar todo hacia adelante.

Pero, claro está, ni DC Comics ni probablemente el mundo estaban preparados para este plan que nunca se concretó y que elevaba aún más a John Constantine en el panteón de la editorial. Era, después de todo, una historia de superhéroes para terminar con las historias de superhéroes.

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