Consejos para elegir una app de notas: las herramientas que prometen darle una ayuda a tu agotado cerebro

¿Se te olvidan cosas? ¿No sabes cómo malabarear productivamente tus proyectos y deberes? Especialistas explican por qué nos sucede esto y te mostramos cómo la misma industria que dinamitó tu capacidad de enfocarte ahora ofrece la solución.




El cerebro, ese órgano de kilo y medio de masa encefálica que guardas dentro de tu cráneo, es básicamente un pequeño universo. Así al menos lo plantea una investigación desarrollada por Franco Vazza, astrofísico de la Universidad de Bolonia, y Alberto Feletti, neurocirujano de la U. de Verona. El estudio sugiere que la red de galaxias y de neuronas operan igual en su sistema de autoorganización y dinámica de redes.

Pero a diferencia del universo, el cerebro se agota. Tiene limitaciones. La cantidad de información y datos que recibimos diariamente supera su capacidad de almacenamiento.

“Es imposible que pueda procesar todos los estímulos, ni menos que guarde cada información que recibe. Por eso inventamos la escritura, la pintura y así en adelante, para crear una memoria externa”, dice Pedro Maldonado, neurocientífico y director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

El órgano que tenemos hoy, explica Maldonado, también autor del libro Por qué tenemos el cerebro en la cabeza, es el mismo que hace 200 mil años. “Su gracia es que se adapta a las circunstancias, ya sea viviendo en la Edad Media o en Marte”.

Las circunstancias han cambiado y bastante. Lillian Pérez, neuropsicóloga especialista en neurociencia cognitiva lo ejemplifica así: “En la prehistoria, si uno se distraía por el canto de un pajarito, te comía una fiera. Había una capacidad de alerta muy nítida, y por eso no éramos tan multitasking como ahora: la atención la teníamos puesta en sobrevivir”.

Según Pérez, académica e investigadora de la Universidad de Playa Ancha, “hoy estamos más demandados. Recibimos tanta información que nuestra capacidad de filtro, foco y atención se ve sobrepasada. Por eso se tiene esta sensación de dispersión”.

¿Te ha pasado? O más bien, mientras leías esto ¿cuántas veces fuiste a mirar WhatsApp, Instagram o Twitter?

Por otro lado está el factor pandemia y los meses que vivimos en encierro. Aparte del consumo grosero de datos, provocó trastornos como la “niebla mental”, que afecta la capacidad de pensar y de recordar cosas sencillas en jóvenes y adultos de mediana edad.

Hay varias razones por las qué nos olvidamos de ciertas cosas. Algunas son tan simples como que hoy recibimos mucha información y el cerebro termina confundiendo qué datos son “esenciales para sobrevivir” (que es para lo que sirve la memoria primitivamente) y cuáles desechar ¿O no te ha pasado que olvidas algo importante pero recuerdas perfecto un meme?

También hay una explicación más científica. En la antigüedad, explica Pérez —que también es directora nacional del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Chile— “estábamos despiertos solo cuando había luz, entonces los niveles de melatonina y los neurotransmisores andaban perfecto y todos los sistemas se recuperaban en la noche”.

“No es que la concentración sea más corta, sino que los estímulos son muchos. Nuestra atención está todo el tiempo en modo multitarea, lo que lleva a errores y a una capacidad de alerta que se agota”, aclara.

Además de ejercitar y ayudar a nuestro cerebro a mantenerse fresco, tampoco está de más recordar que, (valga la redundancia) como dice el milenario proverbio chino, “la tinta más débil es más poderosa que la memoria más fuerte”.

Olvido, luego existo

Ya en 1885, el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus reveló el concepto de “curva del olvido”, demostrando que con el tiempo el cerebro simplemente va olvidando buena parte de lo que aprende.

“No es que tire recuerdos a la papelera”, explica Pedro Maldonado, “sino que las informaciones se guardan a través de conexiones. Y la memoria es como una huella: mientras más se camina por ahí, más se marca; pero si no se la transita, se pierde”.

Hay una buena noticia. El cerebro, con su entramado diseño tipo espacial, capaz de tejer asociaciones, interpretar y vincular pensamientos con informaciones —es decir, para crear e imaginar—, no tiene muchos límites. El password parece ser entonces darle una mano.

“Muy seguido, por pocos minutos o segundos, destellos de luz llegan, a veces en momentos de insomnio, quizá durante un segundo: tienes que atraparlos”, recomendaba el filósofo francés Antonin Sertillanges. “Confiárselos a tu cerebro relajado es como escribir sobre agua: es muy posible que en la mañana no exista ni la menor huella de que haya ocurrido algo”.

Resumen: si no queremos olvidar algo importante, hay que tomar notas.

Lápiz vs apps

La forma más tradicional, papel y lápiz, tiene sus ventajas. Aparte de ser un catalizador emocional, escribir a mano requiere “un despliegue de motricidad fina, calibrar lo óculo-manual”, explica la neuropsicóloga Lillian Pérez. “Hacer márgenes, espacios, borrar y volver a anotar, todo eso es un trabajo profundo. Escribir a mano mejora la calidad del pensamiento”.

Pero también está la forma más tecnológica, con una oferta que viene en alza. En 2018, el mercado global de tecnologías y software para tomar notas digitales o note taking apps, estaba avaluado en 897.7 millones de dólares. La proyección, de acuerdo a un informe de Market Research, es que el 2026 llegaría a los 1.350 millones.

Una ironía muy ad-hoc a los tiempos del capitalismo tardío: la misma industria que dinamitó nuestra capacidad de concentración y foco, ahora ofrece la cura. Como sea, lo cierto es que existe una interesante, amplia y muy, muy, variada oferta de apps para tomar nota, planificar, gestionar conocimiento y organizar proyectos desde tu teléfono o laptop.

Entre las más populares están Notion, Evernote, OneNote , Google Keep, Roam y TiddlyWiki. Casi todas operan en español e inglés, tienen versiones gratuitas y fantásticas promesas, como la de Evernote: “Domina tu trabajo, organiza tu vida. Recuérdalo todo y aborda cualquier proyecto con tus notas. Programa todo desde un solo lugar”.

O la de TiddlyWiki: “¿Has sentido que tu cabeza no alcanza para contener todo lo que necesitas recordar? Con TiddlyWiki puedes capturar, organizar y compartir información compleja. Úsala para tus listas de pendientes, desarrollar ensayos, una novela, hasta organizar tu boda. Guarda cada pensamiento que se cruce por tu cerebro”.

Así se ve una app de notas, en este caso la popular Evernote.

¿Fantástico, no? “Estas herramientas no son tan distintas a una libreta de apuntes, con la salvedad de que son multiplataforma y se puede acceder a ellas desde el celular o el reloj”, aterriza Maldonado.

Recuerda que el cerebro se adapta a las circunstancias, en este caso a la tecnología. Y si puede “descansar” para algunas cosas, “potencialmente se pueden expandir otras competencias, como la reflexión, la creatividad y la solución de problemas”, agrega.

El contrapunto lo pone Lillian Pérez, en su calidad de Magíster en Bioética: “Hay que equilibrar. El objetivo es que la app me sea útil y no que yo le sea útil a la aplicación. Porque una cosa es tener una agenda y organizador, y otra es que ella termine tomando decisiones por ti. No hay que olvidar que no las hacen por filantropía: detrás hay mucho marketing y la búsqueda de implantar una necesidad”.

Maldonado concuerda: “El dilema es si estamos aprovechando estas cosas o nos estamos volviendo más tontos al dejar que todas las preguntas las resuelva nuestro celular”.

No se trata de pretender que una app para gestionar y organizar tu conocimiento y tus proyectos se convierta en una especie de “segundo cerebro” —como lo promueve el gurú de la “productividad a escala humana”, Tiago Forte—, pero sin duda que nuestra cabeza podría usar una ayudita. Desarrollar habilidades que nos hagan más flexibles y con más efectividad no suena como una mala idea en este escenario laboral y estudiantil híbrido y sobrestimulado.

Cómo elegir la app correcta

Anne-Laure Le Cunff es una joven estudiante de neurociencia. Trabajó en Google y fundó Ness Labs, un laboratorio de contenidos sobre neurociencia y mindful productivity. En un posteo ampliamente viralizado, contestó a esa pregunta dividiendo la abrumadora oferta de apps de notas en 3 tipos de persona/necesidad:

1. Arquitectas: Personas que disfrutan planear, diseñar procesos y marcos de trabajo. Ellas necesitan una herramienta que les permita estructurar sus ideas, y para eso las recomendadas son Coda, Notion o Tettra.

Así nos da la bienvenida Notion para anotarlo todo.

2. Jardineras: Son personas que disfrutan de explorar, conectar varios puntos y requieren de una app que, más que ordenar, les haga hacer crecer sus ideas. Las sugeridas en este caso son Roam, Obsidian, TiddlyWiki, RemNote y Milanote.

3. Libreras: Son aquellas que aman coleccionar y construir un catálogo de recursos. Para eso necesitan una app que les permita acceder fácilmente a sus ideas, siendo las mejores Evernote, Bear, y OneNote.

Así luce Bear.

Lo fome es que no todas tienen versión en español. Y la verdad es que cada una requiere de un tiempo de entrenamiento, ya que aprender a usarlas no es necesariamente algo que ocurra en un rato.

En este review en formato YouTube, Ali Abdaal hace una comparación entre una relación de pareja y las aplicaciones para tomar notas digitales. “Al igual que en las relaciones, el éxito con las apps se basa más en el trabajo que se pone en ellas y no tanto en una compatibilidad pre-existente”. No hay que esperar, entonces, amor a primera vista con estas aplicaciones.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.