Las películas de la semana

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Inferno, basada en el libro homónimo de Dan Brown y la película alemana Victoria debutan hoy en las pantallas locales. Aquí las críticas de cine para el arranque de su primera semana en cartelera.




Ron Howard vuelve a llevar a la pantalla grande los best seller de Dan Brown; en 2006 estrenó El código da Vinci y tres años después Ángeles y demonios. Esta vez llega al cine Inferno, protagonizada por Tom Hanks, quien despierta en un hospital sin recordar nada de lo ocurrido los días previos, "un thriller para gente que no ve thrillers", dice la crítica. Un poco menos usual es la película alemana Victoria, que grabada por completo en un solo plano secuencia, narra la historia de una española que llega a vivir a Berlín. La cinta de Sebastian Schipper tuvo buena recepción en Europa y era la representante de Alemania para los Oscar 2015. Sin embargo, no pudo entrar en la competencia por Mejor Película Extranjera; fue rechazada por la Academia por tener mucho diálogo en inglés.

Inferno: Jugando al Thriller

Crítica por René Martín.

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Inferno. Dirigida por Ron Howard. Con Tom Hanks, Felicity Jones, Ben Foster. Thriller, acción. Estados Unidos, Japón, Turquía, Hungría, 2016. 121 minutos.

Nota: 3

Tom Hanks y el director Ron Howard unen fuerzas una vez más para intentar lo imposible: encontrar dignidad y algo de fuerza cinematográfica al trasladar a la pantalla grande la nueva novela del rey midas del thriller fácil, Dan Brown titulado Inferno. El resultado, al igual que las dos adaptaciones previas, Código Da Vinci y Ángeles y Demonios, demuestra que un buen director y un buen actor pueden producir basura siempre y cuando el cheque de sus sueldo sea cuantioso y la campaña de marketing sea lo bastante inteligente como para que se crea que lo que se está viendo es de calidad, novedoso y hasta  perspicaz.

Encontramos a Robert Langdon (Hanks) en un hospital en Florencia. La doctora a su cargo, Sienna Brooks (Felicity Jones) pronto informa que sufre de amnesia retrograda y que los últimos días los tiene, convenientemente, olvidados. Antes de que podamos decir "esto ya lo he visto cientos de veces" los intentos de asesinatos a Langdon se suceden con rapidez, misteriosos personajes comienzan a buscarlo y un escape, auspiciado sin duda por la cámara de turismo de Italia, comienza de manera imparable. ¿Qué quieren de Langdon todos estos perseguidores? ¿Cuál es la clave que deben resolver Langdon y la conspicua doctora Brooks, quien, a ratos, parece más experta en arte que en medicina? El descubrimiento del suicidio del billonario Bertrand Zobrist (Ben Foster) los conducirá a la obviedad del título y de las alucinaciones que Langdon está sufriendo: el infierno en la tierra se desatará en la forma de una pandemia inimaginable, lo que de inmediato genera una nueva pregunta ¿es necesario jugar a la cacería del tesoro como niños chicos si tenías todo listo para desencadenar el infierno hace meses? ¿Era necesario hacer tanto teatro?

Si bien la pedantería de la inteligencia sin límites de Langdon se ve atenuada debido a su extraña amnesia, no se atenúan así el absurdo de las situaciones y el agotamiento de una fórmula que nunca ha sido brillante. Langdon siempre ha sido una especie de Indiana Jones deslavado y sus aventuras nunca han poseído la energía ni la fantasía soñadora del bueno de Jones (claro, descontando ese bodrio que es La Calavera de Cristal, ¡Ey! ¡Sorpresa! Calavera e Inferno comparten el mismo guionista). En esta tercera entrega, se quiere llevar al personaje a una suerte de terreno de James Bond lidiando con armas biológicas que amenazan al mundo, el resultado es infantil y a ratos indescriptible en su absoluta ingenuidad e incluso aburrimiento. Este es un thriller para gente que no ve thrillers, así como los libros en que se basa son para gente que no lee más que el best seller de moda.

Victoria: Tributo al plano secuencia

Crítica por Pablo Marín.

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Victoria. Sebastian Schipper. Con Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski. Alemania, 2015. 138 minutos.

Nota: 4

Victoria trata de una chica española (la catalana Laia Costa) que busca ganarse la vida en Berlín, trabajando de día en un café y bailando de madrugada en alguna disco. Igualmente, versa sobre un grupo de amigotes de la noche que se convierten en sus insospechados compañeros de juerga, en primera instancia, y luego en cómplices de una operación riesgosa que el espectador descubrirá en su momento. Ante todo, sin embargo, la película está definida por el pie forzado que supone el hecho de estar realizada íntegramente en un solo plano. Sin montaje. Cabe detenerse en este punto, pues tamaña proeza técnica llega a ser tan protagónica en el desarrollo de los acontecimientos, que en vez de estar al servicio de la dramaturgia en curso y del delineamiento de los personajes, termina pasando lo contrario: los variados desmadres interpretativos, así como los conductismos emocionales, parecen oportunamente sembrados para que el plano secuencia no se detenga. Y para que el relato entregue, vicariamente, sucedáneos del afecto y del suspenso.

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